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Vidas pendientes de los impuestos

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Julio 2021 / 93

Fotografía
Anna Stills

Origen
Getty Images

Los impuestos son un asunto cada vez más dramático para los trabajadores con bajos ingresos, los autónomos y los pequeños y medianos empresarios. El ejercicio periódico de la declaración fiscal se ha convertido en una experiencia traumática para muchas personas. Los ciudadanos deben  asumir obligaciones que determinan los recursos realmente disponibles; en definitiva, sus condiciones de vida. Son decisiones que implican la renuncia a disponer de una reserva mínima para pagar el alquiler del siguiente mes, a participar en actividades culturales o a viajar. 

La incesante concentración de la economía y la consiguiente creación de grandes compañías, con mayores facilidades para evadir impuestos, han disparado la injusticia fiscal. Los Estados democráticos encuentran cada día más dificultades para financiar la sanidad, la educación, la pensiones, la vivienda y la lucha contra la pobreza.  En 1990 las multinacionales estadounidenses trasladaron el 5% de sus ganancias globales a paraísos fiscales para no pagar impuestos. Estas prácticas aumentaron en los años siguientes y en 2010 los beneficios desviados representaron el 30% del total, según Tax Justice Network. Los últimos datos indican que los beneficios transferidos se elevan a 1,2 billones de euros.

Esta situación es la que empujó a la Administración estadounidense del presidente Biden a proponer un impuesto mínimo para los beneficios de las multinacionales en todo el mundo. Su propuesta fue del 21%, pero después se rebajó al 15% por la presión de varios Estados europeos que actúan como paraísos fiscales. El acuerdo alcanzado el pasado 5 de junio sobre esta última propuesta por los países del G-7 (EE UU, Japón, Alemania, Canadá, Reino Unido, Francia e Italia) tiene la virtud de ser el primer intento serio de detener la carrera a la baja de los impuestos que pagan las multinacionales que empezó hace 40 años. La iniciativa, sin embargo, está plagada de incertidumbres. En primer lugar, debe ser aprobada por los legisladores estadounidenses,  más tarde por  los líderes del G-20  y después por la OCDE, que negocia esta materia con más de 130 países.

La propuesta de un  tipo mínimo del 15% en el impuesto a los beneficios globales de las multinacionales plantea, no obstante, serios riesgos. El economista Thomas Piketty ha advertido sobre estos peligros: “Aplicar una tasa mínima del 15% a los beneficios obtenidos por las multinacionales en otros países supone ni más ni menos que oficializar un verdadero permiso para defraudar a los actores más poderosos”. El autor de El capital en el siglo XXI recuerda que los ciudadanos corrientes pagan muchísimo más, y que “para las pequeñas y medianas empresas y para las clases populares es imposible crear una filial para deslocalizar sus ganancias o sus ingresos”.

Una investigación de ProPública, con datos oficiales de la Administración estadounidense, ha puesto al descubierto que las 25 personas más ricas de EE UU apenas pagan impuestos. Por los inmensos aumentos de patrimonio registrados entre 2014 y 2018 solo pagaron el 3,4%.

Más recaudación

El observatorio fiscal de la Comisión Europea (EU Tax Observatory) ha estimado que si se fijara un tipo mínimo del 25% a todos beneficios globales de las multinacionales, la UE aumentaría su recaudación por el impuesto de sociedades en 170.000 millones de euros en 2021. Se trata del 12% del gasto de salud de la Unión. Si el mínimo fuera del 15%, el aumento de ingresos solo sería de 50.000 millones.

El impuesto global del 15% a las multi- nacionales tiene serios riesgos

Es urgente poner fin a los infames montajes fiscales de las grandes compañías

Con la tasa del 15% España podría ganar 700 millones de euros más al año, pero como ha advertido Carlos Cruzado, presidente del sindicato de técnicos de Hacienda, Gestha, “podríamos salir perdiendo, siempre y cuando este acuerdo suplantara el impuesto a las digitales ya aprobado en nuestro país, la denominada tasa Google”.

Los ciudadanos son cada día más conscientes de que sus vidas dependen de los impuestos que pagan y de los que no pagan las grandes compañías y los más poderosos. Hay una verdadera urgencia de poner fin a los infames montajes fiscales que utilizan las grandes compañías cuyo verdadero resultado es arruinar los hospitales, las escuelas públicas y los sistemas públicos de pensiones, es decir, las condiciones de vida de la mayoría de ciudadanos. Mientras existan los paraísos fiscales los acuerdos fiscales tendrán poca relevancia.