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La tendencia que se instaló en casa

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Septiembre 2020 / 83

Ilustración
Lola Fernández

Las encuestas que se han hecho gracias al confinamiento, tanto de sindicatos como de empresas y gobiernos, muestran que teletrabajar puede ser positivo. Pero no todos los días. Y en orden.

La pandemia nos ha hecho cambiar de golpe y porrazo nuestro modo de vida. Hemos tenido que adaptarnos a trabajar desde casa, en muchos casos sin apenas insumos, con niños u otras personas a cargo, y sin ningún tipo de apoyo en los cuidados. Esta experiencia, si bien ha sido —y todavía está siendo— caótica para muchas familias, nos deja tanto a las personas trabajadoras como a las empresas, algunos aprendizajes.

Desde el punto de vista europeo, España estaba bastante a la cola en teletrabajo (véase gráfico de Eurostat). Íbamos muy por detrás de países como Países Bajos y Finlandia, donde el 14% ya teletrabajaba. España estaba incluso en la cola del mundo, por debajo de la media mundial, calculada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el 7,9% de la fuerza laboral.

La tendencia española, que se puede ver en los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), sí auguraba que tarde o temprano muchas personas teletrabajaríamos. El aumento año tras año se contaba en decimales. En 2018, el 4,3% de la población española trabajaba desde casa más de la mitad de los días.  En 2019 era el 4,8%.  Pero la Encuesta de Población Activa (EPA ) del segundo trimestre de 2020 lo ubicaba ya en el 16,20%. La encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que pregunta sobre si se ha empezado a trabajar desde casa como resultado de la covid-19, muestra que casi el 40% lo ha hecho, aunque sea menos de media jornada.

El confinamiento sirvió como un gran laboratorio y ya hay infinidad de encuestas para conocer las preferencias, las dificultades, las ventajas y las desventajas de trabajar desde casa. La conclusión general, ya sea desde el mundo empresarial, los sindicatos o el Gobierno, es que el teletrabajo bien coordinado no es algo negativo y ha venido para quedarse. 

La multinacional financiera Morgan Stanley evaluó la viabilidad de trabajar desde casa para unas 750 ocupaciones. Su análisis sugiere que después de la vacuna (que calcula que estará disponible en el segundo trimestre de 2021), el 30% de los empleos se harán en diferentes grados de teletrabajo.

En España, ¿queremos teletrabajar o es algo que nos viene impuesto? Según una encuesta de la escuela de negocios EADA, que coincide con otra de la consultora Adriana Scozzafava y con una tercera de UGT, cerca del 80% de la población trabajadora quisiera teletrabajar, aunque no todos los días, como ha sido durante el confinamiento. La mayoría prefiere que sean dos o tres días a la semana (véase gráfico de Scozzafava).

Sí, pero sin caos

A la pregunta de si les gustó teletrabajar en mayo, es decir, durante el confinamiento, la mayoría de la gente responde que no. Aunque las redes sociales estaban entonces repletas de la gran cantidad de cosas que se podían hacer en el enorme tiempo libre con el que supuestamente se contaba, las encuestas muestran que en muchísimos casos, ese tiempo libre no existía. Al  contrario: por lo menos el 46% de la población empleada trabajó más de 8 horas durante el confinamiento, con horarios caóticos y sin posibilidad de desconexión digital. El 80% lo hizo fuera del horario labora y el  35% dedicó al trabajo al menos 3 horas fuera de su horario (véase tabla de EADA). 

El CIS, que hizo un estudio sobre el bienestar emocional, muestra que el 25% de la población se ha sentido “demasiado cansado/a después de trabajar para encargarse del cuidado de los/as hijos/as o las tareas domésticas”. Y a más del 50% le ha pasado “a veces”.

Sin orden, el teletrabajo no es bueno tampoco para la productividad requerida por las empresas. Según el estudio de EADA, las interrupciones familiares son la principal barrera para concentrarse (42%), seguida de un espacio físico inadecuado (33%).  

