Mondragon se lame las heridas
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Enero 2023 / 109
La salida de Orona y Ulma asesta un duro golpe al gigante cooperativo vasco, que promete salir más fuerte de la crisis.
Mondragon, primer grupo industrial del País Vasco y emblema de movimiento cooperativo en Europa, comienza el año lamiéndose las heridas abiertas por la escisión de dos de sus mayores cooperativas, Olona y Ulma, cuyos trabajadores votaron en diciembre a favor de emprender su camino en solitario.
El resultado de la votación en asamblea fue claro: el 80% de los cooperativistas de Ulma y el 71% de los de Orona optaron por la separación, que se llevará a cabo sin trabas por parte de la matriz. Aunque los directivos de ambas empresas y los responsables de la corporación se esforzaron por mantener las formas en público, no faltaron tensiones en el proceso de divorcio. La cúpula de Ulma llegó a acusar a los responsables de Mondragón de “faltar a la verdad” y denunció “injerencias” en las votaciones, mientras que desde la corporación se habló de falta de transparencia por parte de las cooperativas escindidas.
Aunque se trata solo de dos del centenar de cooperativas que integran Mondragon, no estamos hablando de dos empresas cualesquiera. Orona es uno de los mayores fabricantes de ascensores y escaleras mecánicas de Europa y Ulma cuenta con nueve líneas de negocio que van desde las soluciones para la arquitectura, los materiales de construcción y los invernaderos agrícolas hasta el packaging, la manipulación de mercancías y la consultoría electrónica. Entre ambas aportaban el 15% de la facturación, el 28% de los beneficios y el 13% de los empleos de todo el grupo. Con la escisión, Mondragon pierde 1.700 millones de ventas anuales, 11.000 trabajadores y dos empresas innovadoras e internacionalizadas.
Propuestas "inasumibles"
¿Por qué sus cooperativistas han decidido abandonar el barco? Las empresas escindidas no han querido entrar en detalles, pero ha transcendido que las razones son tanto económicas como personales. Orona y Ulma llevan años creciendo con fuerza y sus directivos quieren mayor independencia de la matriz a la hora de tomar las decisiones. Otras fuentes apuntan a un exceso de personalismo por parte de los ejecutivos de ambas cooperativas y a su falta de sintonía con los responsables de Mondragon. En los últimos meses apenas ha habido contacto entre ambas partes y hace tiempo que el logo del grupo desapareció de las webs corporativas de ambas empresas.
Al anunciar su deseo de caminar en solitario, Orona y Ulma propusieron acogerse a una nueva figura, la “cooperativa convenida”, que les permitiría llegar a acuerdos de colaboración con el grupo sin la obligación de seguir las directrices del Congreso de Mondragon, máximo órgano decisorio del grupo, y de hacer aportaciones a la caja común de solidaridad de la corporación, una de las principales señas de identidad desde su nacimiento, hace 67 años.
Las empresas escindidas buscan libertad en la toma de decisiones
La dirección de Mondragón rechazó la posibilidad de que el Congreso celebrado en noviembre abordara las propuestas de Orona y Ulma, calificadas de “inasumibles” por el presidente del grupo, Iñigo Ucín. “Hemos preguntado cuál es el problema y ellos no saben explicarlo”, declaró en una entrevista con la televisión pública vasca, ETB. El concepto de cooperativa convenida, agregó Ucín, “rompía con la esencia” de Mondragon.
“El mal ya está hecho, y es muy perjudicial para la imagen de Mondragon”, señala Xavier López, consultor en economía social y defensor de las alianzas entre cooperativas, “pero no es la primera vez que Mondragon tiene que afrontar dificultades importantes y, gracias a la solidaridad, ha conseguido salir adelante, crecer y crear empleo”.
