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La vuelta a la oficina, despacito

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Septiembre 2020 / 83

Ilustración
Lola Fernández

Las empresas harán bien en iniciar el curso manteniendo en casa a todos los empleados que puedan para evitar males mayores y facilitar que los niños vayan al colegio.

Aunque las autoridades sanitarias españolas daban por hecho que el virus de la covid-19 iba a dar una tregua durante las vacaciones de verano, la realidad las ha desmentido: la epidemia está en plena expansión en muchas comunidades autónomas y, como consecuencia de ello, las empresas harán bien en iniciar el curso manteniendo alejados de las oficinas a todos los trabajadores que puedan para evitar males mayores y para dar una oportunidad a que los niños puedan volver al colegio.

Optar por el regreso a la oficina puede suponer, en muchos casos, la ampliación del espacio para mantener la distancia de seguridad entre los puestos de trabajo, así como la mejora de los sistemas de climatización para garantizar la frecuente renovación total del aire, a lo que debe sumarse el incómodo uso de la mascarilla. La inversión en las reformas necesarias puede compensar si la presencia en el puesto de trabajo es obligada, pero tiene poco sentido si durante el confinamiento se demostró que la tarea se desempeña bien desde casa. La pauta sobre el periodo de tiempo en que el teletrabajo seguirá siendo prioritario la ha dado Google al anunciar que la mayoría de sus empleados en todo el mundo seguirán en casa hasta julio de 2021, una fecha en la que se espera ver ya cómo se comportan las pimeras vacunas que se pongan en circulación.

Susan Hayter, una analista de la evolución futura del trabajo que presta sus servicios a la OIT, subrayaba en una reciente entrevista la necesidad de convertir los puestos de trabajo en lugares seguros para ganar la confianza de los empleados. “Para que este planteamiento funcione”, precisaba, “se debe examinar todo: desde los planes de distanciamiento social, las medidas de control y las pruebas de detección del coronavirus, hasta la disponibilidad de equipos de protección personal”.

Tecnología madura

La pandemia ha supuesto un extraordinario ensayo masivo de teletrabajo. En todo el mundo, la gran mayoría de los que podían trabajar desde casa lo han hecho para tratar de contener la expansión del virus. El ensayo ha sido un éxito notable porque la tecnología necesaria está suficientemente madura como para que puedan utilizarla las empresas de cualquier tamaño y, al mismo tiempo, está ya muy extendido el ancho de banda que permite la transferencia masiva de datos y las teleconferencias de grupos amplios.

Sectores que empezaban a explorar el trabajo a distancia han confirmado sus posibilidades. En una entrevista publicada en La Vanguardia el último día de mayo, el presidente de Banc Sabadell, Josep Oliu, sorprendió por su entusiasmo sobre el tema: “Si nos preguntan qué hemos aprendido nosotros, pues hemos aprendido el teletrabajo. Y la eficiencia en el teletrabajo y las telerreuniones. Y las televisitas. Es muy eficiente realmente. Trabajamos en casa, con menos estrés, con todo lo que ha sido este periodo que era un flujo constante de peticiones de créditos. Este sistema es supereficaz porque con los sistemas antiguos no lo hubiéramos podido hacer”.

Dentro del sector financiero, Danske Bank ha anunciado la apertura de una opción permanente a sus empleados para que trabajen desde casa  y el suizo UBS permitirá a un tercio de sus trabajadores elegir entre presencia física y teletrabajo. En el sector digital, Facebook prevé que la mitad de sus empleados trabajen desde casa en los próximos años “ajustando el salario al lugar de residencia” y Twitter ha anunciado que todo aquel que quiera seguir trabajando a distancia después de la epidemia podrá hacerlo.

El sector de las tecnologías de la información, el que aparentemente tiene más posibilidades de éxito, lleva ya muchos años poniendo en marcha iniciativas de teletrabajo, básicamente permitiendo a una parte de sus empleados trabajar desde casa algún día a la semana o, en menor medida, todos los días. Una de las experiencias que se suele poner como ejemplo de los límites del trabajo remoto es la de la cadena estadounidense de aparatos electrónicos Best Buy, que puso en marcha en 2005 un programa que permitía a sus empleados trabajar desde casa o acudir a la oficina según su propio criterio. Un cambio de directivos en 2013 modificó drásticamente el planteamiento.

Los empleados de Google trabajarán en casa hasta julio de 2021

El empleo a distancia seguirá creciendo. La duda es a qué velocidad

Ese mismo año Yahoo cortó su experiencia en el trabajo desde casa cuando pasó a ser dirigida por Marissa Meyer. La explicación que ella dio para el cambio pasó a ser una argumentación clásica entre los directivos reticentes con el trabajo a distancia: “Algunas de las mejores decisiones y propuestas surgen en debates de pasillo o cafetería, coincidiendo con gente nueva o en reuniones de equipos improvisados”. Es significativo que las grandes empresas digitales hayan preferido construir grandes sedes llenas de lujosos servicios para que los trabajadores pasen todo el día allí a ahorrar dinero con oficinas más austeras y pequeñas complementadas con el teletrabajo. Una opinión ampliamente compartida en el sector era que la creatividad y la innovación se ven perjudicadas si los empleados no interaccionan en un espacio común.

La diferencia entre lo sucedido hasta marzo pasado y la situación que se derivará de la pandemia es que la experiencia de trabajo a distancia está siendo ahora generalizada y ha implicado a todo tipo de empresas, incluso las pequeñas y poco digitalizadas, lo que amplía el ámbito posible de aplicación. Pero no solo eso, la pandemia ha puesto de manifiesto cómo son las ciudades con escasa contaminación y poco tráfico cuando los viajes de trabajo se reducen drásticamente, todo un aliciente para no renunciar al teletrabajo.

Presión inmobiliaria

En Nueva York, los grandes propietarios de los rascacielos de oficinas de Manhattan están presionando a las Administraciones y a las empresas para que el retorno a los puestos de trabajo se produzca cuanto antes, con escaso éxito de momento, porque tanto las entidades financieras como las grandes corporaciones tienen poco que ganar con un regreso precipitado. Algunos gobiernos, como el de Boris Johnson en el Reino Unido, también están animando desde agosto a la vuelta al trabajo para activar los negocios de los distritos donde se sitúan las oficinas de las empresas, pero esta iniciativa está chocando con las reticiencias de una buena parte de los trabajadores. A la incomodidad que pueda producir un entorno de trabajo que se perciba poco seguro se suma la aversión a utilizar de nuevo el transporte público, aunque de momento no llegue a los niveles de sobreocupación de los tiempos anteriores a la covid.

Es probable que tras la pandemia se consolide el incremento del trabajo a distancia y se produzca un declive de las oficinas. La profundidad y velocidad de los cambios es la incógnita.