Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

Liberarse de la deuda pública

Comparte
Pertenece a la revista
Mayo 2021 / 91

Cada vez más voces se manifiestan a favor de que el BCE y los bancos centrales nacionales anulen o conviertan en perpetua la deuda pública que tienen en sus manos. Hay miedo a que una subida de los tipos de interés provoque un colapso y se impongan recortes sociales similaresa los de la crisis anterior. 

El fuerte aumento de la deuda pública como consecuencia de las medidas para afrontar la pandemia ha disparado las alarmas. La nueva montaña de deuda se suma a la ya generada por la crisis financiera de 2008. La deuda pública superó el 100% del producto interior bruto (PIB) en siete países de la Unión Europea a finales de 2020. Esta elevada carga ha sido llevadera porque el Banco Central Europeo (BCE) ha adquirido una parte muy significativa del nuevo endeudamiento y ha mantenido los tipos de interés muy bajos o negativos. Actualmente, el 25% de la deuda pública europea está en manos del BCE y los bancos centrales nacionales.

Las previsiones son que la deuda siga creciendo en los próximos años. En 2031, la deuda pública se mantendrá en Italia y Grecia en el 155% del PIB; en España alcanzará el 140%; en Bélgica, el 121%, y en Francia, el 120%, según el Monitor de Sostenibilidad de la Deuda de la Comisión Europea. 

Debate interesante

En esta coyuntura, economistas de distintos países vienen promoviendo desde hace tiempo la idea de que el BCE y los bancos centrales anulen o conviertan en perpetua la deuda pública que han adquirido. La propuesta ha ido ganando adeptos en los últimos meses y ha abierto una profunda reflexión sobre la estructura económica del euro. La discusión es especialmente interesante porque cuestiona los fundamentos del sistema: las causas de la generación de la deuda, la creación del dinero, la independencia de los bancos centrales, las deficiencias de la construcción de la moneda única, el papel de los impuestos en la financiación del déficit y las reglas europeas que limitan al 3% del PIB el déficit y al 60% la deuda pública. 

62,6% Es la deuda pública que se perdonó a Alemania en la Conferencia de Londres de 1953

La preocupación de fondo es que si suben los tipos de interés, la deuda se vuelva insostenible y se impongan de nuevo medidas de austeridad, es decir, recortes del gasto social, que tantos daños causaron.

La cancelación de la deuda pública en manos del BCE tomó altura el pasado noviembre tras las manifestaciones de David Sassoli, presidente del Parlamento Europeo, quien admitió que la propuesta “era una interesante hipótesis de trabajo que debería ser reconciliada con el principio cardinal de sostenibilidad de la deuda”.

La iniciativa adquirió un mayor impulso el pasado febrero con la aparición de un manifiesto que abogaba por la anulación o conversión de la deuda pública en perpetua, firmado por más de 150 destacados economistas y personalidades de Francia, España, Alemania, Italia y Bélgica, principalmente. Entre los firmantes figuran Thomas Piketty, Steve Keen, Nicolas Dufrêne, Laurence Scialom, Jézabel Couppey–Soubeyran, Cristina Narbona, Nacho Álvarez, Nicola Acocella, Eric Toussaint, Jorge Fabra, Jordi Sevilla, Juan Torres, Francisco Louça, Costas Lapavitsas y Andor Laszlo. 

Piketty, autor del seminal libro El capital del siglo XXI (2013), es el principal inspirador de la idea. El economista francés ha recordado las numerosas ocasiones en que se ha anulado la deuda pública para evitar un colapso. Ha explicado que tras la Segunda Guerra Mundial la deuda pública superó el 200% del PIB en Francia y Alemania, y que una década después lograron rebajarla al 30% recurriendo a la inflación, a los impuestos y las restructuraciones, es decir, anulando parte de la deuda.

El caso más relevante fue la Conferencia de Londres de 1953 ,cuando se perdonó a Alemania el 62,6% de su deuda pública, lo que liberó al país de ataduras y le permitió iniciar una etapa de prosperidad. Entre quienes concedieron el perdón se encontraba un país tan pobre como Grecia, al que en 2010, el Gobierno de Ángela Merkel, aquejado por una injustificable amnesia, impuso un régimen de austeridad que destrozó su economía y provocó un sufrimiento imperdonable a su pueblo. El actual Gobierno derechista de Atenas y las exigencias europeas han elevado la deuda pública griega al 206% del PIB.

En España, una parte significativa del aumento de la deuda pública se ha debido a las ayudas bancarias no recuperadas que el catedrático de Economía Aplicada de la UAB Antoni Garrido cifra en  50.000 millones de euros. El último empujón al endeudamiento se produjo en febrero pasado, cuando Eurostat exigió a España que reconociera como deuda pública la asumida por la Sareb (el llamado banco malo) de más de 34.000 millones de euros, lo que elevó su peso total hasta el 122% del PIB. 

Deberse a uno mismo

El manifiesto del pasado febrero destaca la contradicción que supone que el 25% de la deuda pública esté en manos del BCE y de los bancos centrales, que son instituciones propiedad de los Estados. Por esto,  los economistas estiman incongruente que “nos debemos el 25% de nuestra deuda a nosotros mismos”. Este hecho es el que fundamenta la anulación o conversión en deuda perpetua. Su propuesta es hacer un contrato entre el BCE y los Estados europeos. A resultas del mismo, “el BCE se compromete a condonar las deudas públicas que posee (o a transformarlas en deudas perpetuas sin intereses), mientras que los Estados se comprometen a invertir las mismas cantidades en la reconstrucción ecológica y social”. 