16,2% población española teletrabaja actualmente debido a la pandemia, según la EPA del segundo trimestre

750 ocupaciones se pueden hacer desde casa. En la postpandemia, un 30% de las tareas se llevarán a cabo en diferentes grados de teletrabajo

Y, sin embargo, el mundo capitalista cree que cuando todo esto se acomode, el teletrabajo será bueno para las empresas. “El cambio para trabajar desde casa está creando una nueva normalidad que está rehaciendo el lugar de trabajo, el comportamiento del consumidor, los patrones de gasto, la productividad y más”, dice Adam Virgadamo, estratega de inversiones en EE UU de Morgan Stanley, en una nota emitida por la compañía. "En última instancia, estos cambios podrían ser positivos a largo plazo para la economía y el mercado de valores".
Todavía se está evaluando la productividad general, pero desde el banco de inversiones ya están viendo una adopción más amplia y acelerada de tecnologías que mejoran la productividad, que incluyen computación en la nube, herramientas de colaboración, automatización, datos y análisis.

Poner orden a través de la ley

Lo que está claro es que para que  el teletrabajo sea beneficioso para las personas trabajadoras y la productividad, también es necesario que haya unas pautas y unas reglas del juego muy claras. Por ello, sindicatos, patronal y el Gobierno vienen trabajando en la nueva ley de teletrabajo. El debate se ha paralizado durante el periodo estival, pero hay bastante consenso y esperan simplemente terminar de limar asperezas. Los resultados de los estudios son similares, y el diálogo social parece fácil de gestionar. 

Uno de los principales acuerdos a los que ya se ha llegado es que la nueva norma solo será una ley marco, pero que luego las características más específicas del teletrabajo deberán gestionarse en los convenios colectivos. Esto tiene que ver con que cada sector tiene sus propias características y la disponibilidad para el teletrabajo puede variar. 

Para los sindicatos, es importante que estas reglas del juego queden claras en los convenios. Muchos trabajadores podrían ver un aumento en sus ingresos y una mayor flexibilidad, pero otros podrían verse obligados a llegar a acuerdos que reduzcan sus salarios y aumenten su precariedad, como en los casos ya conocidos de los freelancers (en muchos casos personas sin contrato y sin seguridad que preferirían tener un contrato indefinido). Incluso los trabajadores altamente cualificados pueden tener más dificultades para mejorar su salario y sus condiciones laborales.

Carlos Gutiérrez, que forma parte del equipo negociador de CC OO de la ley de teletrabajo, explica que uno de los temas por cerrar es el de la flexibilidad horaria. “Asumimos que el teletrabajo está asociado a mayor flexibilidad. A la patronal este tema le cuesta”, dice Gutiérrez. La flexibilidad, según los sindicatos, se debe permitir para favorecer la conciliación. El mundo empresarial no está en desacuerdo, pero espera que en la normativa quede claro que esta flexibilidad debe contar con la aprobación de la empresa.

Además, para CC OO tiene que fortalecerse el caracter voluntario y reversible del teletrabajo. Al sindicato le preocupa que se generen situaciones que den vía libre a que el trabajador o la trabajadora entren a la empresa directamente firmando un acuerdo de teletrabajo sin poder cambiar las condiciones. “Se generan múltiples riesgos. Se pueden producir discriminaciones, porque no todo el mundo tiene las condiciones en su domicilio para teletrabajar”, agrega Gutiérrez.

A juicio de los sindicatos, la mejor fórmula es hacerlo compatible con el trabajo presencial, porque es necesario que quienes trabajen puedan socializar también. El mundo empresarial piensa igual. Ethan Berstein, profesor asociado de Administración de Empresas  de la Escuela de Negocios de Harvard, publicó un estudio en el que llega a la conclusión de que la oficina física genera interacciones espontáneas que fomentan el intercambio de ideas y la innovación. Además,  el teletrabajo puede generar a largo plazo una falta de confianza entre las personas trabajadoras.

