Te quedan 0 artículos gratuitos este mes.

Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

“De los países pobres viene mucho más dinero del que enviamos” // Núria Molina

Comparte
Pertenece a la revista
Junio 2014 / 15
Foto artículo: “De los países pobres viene mucho más dinero del que enviamos”

Entrevista

Núria Molina

Directora de política y campañas de la ong internacional Action Aid

La activista social defiende más sociedad civil y más desarrollo económico para reducir la desigualdad.

“De los países pobres viene mucho más dinero del que enviamos”

 

Experta en cooperación al desarrollo, Núria Molina es directora de Políticas e Investigación de la ONG Internacional Action Aid y trabaja en Londres. En esta entrevista habla de ayudas, pero también de flujos de capital y de políticas para reducir las desigualdades.

Uno de los grandes reclamos de las ONG cuando se habla de ayuda al desarrollo es cambiar el tipo de ayuda, tener coherencia en las políticas. ¿Se ha avanzado en eso o ha empeorado con la crisis?

Hay una forma descriptiva para explicar las políticas de desarrollo: los flujos financieros que van de norte a sur y de sur a norte. En los países ricos se hablaba de ayudas del 0,7% del PIB, que casi nunca han llegado a eso. Pero el flujo de riqueza que sale del sur y llega al norte es decenas de veces más grande. De los países pobres viene mucho más dinero del que enviamos.

¿Cómo funciona ese flujo? ¿Ese dinero dónde va?

Es difícil hacer estimaciones porque muchos de estos flujos no están contabilizados, o son ilícitos, pero se estima que uno de los más importantes, del dinero que sale, es en forma de evasión fiscal a paraísos fiscales. Otro es el pago de la deuda externa. Para muchos países pobres es un porcentaje muy alto de sus ingresos. Otro es la repatriación de los beneficios de multinacionales. Y otro flujo importante tiene que ver con las reservas de los bancos centrales. Son los flujos más importantes, pero hay más. El Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene un requerimiento que dice que los países deben tener una cantidad de reservas en el banco central. Si para ello hay que recortar en educación y sanidad, pues se recorta. Eso es importante para los gobiernos, porque da cierta independencia. Pero desde mi punto de vista es innecesario.

FOTO: ANDREA BOSCH

¿Cómo se relaciona eso con los flujos al norte?

Muchos países asiáticos que han crecido muy deprisa han acumulado muchas reservas. Pero este dinero no se tiene directamente en el banco central. Se invierte en generar más dinero, y casi siempre lo que hacen los países es invertir en bonos del tesoro estadounidense, en dólares; y más recientemente, en Europa. En la práctica, esto significa que la mayor parte los países pobres que han podido acumular reservas están prestando su dinero de forma muy barata a Estados Unidos o a Europa. Nuestros países pueden invertir en carreteras, o en lo que quieran invertir, gracias a eso.

 

Además, los países pobres están endeudados con los ricos…

Ellos tienen que pagar la deuda con unos intereses mucho más elevados, prestando su propio dinero. Si los países pobres pusieran ese dinero a trabajar, a hacer carreteras o en desarrollo industrial, el porcentaje de crecimiento económico sería mucho más alto que el que da invirtiendo en bonos del tesoro norteamericano.

¿Hay alguna alternativa real que se esté dando en estos momentos?

Había dos procesos en América Latina y en Asia que parecían ser esperanzadores. Uno de ellos es el del Banco del Sur, en América Latina. Había allí una serie de de acuerdos de coordinación y cooperación en políticas monetarias. Pero aparentemente está paralizado. En Asia, está el ASEAN+3, también una organización regional que intenta coordinar política monetaria y comercial. Hubo algunos pasos para hacer un Fondo Monetario Asiático.

¿Solo un banco chino no sería como un banco regional, siendo tan grande como una región entera y con su cierto imperialismo?