En 2008, el fabricante de autobuses Irizar decidió decir adiós para tener “más flexibilidad y agilidad” en la toma de decisiones, según dijeron entonces sus directivos. En esas mismas fechas también abandonó la corporación la empresa Ampo, especializada en la fabricación de válvulas. Y en 2013, incapaz de hacer frente a la competencia de las grandes multinacionales de los electrodomésticos, quebró Fagor, la cooperativa más antigua de la corporación. El naufragio de Fagor supuso un revés durísimo para el cooperativismo vasco, que aún no se ha recuperado del todo. Orona fue precisamente una de las cooperativas de Mondragon que se opuso con más fuerza a salir en ayuda de Fagor.
Solidaridad ante todo
La solidaridad entre cooperativas es uno de los pilares de Mondragon, cuyas normas establecen que sus empresas asociadas deben destinar parte de sus beneficios a ayudar a las que atraviesen dificultades y dar empleo a los trabajadores que pierdan su empleo por recortes de plantilla o cese de actividad, como ocurrió con Fagor. Este sistema protege a las cooperativas que atraviesan dificultades, pero no puede evitar que aquellas que van bien, como Olona y Ulma, caigan en la tentación de irse por su cuenta. “Cuantos más recursos tiene una cooperativa, más dinero tiene que aportar a la caja común y menos necesita de los servicios centrales de Mondragon”, explica Xavier López.
La fuga tiene lugar diez años después de la traumática quiebra de Fagor
Iñigo Ucín menciona el caso de Eroski, que no se plantea abandonar el grupo a pesar de la buena marcha de su negocio. “Cooperativas a las que les ha ido muy bien se han visto fuera del mercado por un repentino cambio tecnológico, o por cambios regulatorios o la entrada de nuevos competidores”, declaró Ucín al diario Noticias de Gipuzkoa. “De eso no se libra nadie, y cuando situaciones así se producen hace falta un aporte que lo facilita Mondragón”.
Reincidente
La propia Ulma es reincidente. La empresa abandonó Mondragon en 1993 y solicitó el reingreso en el grupo nueve años más tarde. Y Orona, como recuerdan los directivos de la matriz, rozó la quiebra en 1986 y se salvó gracias al apoyo de las demás cooperativas.
Una vez consumado el divorcio, ambas partes se han mostrado conciliadoras. Orona y Ulma aseguran que seguirán formando parte del movimiento cooperativo vasco y se han mostrado dispuestas a colaborar con Mondragon en el futuro. La matriz, por su parte, ha expresado “respeto total” al resultado de la votación y ha deseado suerte en sus proyectos futuros a las cooperativas escindidas. El propio lendakari, Iñigo Urkullu, afirmó el que el modelo Mondragon “no se va a resentir en modo alguno” y que no le preocupa el futuro del grupo ni de la economía social en el País Vasco.
15% de la facturación del Grupo Mondragon la aportaban Orona y Ulma. En total, 1.700 millones de euros al año
1956 es el año en que nació la corporación, fundada por el sacerdote José María Arizmendiarrieta
Fundada en 1956 por el sacerdote José María Arizmendiarrieta, Modragon es la gran referencia del movimiento cooperativo vasco y su influencia social va mucho más allá del impacto económico que su actividad tiene en muchas comarcas de Euskadi. La corporación está compuesta por un centenar de cooperativas, una mutua (Lagun Aro), una caja de ahorros (Laboral Kutxa), una universidad (Mondragon Unibertsitatea) y varias fundaciones. Es el principal grupo empresarial de Euskadi y el décimo de España, con 12.000 millones de euros de facturación al año y 80.000 empleados.
Xavier López cree que el modelo sigue estando vigente y que si se gestiona bien, la salida de Orona y Ulma puede ser un incentivo para aumentar la cohesión entre las cooperativas del grupo. Los responsables de la corporación aseguran que van a continuar en la misma línea y recuerdan que de cada crisis han salido más fuertes. “Esta situación nos ha apiñado mucho más”, declaró Acín. “La unión que hay entre los cooperativistas del grupo es mayor que nunca. Mondragon va bien con ellos (Orona y Ulma) y sin ellos también va bien”.