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Un constante crecimiento sostenible

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Noviembre 2018 / 63

El comercio justo sigue creciendo en España gracias al café, azúcar y derivados. Sin embargo, el país todavía va muy detrás al resto de Europa.

Gilberto Benítez, productor de café de Pueblo Viejo, Morazán, El Salvador. FOTO: MAREN BARBE

El comercio justo no ha parado de crecer en España, incluso en épocas de vacas flacas. Y ese crecimiento se debe básicamente al café y al azúcar y sus derivados, que se llevan el 80% de las ventas. 

Así se explica en el último informe que aparece cada año y que acaba de publicar la Coordinadora Estatal de Comercio Justo. La investigación responde a una encuesta aplicada a las siete importadoras tradicionales de comercio justo y los datos de ventas  aportados por Fairtrade Ibérica, el principal sello del sector.

En 2017, según este estudio, las ventas superaron los 43 millones de euros en el conjunto de España. Es un crecimiento del 8,3%, lo que implica tres millones más que en 2016 (véase gráfico).

El 94% de las ventas se las lleva el sector de la alimentación; y la artesanía, que no hizo más que bajar durante la crisis, se mantiene en el 4,8% respecto al total.

Casi el 80% son café y azúcar, aunque en términos relativos el café cae del 43% al 37%, en favor del azúcar y sus derivados, con un 41% de las ventas (el doble que en 2010). También van en aumento, dentro de su poco porcentaje de ventas, el té, las bebidas alcohólicas y no alcohólicas, los frutos secos, snacks y cereales y otros. El producto que cuenta con una procedencia más amplia es el café. Se puede encontrar en España café de comercio justo cultivado en 18 países.

En España se pueden encontrar productos de más de 200 organizaciones de comercio justo provenientes de 39 países de América Latina, África y Asia (el 40% cooperativas, asociaciones o empresas de América Latina, el 28% de Asia y el 18% de África).

Estas ventas son la mejor cooperación. Crean un impacto económico directo. Latinoamérica recibe el 62% de las ganancias, Asia el 21% y África el 17%. 

“Como ya explicamos en informes anteriores, esta progresión de las ventas se debe a la venta de productos con el sello Fairtrade por parte de empresas convencionales (sobre todo grandes supermercados y cadenas de restauración)”, explican en el informe. Esto “provocó un fuerte impulso de las ventas a través de estos canales, mientras que las pequeñas tiendas especializadas han ido experimentando una importante disminución de las ventas, en paralelo a lo que ocurría en general con el pequeño comercio”. 

De hecho, entre 2008 y 2014 las importadoras españolas tradicionales de comercio justo redujeron sus ventas un 26%, aunque luego fueron aumentando nuevamente. 

El 94% de las ventas corresponde al sector de la alimentación

América Latina es de donde viene la mayoría de productos

La venta en grandes superficies es lo que ha hecho subir ingresos

“Aunque la evolución puede interpretarse como una salida del ciclo de crisis, casi 10 años después todavía no ha alcanzado los niveles de venta de 2008”, agregan. En cambio, la venta de productos con el sello Fairtrade por parte de empresas convencionales no ha hecho más que crecer, representando las ventas en la actualidad 6 veces más que en 2008. Para entender las cifras, es importante recordar que fue justo al iniciarse la crisis en 2008 cuando se puso en marcha la venta de productos con el sello Fairtrade por parte de empresas convencionales, por lo que se entiende que en las primeras etapas el crecimiento iba a ser necesariamente significativo respecto al ejercicio anterior”.

 

ESPAÑA, MUY ATRÁS 

En la coordinadora hacen el ejercicio de repartir los 43,4 millones de euros consumidos en comercio justo entre los 46,6 millones habitantes, y esto les da una media de consumo por persona de 93 céntimos de euro, una cantidad insignificante comparada con el gasto por persona de otros países europeos. Como puede verse en el gráfico, un consumidor medio en Europa gasta al año 14,15 euros en comercio justo, 15 veces más que en España (en 2015 era 17 veces menor).

Pero en realidad el consumo de comercio justo en España no está extendido. Son solo pocas personas consumidoras, que consumen casi todo lo vendido. La coordinadora revela la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas, en la que se explica que apenas un 20% lo había consumido en el último año. 

En España se gasta una media de 93 céntimos por persona al año

Consumimos 15 veces menos comercio justo que la media europea

En Europa el conjunto de ventas sigue creciendo, y ha pasado del 12,41 euros de gasto medio por habitante en 2015 a 15,26 euros en 2016. 

A nivel mundial, España tiene también poco peso. Sólo representa el 0,54% de las ventas globales. “Esta brecha con relación a otros países desarrollados se debe a varios factores”, explican desde la coordinadora. “En primer lugar, el comercio justo llegó a España en la segunda mitad de la década de 1980, con casi 30 años de retraso con respecto a otros países europeos. Otro factor fundamental es el apoyo relativamente menor que los diferentes actores privados y públicos han dado al Comercio Justo en España, a diferencia de lo ocurrido en otros países de nuestro entorno”. 

 

CARTA

Con la presentación de las cifras anuales del comercio justo, se difundió también la “Nueva Carta Internacional de Comercio Justo”. Se trata de un documento base, refrendado por más de 300 organizaciones de todo el mundo, que sirve como base política, y defiende la importancia del sector frente a la degradación del medio ambiente y el aumento del desigualdad.

“Efectivamente se da una utilidad política en el sentido de crítica del comercio convencional, que no funciona en términos de desarrollo sostenible", explica Juanjo Martínez, presidente de la sección europea de la Organizació Mundial del Comercio Justo y miembro de Oxfam Intermón. "Al mismo tiempo se renuevan unos principios comunes a un movimiento de alcance mundial que prácticamente ha cuadriplicado en 10 años el volumen de ventas. Nos parecía importante remarcar qué era comercio justo. Hay gente que habla de comercio con justicia, pero no se orientan de forma clara. Pueden ser  iniciativas responsables, pero no llegan a cumplir con nuestros estándares, en cosas comoo por ejemplo el precio justo. Nuestros estándares son más exigentes. Están orientados al desarrollo de las personas y la sostenibilidad. Y son también una razón de ser".