La transformación de Àuria
La pandemia ha transformado la empresa cosmética de Àuria Grup en casi, casi una farmacéutica. El grupo cooperativo, que ofrece servicios como el mantenimiento de carreteras, la jardinería y la limpieza, emplea a 450 personas, de las cuales 270 sufre algún tipo de discapacidad intelectual o de enfermedad mental. Pero es el área industrial en el que da trabajo al grueso del personal. Àuria, que factura 15 millones de euros anuales, es el único centro especial de trabajo con una división de cosmética, que se limitaba a fabricar perfumes, colonias y ambientadores para terceros y que se entregaban ya envasados al cliente. La pandemia hundió la demanda.
“Desde la gripe A valoramos la fabricación de un producto que fuera bien para este tipo de infecciones. Pero como al final no fue tan grave y teníamos mucho trabajo con los perfumes, no lo desarrollamos. Cuando en 2020 vimos que se nos echaba encima algo desconocido y global, y que teníamos un volumen elevado de existencias de alcohol, hicimos una solución hidroalcohólica higienizante, un producto cosmético. Las autoridades nos dieron la autorización y lo sacamos al mercado en dos semanas, cuando era un bien escaso. Ahora está a punto de ser acreditado como antiséptico, un desinfectante, y, por tanto, un medicamento, lo que implica un proceso de fabricación mucho más estricto”, explica Miquel Canet, su gerente.
Àuria fue la primera entidad sin ánimo de lucro autorizada a fabricar una solución hidroalcohólica con la que ha parado el golpe. Pero el mercado ya se ha saturado, y el futuro está en otra parte. La cooperativa tiene a punto una línea de cosméticos naturales y otra de productos higienizantes, como jabones y lociones corporales, así como cremas de manos. Parafarmacia con el titular de economía social.
“Todo esto suena muy mercantil. Pero todas estas acciones son para sostener una industria de personas con capacidad de trabajo manipulativa, para realizar productos que requieren mano de obra intensiva. Solo podremos mantener el empleo, y si podemos, aumentarlo, con un producto que nos aporte valor añadido”, explica Canet.
Empleo poco productivo... y útil
Otras muchas empresas privadas también se han buscado la vida. “Pero hay una diferencia: priorizan la defensa del beneficio. Nosotros también, pero no se lo llevan los accionistas, sino que se reinvierte y sirve para mantener empleos que en una empresa ordinaria estarían en peligro porque son poco productivos. Nuestra obligación es buscar alternativas que los sostengan con un empleo estable". El futuro es complejo por la aceleración de la automatización y la robotización.
Las personas que trabajan en Àuria podrían estar en un centro asistencial, suponer solo un coste para la sociedad. Mientras, en el centro especial de trabajo todo el mundo se siente útil, rinda o no, y devuelve las ayudas con creces. "Por cada euro que recibimos de ayuda de la Administración, retornamos 4,5 euros. Pero el aspecto de innovación, comercial y de emprendimiento importa para nuestra subsistencia, pues el componente de subvenciones es cada vez menor. Los productos deben ser viables. Tenemos que tener cada vez más reservas, y para poder soportar crisis como esta. Porque cuando hay crisis, no hemos hecho nunca ajustes”, dice Canet, que ve más útil para su causa captar inversiones que recibir ayudas.