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Reformas del hogar sostenibles

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Julio 2017 / 49

EnClau Cooperativa es un proyecto basado en los materiales, la transparencia y la coparticipación del cliente en la obra para adaptarse a más bolsillos.

Reforma de cocina y comedor de una vivienda de Barcelona. FOTO: ENCLAU COOPERATIVA

Cuando un particular o una comunidad de vecinos se las tiene que ver con una reforma, de envergadura o de poca monta, la costumbre y la experiencia aconsejan solicitar y comparar, como mínimo, dos o tres presupuestos. Si el precio de uno es desorbitado solemos pensar que alguien  intenta pasarse de listo, y si todos oscilan en torno al mismo nivel salvo uno de derribo tendemos también a sospechar de este último. En todo caso, la variable que suele acabar decantando las decisiones es el coste. La construcción y las reformas integrales no imprescindibles vivieron un parón total durante los años de la crisis que apenas sale de su letargo, pero las reformas necesarias son imposibles de soslayar, de modo que el precio ha acentuado su  importancia como factor de elección.

A contracorriente, hace poco más de un año un grupo de amigos, la mayoría de los cuales había coincidido en la comisión de diseño del espacio Can Batlló de Barcelona, decidieron poner en marcha un proyecto que propone otros valores en juego: la sostenibilidad de los materiales utilizados en la obra y la proximidad con el cliente durante el proceso de la reforma.  El resultado fue EnClau Cooperativa, que forma parte del paisaje del barrio de Sants.

 

SALARIOS INDIGNOS

“Existe una voluntad de reeducar de algún modo a muchos clientes, aunque no todos están dispuestos a ello porque la inercia del precio es importante. A menudo, un cliente no ve o no quiere ver que un precio baratísimo puede implicar que los trabajadores de la empresa perciban salarios indignos, o que trabajan sin suficiente seguridad, o que los materiales que utilizan son de pésima calidad”,  explicaNora Miquel, socia trabajadora de la cooperativa, que constituyen un total de seis socios y que fue idea de la arquitecta Maria Riba.  No es la única arquitecta embarcada en la empresa, que, debido al hecho de nacer con varios proyectos apalabrados, ha cerrado su primer ejercicio con 200.000 euros de facturación que difícilmente van a poder  repetirse en el segundo. También Rubén Domínguez es arquitecto. Emili Boronat es  ingeniero. Álex López es oficial técnico de primera. Carlos del Barrio es experto en riesgos laborales. Nora Miquel se formó en Historia del Arte... La procedencia de distintas disciplinas enriquece las discusiones, apunta Domínguez.

La filosofía de EnClau Cooperativa , centrada exclusivamente en reformas de interior, es compartida por otras iniciativas que abarcan también proyectos urbanísticos y, también de la economía social, como laCol o Celobert.   Miquel y Domínguez, únicos socios trabajadores de EnClau, mientras el proyecto se consolida todos simultanean varias actividades, subrayan que estos otros proyectos no son sus rivales. “No los vemos como competidores. Allí donde no lleguemos nosotros, podemos pedirles ayuda. Creemos en las alianzas, que forma parte de la mentalidad cooperativa”, explican. 
Es una manera de pensar que sorprende en un sector dominado por pequeños constructores y paletas donde, confiesan, “la transparencia brilla por su ausencia, donde muchos trabajadores hacen su tarea en negro o a través de subcontratas, cuando nosotros queremos garantizar precios justos para los trabajadores y  reseñarle al cliente el coste de la mano de obra en el presupuesto”.

 

COSTE FINAL

La proximidad de que EnClau Cooperativa hace gala se traduce en una práctica original: la coconstrucción. El cliente decide hasta dónde participa en la obra, si quiere encargarse de pintar, por ejemplo. Puede acabar abaratando el coste final, pero también ayudar al cliente a sentirse dueño y partícipe del proceso en caso de quererlo así. Otros clientes prefieren participar únicamente en la fase de diseño, o bien limitarse a realizar algunas tareas de bricolaje que no comporten riesgos y siempre bajo  supervisión.  

Cada socio ha puesto un capital de 500 euros, más 300 anuales durante cuatro años. ¿Cómo se imaginan en un lustro? se imaginan poniendo su grano de arena en la transformación social y medioambiental. Trabajando en red. Y viviendo de ello.