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Internet // La brecha también es digital

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Julio 2020 / 82

Las dificultades para acceder a las tecnologías de la información discriminan a las personas en riesgo de exclusión social.

“Aunque los niveles de acceso a dispositivos TIC e Internet son bastante elevados, también son desiguales. Mientras que el acceso a los smartphones es mucho más generalizado (el 93% de las personas adultas) todavía nos encontramos frente al hecho de que más del 20% de las personas adultas atendidas por entidades sociales no pueden acceder a un ordenador (el 42% en el caso de las personas que viven en hogares con unos recursos mensuales netos inferiores a 500 euros o el 40% en el caso de las personas con nacionalidad extranjera)”. Esta es una de las principales conclusiones del estudio El impacto de la brecha digital en las personas atendidas por entidades sociales, llevado a cabo por  m4Social y la Taula del Tercer Sector de Catalunya con apoyo de la Fundación Ferrer Guardia.

El estudio se focaliza en unos colectivos específicos (personas con discapacidad física; infancia, adolescencia y jóvenes; personas en situación de pobreza, y personas con problemas de salud mental y drogodependencias) con el objetivo de tener una visión general del fenómeno de la brecha digital entre las personas atendidas y, a la vez, que sea  lo más precisa posible.

La investigación refleja las dificultades de acceso al mundo digital, que son a la vez reflejo y detonante de la brecha social. “El acceso a Internet también presenta importantes limitaciones”, dice el informe. “Si bien el 80% de las personas encuestadas tienen acceso a Internet, el 18,5% no puede acceder siempre que quiere (el 28% en el caso de las personas que viven en hogares con menos de 500 euros de ingresos mensuales netos o el 37% en el caso de las personas de nacionalidad extranjera)".

El coste de conexión a la Red supone una barrera

Con el fin de obtener una visión lo más precisa posible de la realidad de estas personas con relación al fenómeno de la brecha digital, esta se ha analizado desde tres ópticas: del acceso, analizando la capacidad, oportunidades y posibilidades de acceder a los recursos y dispositivos; del uso, analizando los usos digitales, y de la calidad de uso,  analizando la apropiación tecnológica de las personas y su traducción en aprovechamientos de los usos digitales (laborales, económicos, relacionales, sociales, institucionales, de bienestar y salud o educativos).

Límite a la autonomía de las personas

Uno de los temas destacables es el de la autonomía. Por ejemplo, los costes que implica la conexión a Internet suponen una barrera para muchas personas, dificultan o impiden directamente el acceso a través de una conexión fija en el domicilio o el acceso a un plan de datos móviles que permita una conexión suficiente y no obligue a quien lo usa a economizar y priorizar los usos para ahorrar datos. “Las limitaciones en el acceso a Internet implican a menudo la necesidad de desplazarse para acceder,así como otras limitaciones que impactan profundamente sobre la autonomía de las personas y sobre las posibilidades de uso, de aprendizaje y de aprovechamiento de las TIC”, concluyen los autores del informe.

Otro de los puntos destacables es la "brecha de uso”, es decir, las  diferencias existentes en el acceso tanto a los recursos, dispositivos y equipamientos TIC necesarios como a la red cuando se necesite, con autonomía y con las menores limitaciones posibles. “En general, podríamos hablar de un grado de implantación de las TIC en el día a día de las personas bastante elevado”, señala el informe, “aunque más destacado en el caso de niños y adolescentes (el 84% se conecta a diario) que de adultos (73%)”.

Trabas a la asistencia

En el ámbito de lo que denominan “la brecha de calidad de uso”, en el estudio concluyen: “no hay inclusión digital cuando todo el mundo puede acceder o utilizar las TIC, sino que hay inclusión digital cuando todo el mundo tiene las mismas oportunidades para sacar provecho de las TIC. Las carencias en las posibilidades de traducir el acceso y uso de las TIC en impactos o resultados favorables en el plano offline, muestran como la estratificación social se reproduce en el entorno digital”. 

El buen uso de la tecnología redunda en la calidad de vida

Cerca del 77% de los y las profesionales encuestados por la organización consideran que  la brecha digital dificulta la atención a las personas usuarias de sus respectivas entidades. En su opinión, se reduce la eficacia de las intervenciones, se dificultan las gestiones y trámites; se limita la adquisición de nuevos conocimientos, (ya sean o no digitales) y se recortan las oportunidades para generar empoderamiento y autonomía y los canales y posibilidades de comunicación. 

El estudio destaca también las trabas para afrontar tareas tan relevantes como la búsqueda de empleo, la falta de competencias digitales demandadas por el mercado laboral y las limitaciones en la capacidad de gestionar los riesgos en la red. “Ni el acceso ni el uso garantizan la inclusión social, sino que ésta se logra a través de la capacidad de las personas de apropiarse de la tecnología y extraer un provecho que va más allá de la esfera digital y que impacta en sus oportunidades de mejora de las condiciones de vida”, resumen.

Desde m4Social defienden que el acceso a Internet es también un derecho fundamental y, por ello, reclaman un bono digital, como los bonos sociales térmicos y eléctricos, con rebajas en las facturas de Internet para personas vulnerables para garantizar el cumplimiento de este derecho.