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“Los países ricos no son inmunes al problema” // Alistair Woodward

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Enero 2019 / 65

Entrevista a Alistair Woodward

Universidad de Auckland.

Experto en cambio climático, salud y alimentación, participante en la plataforma Re-City para la sostenibilidad social en Barcelona

En 2003, en Europa hubo miles de muertes atribuidas a una ola de calor. Pero no nos acabamos de creer la relación con la cambio climático. ¿Por qué?

El escepticismo social es muy fácil de comprender, porque las olas de calor y otros fenómenos como las inundaciones se han producido siempre. El cambio climático no es el único factor que las provoca. Lo importante es que el cambio climático vuelve mucho más graves y  mucho más frecuentes los fenómenos extremos. Le pondré un ejemplo: el huracán Harvey devastó completamente Houston el año pasado. Pues la ciencia nos dice que la probabilidad de que se reproduzca un fenómeno con un potencial tan destructivo se ha multiplicado por seis respecto de la que había en el siglo XX. Eso es brutal.  

¿Surgen nuevas enfermedades por el cambio climático o se expanden enfermedades que ya existen?
 

En un futuro inmediato el problema se centra en la expansión de enfermedades que ya existen, aunque también es posible que, si no atajamos el cambio climático, surjan nuevas condiciones y problemas de los que no sabemos nada. Pero creo principalmente que hoy el problema es el riesgo de multiplicación. Tenemos ya problemas de malnutrición, de infecciones, de incendios forestales, olas de calor, con efectos directos e indirectos. Hace un tiempo vivimos incendios terribles en California. Más allá de las personas que puedan morir quemadas en un fuego, hay que reflexionar sobre por qué en este Estado de EE UU hace más calor y sequedad de lo que nunca sucedió antes. Cada vez es más frecuente y grave, y eso tiene que ver con el cambio climático. Toda la costa oeste de Estados Unidos está viéndose afectada por la contaminación debido a los incendios. El impacto sobre la salud es importante, especialmente para quien sufre problemas como el asma o problemas respiratorios. El cambio climático es un multiplicador de riesgos: si tu salud es precaria, o tienes problemas de acceso a agua potable, o tu provisión de alimento no es segura, si dependes directamente de la cosecha, tienes más riesgos.

Hablamos de Europa y de EE UU. Solemos pensar en un impacto lejano, en los países más pobres.

En África se sufren problemas mayores como sequías y pérdidas de cosechas, con las disrupciones sociales que implican. Cuando se producen, se dan migraciones de África a Europa. He mencionado ejemplos que ayuden a recordar que los países ricos no son inmunes a los efectos del cambio climático.

En los mensajes populistas se incluyen temores a la expansión de enfermedades ligadas a las migraciones. ¿Qué opina?

Esta preocupación no tiene mucho sentido. Hoy hay tanto tráfico y tantos viajes en el mundo que las posibilidades de que el zika llegue a España son múltiples. No se necesita que haya refugiados medioambientales de otros países. Puedes llegar de unas vacaciones en Brasil y tener un problema.

De hecho, tenemos algunos casos de dengue autóctonos por picaduras de mosquito...

Los mosquitos son un buen ejemplo al que recurrir, porque, en efecto, hay enfermedades transmitidas por mosquitos que están en distintos puntos del mundo, y particularmente en el Mediterráneo. Sé que tienen problemas con el dengue. El mosquito es muy sensible a los cambios de temperatura y a la lluvia, de modo que, con temperaturas más elevadas, es más fácil que se reproduzca y más difícil controlar la expansión de enfermedades. Hay otros vectores de transmisión como los caracoles, que transmiten también enfermedades. Y cuanto más cálido es un territorio, como está ocurriendo en China, mayor es la exposición potencial del país.

¿Afecta el cambio climático a lo que comemos?

Pienso que a largo plazo el cambio climático tendrá un impacto muy importante en la provisión de alimentos, tanto por lo que respecta a la cantidad disponible de alimentos como a su calidad.

¿Debido al crecimiento de la población?

El crecimiento de la población es un factor, aunque hay otros. Los sistemas alimentarios ya están hoy en tensión debido al aumento de la población. Estamos cambiando patrones de comportamiento: se da una demanda creciente de carne y de alimentos con elevadas proteínas, y hay escasez de tierras, de suelo disponible. Mucha gente depende de las cosechas de cereales para comer. Y ya hay problemas con las cosechas por la temperatura y el agua. En lugares como el Sur de China, por ejemplo, las cosechas de arroz se ven ya afectadas. El riesgo de pérdida de cosechas  será un problema notable si miramos 40 años vista o 50, si no cambiamos nada. Pero lo que es relativamente nuevo es la menor calidad de los alimentos. A medida que hace más calor, el nutriente en las cosechas de cereales cambia. Generalmente, contiene menos nutrientes esenciales. Eso es un motivo de preocupación para la salud, particularmente entre mujeres embarazadas y niños.

¿Hay evidencia de impactos distintos en función del género?

Hay diferencias claras en el impacto sobre hombres y mujeres, sencillamente porque las vidas de los hombres y las mujeres son distintas en muchos sentidos. Estoy pensando especialmente en los países más pobres, por una cuestión de roles sociales de género. Por ejemplo, cuando se producen inundaciones, y hay zonas anegadas, los riesgos de ahogarse o de enfermar son mayores para las mujeres, sobre todo en comunidades donde su movilidad es más restringida. Por ejemplo, Bangladesh. Pero el efecto género es diferente en cada lugar. En algunas zonas del mundo, el cambio climático afecta más los hombres. En el caso de las olas de calor, porque suelen estar más tiempo trabajando fuera.

¿Y los niños?

Los niños son los más vulnerables. La contaminación del aire empeora por las temperaturas más elevadas. El sistema  respiratorio de los niños se ve más expuesto a los efectos de la contaminación, y eso vale para cualquier lugar.

La guerra del diésel y las restricciones de circulación muestran que la transición energética no será fácil.

Es un reto. Hoy hemos comprobado las consecuencias del diésel: incrementa la contaminación del aire y causa muchos problemas de salud en Europa, y particularmente en Barcelona. A la vez, las ciudades pueden ser el agente de cambio, porque están más cerca de las condiciones en que vive la gente. Los gestores urbanos saben de gestión de residuos, de parques, de suministro de agua, de transporte público. Y mejorar la política en estas cuestiones puede ayudar mucho a combatir el cambio climático, en términos prácticos. Pero requiere cambios de mentalidad. En mi país me hace sentir optimista ver que los líderes del cambio son los jóvenes. 