Pues muchas reservas las tiene en bonos del tesoro norteamericano. Lo que ocurra en política monetaria estadounidense puede afectar muchísimo a sus reservas. Lo que ha hecho China para tener más control es intentar gozar de un papel más importante dentro del FMI.

Otro de los flujos al norte dijo que tenía que ver con los paraísos fiscales…

Los paraísos fiscales son fundamentales para la evasión fiscal. Si evades y no tienes donde esconderlo, tienes que ponerlo debajo del colchón de tu casa. Y no cabe. Lo que sí ha traído la crisis es crear conciencia sobre la evasión fiscal. Antes, tenía menos relevancia dentro de la opinión pública. Se ha identificado el problema. Pero eso no significa poner soluciones.

“La crisis ha creado mayor conciencia en la opinión pública sobre la evasión fiscal”

“La desigualdad económica lleva a un secuestro del poder político por las élites”

En Europa se están desarrollando políticas supuestamente para terminar con los paraísos fiscales. Se ha dicho que algunos países —por ejemplo, Luxemburgo— acabarán con el secreto bancario a partir de 2015, y que seguirán avanzando en ese sentido. También han implantado políticas el G20, el G8 y algunos países. ¿Estas políticas se concretarán realmente en mejoras?

Poner en marcha las soluciones es fácil. Las vías que se han identificado —como el informe país por país de las grandes multinacionales, ya que actualmente los informes se realizan a escala mundial o regional y no se sabe lo que estas empresas tienen en cada país, así como una mayor transparencia a nivel bancario— son caminos que han hecho suyos algunos gobiernos. Pero el problema de muchas de estas directivas es que son bastante voluntarias. Además, tú puedes emitir una ley, pero si no ejecutas las medidas para desarrollarla, no se hace. Las medidas para acabar con los paraísos fiscales no son ni complejas ni desconocidas. Solo falta voluntad política. Además, las grandes multinacionales y el sector bancario han sido brillantes en adaptarse a los cambios. Hay una industria de grandes consultoras que se dedican a encontrar los agujeros legales de cada nueva ley que sale y asesoran a las multinacionales sobre cómo eludir sus obligaciones fiscales.

Se ha luchado durante muchos años por una Tasa Tobin a las transacciones financieras. Ahora, parece que se va a hacer en Europa. ¿Realmente cree que se hará?

Se supone que sí. La parte más positiva es que generará ingresos, pero no regulará. Cuando un gobierno impone un impuesto medioambiental, también quiere disuadir a las empresas de hacer tonterías a escala medioambiental. Aquí, eso no va a suceder.

Argentina usó los paraísos fiscales para luchar contra grandes poderes, ocultar lo que tiene y no perderlo ante los fondos buitres ¿Qué opina?

Esto no es una solución sostenible. Se necesita una reforma del sistema. ¿Qué es lo que ha llevado a los fondos buitres a actuar como en Argentina? Hasta ahora, muchos contratos de deuda no tenían lo que se llama “cláusulas de acción colectiva”, que se implantan en empresas e indican que si hay un proceso de bancarrota, los acreedores se tienen que sentar a negociar. Con la deuda soberana no hay el equivalente. Cuando Argentina dijo: “no vamos a pagar”, algunos acreedores decidieron no negociar. O peor: vendieron los títulos en mercados secundarios de deuda. Los fondos buitre los compraron a precio de saldo y llevaron a los tribunales a Argentina por el valor nominal de los títulos. Ellos quizá lo compraron a 2 y el título nominal era a 20, y ahora reclaman 20, lo cual es una vergüenza.

 

¿Quién es?

Antes de trabajar en Action Aid, Núria Molina dirigió también el Departamento de Investigación en Save the Children y fue directora del European Network on Debt and Development (Eurodad). Vive desde hace años entre dos centros neurálgicos del mundo, Londres y Bruselas. Allí ha conocido los manejos del poder y las grandes injusticias que configuran un mundo dividido en ricos y pobres. Madre reciente que hace esfuerzos para que la maternidad no le impida continuar, intenta que su voz y lo que ha aprendido se escuche. FOTO: ANDREA BOSCH
 
 
¿Se pueden ver en algún lado esos contratos abusivos?
 