Encuesta de UGT Teletrabajo en la AEAT

76% considera que dispone del espacio y mobiliario adecuados

51,2% ha recibido llamadas fuera de su horario laboral

89,2% ha mejorado su conciliación familiar

 

Otros de los puntos con discrepancias entre los agentes sociales es la compensación de los gastos del teletrabajo. ¿Quién paga el espacio, la luz y la calefacción? Las empresas asumen que tendrán que dotar de medios para el teletrabajo y verificar la salud y seguridad en el espacio utilizado, pero en ningún caso asumirán, por ejemplo, que haya espacio extra en la vivienda. El borrador más reciente de la normativa recoge la importancia de la negociación colectiva para desarrollar estos temas en cada empresa y cada sector. Ahí se terminarán de definir qué gastos se compensan y cómo. Queda también por definir a partir de cuándo es “teletrabajo”. Muchas empresas desde hace años permiten trabajar un día a la semana desde casa. En el actual texto, ese 20% semanal ya se considera teletrabajo. La CEOE espera que este porcentaje se eleve a, por lo menos, el 30%.

¿Ayuda o trampa para las mujeres?

El problema del teletrabajo para las mujeres no es el teletrabajo en sí, sino la desigualdad en las tareas de cuidados, que ya se presentaban previamente. La última encuesta de Empleo del Tiempo de España, de 2010, especifica que las mujeres dedicaban de media diaria 4 horas y 32 minutos al hogar y la familia, frente a 2 horas y 29 minutos de los hombres. Aunque esto puede estar cambiando (véase  el número 53 de Alternativas Económicas), lo cierto es que el cambio es lento y la pandemia no ha hecho más que ahondar en la desigualdad. Por ello, el Instituto de la Mujer advierte de que debe promoverse la corresponsabilidad. “El 70% de las tareas de cuidado recae en las mujeres”, explican en un boletín específico sobre la pandemia y las relaciones de género (...). “La implementación del teletrabajo debe realizarse y evaluarse aplicando el enfoque de género y atendiendo al principio de corresponsabilidad”. 

Sindicatos y empresas remarcan la importancia de unas horas de trabajo definidas y una desconexión digital

El estudio de EADA también reconoce que las mujeres y los empleados que tienen a cargo personas mayores o niños “suelen tener más dificultades para separar el trabajo y la vida privada comparado con los que no la tienen”, algo que podría afectar, si no se regula bien, a la calidad del trabajo femenino, la propia salud física y mental especialmente de las mujeres, su ascenso dentro de la empresa y su integración laboral.

Para que nadie se queme

Las empresas ya vienen ideando fórmulas para sobrellevar las dificultades del teletrabajo. Robert L. Sutton, profesor de la Universidad de Stanford, señala en un artículo del Wall Street Journal que los equipos deben ponerse de acuerdo en las expectativas y los límites, por ejemplo el tiempo máximo de las reuniones virtuales. También deben establecer rutinas y ritmos de trabajo claros. Pone como ejemplo un caso en el que todas las mañanas, a las 9.00, cada miembro de un equipo se conecta al ordenador, describe sus metas para ese día y solicita consejos. A las 16.30 se reúnen nuevamente, muestran a sus compañeros lo que lograron y piden más consejos. A partir de esa hora ya no se trabaja. Sutton también nombra una técnica de una empresa que aplica al menos alguna “tarde en modo avión” (en algún caso habla de tres mañanas) donde la persona no puede ser interrumpida por sus compañeros  ni por correo electrónico ni por teléfono móvil. Los ritmos compartidos permiten hacer el trabajo y evitar el agotamiento. Se tiene claro cuándo colaborar, cuándo trabajar solos y cuando terminar de trabajar.

Hay empresas, como DuckDuckGo, ya muy acostumbradas al teletrabajo. Organizan al azar encuentros presenciales semanales y una reunión general anual para que la gente de la empresa se conozca. Y el sistema les funciona.