Los migrantes del clima
Millones de personas tendrán que dejar sus hogares si no se frena el calentamiento global.
Cada año, los huracanes y las tormentas tropicales traen lluvias torrenciales a las montañas de Guatemala, provocando aludes de lodo que destruyen vidas y viviendas, arruinan cultivos y dejan tras de sí un rastro de enfermedades. Al mismo tiempo, la escasez de precipitaciones merma las cosechas de maíz, principal sostén de la población, y deja desnutridos a miles de niños. Muchos campesinos optan por dejar sus tierras y marcharse a las ciudades en busca de trabajo; otros se suman a las caravanas de migrantes nicaragüenses, hondureños y salvadoreños que se dirigen hacia el norte con la esperanza de entrar en EE UU.
En Madagascar, un periodo de cuatro años de sequía amenaza con desencadenar la peor hambruna derivada del cambio climático ocurrida hasta ahora en el mundo, que obligaría a cientos de miles de personas a migrar, según denuncia el Programa Mundial de Alimentos de la ONU. Al otro extremo del planeta, en Vanuatu, un archipiélago de 83 islas ubicado en el Pacífico Sur, la falta de lluvias, la subida del nivel del mar y los tsunamis están acelerando el desplazamiento de personas de las zonas rurales a los centros urbanos.
Efectos del fuego en una zona habitada de California. Fotografía: David McNew /
Greenpeace
Estos son solo unos ejemplos del impacto que ya está teniendo el cambio climático en la vida de las personas. La ONU calcula que los fenómenos meteorológicos adversos obligan a abandonar sus hogares a más de 20 millones de personas cada año desde 2010 y vaticina un aumento significativo de los llamados “refugiados climáticos” o “migrantes climáticos” en los próximos años. En palabras de Andrew Harper, asesor especial del Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) sobre Acción Climática, “tenemos que prepararnos para lo peor”.
En la edición más reciente de su serie de informes Groundswell, el Banco Mundial advierte de que las migraciones internas revertirán décadas de avances en el desarrollo económico en los países más pobres del planeta si se agrava el impacto del cambio climático en la disponibilidad de agua, la productividad de los cultivos y el aumento del nivel del mar. Según el informe, en los próximos años surgirán “puntos críticos” de migración climática que irán intensificándose y expandiéndose. En el escenario más pesimista, el Banco Mundial calcula que hasta 216 millones de personas podrían desplazarse dentro de sus países de aquí al año 2050 (véase gráfico).
No es demasiado tarde
A pesar de todo, el Banco Mundial considera que no es demasiado tarde para actuar. Kanta Kumari Endoud y Viviane Clement, principales autoras del trabajo, afirman que si disminuyen significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero y se adoptan modelos de desarrollo “verdes, resilientes e inclusivos” se podrían reducir hasta en un 80% las migraciones climáticas.
El Centro de Seguimiento de Desplazamientos Internos (IDMC, en sus siglas en inglés) sostiene que las consecuencias del cambio climático inducido por las personas —aumento de las temperaturas, desertificación, inundaciones, pérdida de biodiversidad, etc.— harán inhabitables muchas zonas del planeta y reducirán las posibilidades de encontrar comida y agua. El IMDC cifra en 30,7 millones los desplazamientos derivados de fenómenos meteorológicos y climáticos en 2020. La gran mayoría de estos movimientos están protagonizados por personas que cambian de lugar de residencia dentro de sus propios países.
Amina Muhammed, de 23 años, junto a sus dos hijos en el campo de personas de desplazadas de Lasgalol (Etiopía). Vive allí desde hace un año, cuando ella y su familia tuvieron que abandonar su hogar a causa de la sequía. Eran pastores y perdieron sus animales. Fotografía: Pablo Tosco / Greenpeace
Si bien los conflictos y la inestabilidad política han sido los principales detonantes de los movimientos migratorios a lo largo de la historia, los factores ambientales y climáticos pesan cada vez más a la hora de huir en busca de seguridad y un modo de vida mejor. “Las dinámicas de la crisis climática, la pobreza, la inseguridad alimentaria, los conflictos y las migraciones forzadas están cada vez más interconectadas y se refuerzan recíprocamente”, sostiene un informe de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y Greenpeace, titulado Huir del clima. Estrella Galán, directora de CEAR, afirma que estamos ante un fenómeno que se va a dar cada vez con más frecuencia. “Llegamos tarde y por eso no podemos perder más tiempo. Hay que abordar este asunto como una prioridad”.
Greenpeace y CEAR advierten de que las cifras sobre migraciones forzosas a veces carecen de rigor científico, se malinterpretan o son magnificadas por algunos medios de comunicación. Aunque pueden servir para visibilizar el problema y despertar conciencia sobre su relevancia, “también se utilizan desde ciertas esferas políticas como un argumento para justificar las políticas migratorias y de asilo cada vez más restrictivas o para alentar discursos populistas basados en el miedo”.
Promesas incumplidas
Aunque pocas zonas del mundo van a quedar al margen de los desplazamientos de personas causados por la crisis climática, los países más vulnerables al fenómeno son, precisamente, aquellos que menos han contribuido a él y que carecen de los recursos necesarios para mitigar su impacto. La ONU denuncia que los países ricos han incumplido su promesa de aportar 100.000 millones de dólares al año para ayudar a las naciones más pobres a hacer frente a la situación. CEAR y Greenpeace subrayan, además, que las mujeres y las niñas se están viendo especialmente afectadas por el fenómeno debido a una situación previa de desigualdad estructural.
El Norte de África corre el riesgo de ser la zona del mundo con la mayor proporción de migrantes climáticos. Según el escenario más pesimista planteado por el Banco Mundial, 19 millones de personas, equivalentes al 9% de la población de la zona, podrían abandonar sus zonas de residencia en las próximas tres décadas, principalmente a causa de la falta de agua.
20 millones de personas huyen de sus casas cada año
Los más vulnerables son quienes menos culpa tienen
Ello podría provocar un aumento de las migraciones hacia Europa. Aunque la mayor parte de los desplazados son internos, las migraciones de las zonas rurales a las ciudades habitualmente preceden a los movimientos a través de las fronteras. Una comisión de expertos alemanes llegó a la conclusión que frenar el cambio climático es esencial a la hora de prevenir futuras crisis de refugiados en Europa y recomendó la creación de un “pasaporte climático” para facilitar la acogida de refugiados procedentes de países vulnerables.
En vísperas de la COP 26 en Glasgow, la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, afirmó que las amenazas medioambientales constituyen "el desafío más importante para el ejercicio de los derechos humanos de nuestra era”. A principios de octubre, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó una resolución que reconoce por primera vez que vivir en un medio ambiente sin riesgos, limpio, saludable y sostenible es un derecho humano sin el cual difícilmente se puede disfrutar de otros derechos, como la salud e, incluso, la vida.
Aunque no se consideran estrictamente migraciones climáticas, el informe de Greenpeace y CEAR denuncia cómo las actividades de empresas de países ricos que degradan el medio ambiente y expolian recursos naturales causan nuevos desplazamientos de personas. Un ejemplo son los pescadores de Gambia, Senegal y Mauritania, que ven cómo grandes barcos europeos, rusos y chinos se hacen con el control de su actividad, lo que obliga a muchos a emprender peligrosas rutas migratorias.