Manifestación en defensa del clima, en Berlín. Fotografía: Beba Tut

Juan Torres , catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, recuerda que no ha habido crisis de deuda que no se haya resuelto con una solución política. El profesor es muy crítico con la arquitectura del sistema euro. “Creo que habría sido mejor que el BCE hubiera financiado directamente las necesidades de gasto generadas por una situación tan grave como esta pandemia”, opina. “Tenemos una Unión Europea sin Hacienda y no tenemos un banco central que funcione como un prestamista de última instancia. El argumento de que los tipos son muy bajos no me vale, porque no sabemos cuánto tiempo esto será así”. Y añade: “Lo que se ha hecho es burlar el Tratado. Se podía haber hecho de otra manera, como una emisión de deuda perpetua. Esto antes o después va  a estallar”. 

Jorge Uxó, profesor de Teoría Económica de la Universidad de Castilla-La Mancha y firmante del manifiesto como otros miembros de Economistas Frente a la Crisis, subraya: “nos importa el tema de la deuda, pero nos importa sobre todo el debate sobre las reglas fiscales de la zona euro. La cuestión de fondo es que cuando pase la pandemia vamos a tener que seguir invirtiendo en economía verde. Lo que queremos es asegurar que la deuda no sea un pretexto para reducir determinados servicios sociales”. Los temores del profesor Uxó se confirman por el aumento de las  preocupación en Alemania por la carga que se dejará a las próximas generaciones. 

Reacciones en contra

La propuesta ha recibido un rechazo frontal de destacados economistas e  instituciones. Para el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, la cancelación de la deuda “es ilegal según los tratados”. A su juicio, "no tiene sentido económico o financiero en absoluto”. Más relevante es la opinión del premio Nobel Paul Krugman, quien quita relevancia a la cuestión “porque los costes del endeudamiento público son ahora muy bajos, y probablemente se mantengan así durante mucho tiempo”. 

La cancelación de la deuda es un asunto de gran trasfondo político e ideológico que ha provocado una clara división en el seno de la izquierda francesa, al que ha dedicado especial atención Alternatives Economiques. Nuestra revista hermana ha recogido un interesante debate entre Agnès Bénassy–Queré, economista jefa del Tesoro, quien advierte de que la anulación de la deuda condena al BCE a no poder realizar más tarde su mandato, y Jézabel Couppey-Soubeyran, profesora de la Universidad de París que defiende que el aumento de la deuda no es el único medio para financiar la recuperación y que hay otras alternativas.

Sin embargo, también hay voces en medios empresariales que abogan por cancelar la deuda pública. Así, el economista Alain Minc, vinculado a la dirección de importantes corporaciones, estimó hace un año: “anular una parte de la deuda sería la mejor solución en el plano intelectual. Una vía intermedia sería alargar la duración de la deuda a 100 años, es decir, a perpetuidad”.

El perdón de las deudas aparece en todas la culturas desde la antigüedad. El antropólogo,  anarquista y profesor del Goldsmiths College de Londres David Graeber ha realizado uno de los estudios más completos sobre el papel de la deuda en los primeros 5.000 años. Su obra En deuda. Una historia alternativa de la economía (Ariel, 2014) concluye con una propuesta: “Creo que hace mucho tiempo que necesitamos algún tipo de Jubileo (perdón de deudas) al estilo bíblico: uno que afecte tanto a la deuda internacional como a la de los consumidores. Sería conveniente y saludable no solo porque aliviaría tanto sufrimiento humano, sino también porque sería una manera de recordarnos que el dinero no es inefable, que pagar las propias deudas no es la esencia de la moralidad”. Graeber, fallecido el pasado septiembre, hijo de un luchador estadounidense de las brigadas internacionales en la Guerra Civil, señaló que las reglas sobre la deuda “no son sino disposiciones humanas y que si algo significa la democracia es, precisamente, la capacidad para ponernos de acuerdo y disponer de las cosas de otra manera”.

España, récord histórico

La historia está repleta de acontecimientos de impago de deuda.  Los economistas Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff elaboraron la larga lista de impagos entre 1340 y 2011. España encabeza la clasificación con 14 veces en que incumplió sus obligaciones de pago, mientras que Francia y Alemania incumplieron en nueve y ocho ocasiones, respectivamente. 

"El dinero no es inefable. Pagar las propias deudas no es la esencia de la moralidad”
David Graeber
Antropólogo

La discusión sobre el endeudamiento conduce también al proceso de la creación del dinero. Josu Onandia, impulsor y primer presidente de Dinero Positivo en España, señala: “nos parece bien esta iniciativa. Pero nosotros pensamos en una alternativa más amplia. Proponemos que una entidad pública fuera la responsable de crear el dinero y que luego lo entregara a los parlamentos. Es esencial que esta entidad pública sea independiente de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Para ello proponemos que esté formada por un numeroso grupo de personas con elevada formación técnica y procedencia muy diversa, como la academia, profesionales de la economía y la banca”.

Actualmente, los bancos crean el dinero mediante la concesión de préstamos. Cuando alguien pide un préstamo, el banco crea el dinero y por tanto este nace ya como una deuda. El dinero creado va circulando por la economía y solo una parte muy pequeña se mantiene como reserva y por esto se llama sistema de "reserva fraccionaria”.

Todo esto ocurre en un contexto crecimiento exorbitante de la deuda global (pública y privada) cuya gestión implica un aumento de las finanzas sobre el conjunto de la economía. Es decir, una profundización de la financiarización de la economía. La deuda global alcanzó un nuevo récord en 2020 hasta situarse en 281 billones de dólares (232 billones de euros) con lo que superó el 355% del PIB global, según el Instituto Internacional de Finanzas.