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Asegurar una herencia decente

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Septiembre 2020 / 83

Fotografía
Dan Gaken

El verano no ha despejado las incertidumbres sobre la pandemia de la covid-19 ni los riesgos de la crisis económica consecuencia del confinamiento forzoso; todo lo contrario. Pocos días antes de la vuelta al trabajo y a los colegios, Europa registra una aceleración de la pandemia que golpea con mayor intensidad a España, que con más de 400.000 contagiados es el país europeo más afectado. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez ha reconocido que la situación es "preocupante".

Las esperanzas de superar la crisis se han depositado principalmente en el apoyo que podamos recibir de la Unión Europea, que se ha convertido en nuestro soporte más sólido. La Comisión Europea ya ha aprobado un préstamo de 21.300 millones de euros, el 25% del total concedido, para financiar los ERTE que han permitido subsistir a miles de empresas y a 3,4 millones de trabajadores en situación de desempleo temporalmente. España espera recibir otros 50.000 millones de euros en subvenciones del Fondo de Recuperación (Nueva Generación) durante 2021 y 2022. 

Las ayudas europeas difícilmente cubrirán todas las necesidades. Un estudio de los economistas Eduardo Bandrés, Lola Gadea, Vicente salas y Yolanda Saura para Funcas considera insuficiente la cuantía de los recursos europeos. Antes de ser recortado, el plan europeo equivalía al 5,4% del PIB de la UE, inferior al 9,1% dedicado por EE UU y al 13,3% de Alemania.

El hundimiento de la economía española, del 22% del PIB en el primer semestre, ha sido el más profundo de la Unión. Las medidas de apoyo a empresas y desempleados han elevado la deuda pública hasta el 110% del PIB, según las estimaciones del supervisor.

Lo más probable es que sean necesarios más recursos públicos para dominar la pandemia, que es la tarea más urgente. Hay que impedir a toda costa la destrucción de empresas y empleos. La capacidad para recuperarse y devolver la deuda dependerá de la estructura económica que haya quedado viva. Hay aún margen de maniobra. El centro de estudios Bruegel calcula que España ha dedicado globalmente menos recursos públicos (impulso fiscal inmediato, aplazamientos de impuestos y garantías...), en términos relativos, que Alemania, Francia e Italia.

Por segunda vez en una década, los jóvenes son los más castigados por la crisis

Sería inaceptable no contar con un Presupuesto para 2021

España deberá intensificar sus esfuerzos en las verdaderas necesidades de los ciudadanos y sus empresas. Sería inaceptable que en estas circunstancias el país no dispusiera de unos Presupuestos Generales del Estado para 2021, fundamentales para gestionar las ayudas europeas.

Por segunda vez en una década, los jóvenes vuelven a ser los más castigados por la crisis. El desempleo juvenil en España superó el 40% el pasado junio, según Eurostat. Ningún otro país europeo ha registrado un nivel tan elevado. España vuelve a distanciarse de otros países que también han visto crecer el paro juvenil pero en menor intensidad como Italia (27,6%), Portugal (25,6%) y Grecia (33%).

Este panorama exigirá que el endeudamiento se destine a sufragar gastos e inversiones que protejan especialmente a las próximas generaciones, sobre cuyas espaldas recaerá su devolución. No se puede dejar como herencia un país destrozado ambientalmente, sobreendeudado y sin capacidad de respuesta.

En primer lugar, hay que reforzar el sistema sanitario y recuperar los equipamientos necesarios que se liquidaron tras la anterior crisis.

En segundo lugar, hay que multiplicar los esfuerzos en educación. El 20% del empleo está vinculado a sectores con baja cualificación profesional que dificulta su reconversión a nuevas actividades.
En tercer lugar, hay que asegurar el sistema de pensiones públicas. Los jóvenes han interiorizado que ya no tendrán pensiones. La Seguridad Social es el principal cemento que cohesiona nuestra sociedad, una cohesión que cobra mayor relevancia en un momento de crisis territorial.

Un cuarto frente de actuación urgente es el de la vivienda, otro de los grandes agravios que padecen los jóvenes. Un plan de rehabilitación y construcción de viviendas sociales con criterios de ahorro energético encaja perfectamente con los objetivos europeos. Hay financiación disponible, reactivaría la economía, crearía empleo y crearía esperanzas para los jóvenes.

En las circunstancias actuales, además de garantizar la transición digital y medioambiental en nuestro país, hay que asegurar una herencia decente para las próximas generaciones.