Normalmente son completamente confidenciales, pero en uno de mis trabajos tuvimos acceso a un montón de contratos de créditos, gracias al Gobierno ecuatoriano, que tenía los papeles que se habían firmado en los años ochenta y noventa con Europa y con el Banco Mundial. Cuando Rafael Correa subió al poder quiso hacer una auditoría de deuda, y pidió a varios expertos, incluidos movimientos de la sociedad civil, que diéramos nuestra opinión. Realmente era usura, una vergüenza. Parte de la culpa la tiene el gobierno que lo firma, pero hay que tener en cuenta que cuando se está en una situación mala, el acreedor tiene su responsabilidad.

Actualmente, el caso de los fondos buitre se resuelve en un tribunal de Estados Unidos…

Sí, porque no hay un mecanismo de arbitraje de la deuda soberana. Todos estos créditos que firmaron los países pobres se registraban sobre todo en Nueva York y en Londres, o en las jurisdicciones que fueran más favorables para el acreedor. Un país deudor está en manos de un tribunal sobre el que no tiene ningún tipo de influencia.

También ocurre en disputas de inversión. Cuando hay una divergencia entre una empresa y un país, se resuelve bajo el paraguas del Banco Mundial. No existe un tribunal imparcial. ¡Qué casualidad! De cada 100 casos, 98 se fallan a favor de las empresas y no de los países.

¿Qué se puede hacer?

Todos los contratos entre inversores y deudores deben ser más transparentes. En la negociación con los países pobres debería haber un modelo de contrato. Que no pueda llegar un inversor y decir “este contrato tiene que ser así”, y se haga de ese modo.

Hace poco, en Action Aid seguimos un caso de la empresa Suiza Addax, que había contratado una tierra en Sierra Leona para usarla durante 100 años. La empresa desembarcó con un equipo muy formado de abogados. El Gobierno estaba desesperado porque necesitaba dinero. Muchas veces es mejor no firmar que firmar lo que sea. Nosotros pagamos un estudio allí y los investigadores entrevistaron a campesinos en la zona. Cuando publicamos el estudio, la empresa amenazó a los compañeros en Sierra Leona.

Parece David contra Goliat, en un círculo vicioso que no tiene salida...

El problema real que hace más difícil acabar con eso es la desigualdad económica. Esta llega a conducir a un secuestro del poder político por las élites.

De todos los países que ha ido estudiando en su carrera, ¿qué gobierno diría que es ejemplar en conseguir una disminución de la desigualdad?

En los países de bajos y medios ingresos, el ejemplo es Brasil. Las políticas que ha hecho de seguridad alimentaria, la bolsa familia, el asegurar un mínimo nutricional, las transferencias monetarias, etc., han reducido muchísimo la desigualdad en Brasil. Hace 20 años era un país con uno de los índices de desigualdad más importantes del mundo, un coeficiente Gini (el índice que mide la desigualdad) de más de 50, lo cual es brutal. Continúa teniendo una desigualdad importante, pero ha bajado sustancialmente. Si se compara con el mismo período en un país en condiciones similares, como Sudáfrica, que ha aplicado otras políticas, los resultados son muy distintos. En Sudáfrica la desigualdad ha aumentado.

¿Cuál es la manera de combatir la desigualdad?

Mediante dos procesos: el fortalecimiento de la sociedad civil, los medios de comunicación y el poder judicial; y el desarrollo económico. Si se tiene un desarrollo económico productivo, con industrias de mano de obra cualificada, se consigue que la masa de pobres se convierta en un conjunto de trabajadores que las empresas necesitan para producir. Entonces las personas no solo tienen más acceso a un salario digno, sino también más capacidad de negociación con las élites. Ellos necesitan tu fuerza de trabajo para producir su capital.

Pero eso no interesaría a las élites...

Hay algunos gobiernos que lo están haciendo. Si se mira el modelo de desarrollo de Corea del Sur hasta los años sesenta y setenta, se ve que era de los países más pobres. Se invirtió en sectores productivos que dieron muchos beneficios, sectores básicamente industriales. Se creó una industria automovilística, una locura, como si ahora en Bangladesh alguien dijera: “Vamos a crear una industria aeronáutica”. Ahora el país acaba de ingresar en la OCDE. En todo caso, es el mismo proceso que ha llevado a cabo Inglaterra, y que los países europeos hicieron en los siglos XVIII y XIX. Hay que ver todavía qué ocurre. China es hoy un Estado absolutamente autoritario, pero hace poco ya se vio obligado a aumentar muchísimo los salarios de los trabajadores.


Europa creció así, y ahora va hacia atrás. ¿Por qué?

Creo que ha sido un plan bastante bien orquestado de destrucción del Estado de bienestar y de destrucción de la capacidad de negociación de los trabajadores. No es una teoría de la conspiración, pero la imposición, a partir de los años ochenta, de la ideología neoliberal ha creado el caldo de cultivo, el pozo intelectual y las políticas económicas y sociales que han revertido todo este proceso. Influyeron también otras cuestiones como la crisis de la deuda, también en los ochenta. Fue el principio del fin de la regulación financiera, y de políticas monetarias estrictas como la que había habido a partir de los acuerdos de Bretton Woods.

En los países ricos, la mayoría de la gente ya está cualificada. España ha ganado en los últimos años mucha gente universitaria. Sin embargo, no parece haber una reacción generalizada. Más bien lo que va en aumento es la ultraderecha...

Hay partidos políticos que utilizan respuestas demagógicas, muy fáciles para desviar otros problemas. La inmigración y el nacionalismo son las dos cuestiones más fáciles de alimentar, para desviar de lo realmente importante, que es el hecho de que se está desmantelando el Estado de bienestar. Todos pensábamos, en los movimientos sociales y las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que, como consecuencia de la crisis global, se produciría una reacción política y social de cambio histórico. Pero estos procesos toman mucho tiempo.

¿En España hay esperanza?

La crisis nos ha llevado a una cierta identificación del problema, a un cierto descontento con las élites. Pero hay una incapacidad para llevar a cabo acciones colectivas. Se necesita un crecimiento exponencial de todos los actores políticos un poco progresistas, como el 15M y otros movimientos. Tengo depositada esperanza en algunos países emergentes como Brasil o algunos en Asia. Allí, estos movimientos de solidaridad en el ámbito del trabajo están tomando mucha más fuerza.

Paseando a su bebé Núria Molina, en Barcelona, poco después de la entrevista. La profesional de Action Aid subraya cómo la imposición de la ideología neoliberal ha creado el caldo de cultivo, el pozo intelectual y las políticas económicas y sociales que están destruyendo el Estado de bienestar. FOTO: ANDREA BOSCH

 

Demografía

“Si el mundo no tuviera fronteras, la desigualdad se podría reducir”

Antes era un mundo de países pobres y países ricos. ¿Ahora es un mundo de ricos y de pobres, desiguales, sin importar los países?

En el siglo XX, la desigualdad más potente era entre países ricos y pobres. Desde un punto de vista del desarrollo económico, era la desigualdad que más importaba. Por eso se hacían las campañas del 0,7% para transferencias de recursos, aunque nunca se cumplieran. Actualmente, si se mira el mundo de forma generalizada, la desigualdad entre países ha disminuido. Ha aumentado la desigualdad dentro de cada país.

Pero si se mira a un individuo dentro de la sociedad mundial, la desigualdad entre países continúa siendo la más definitoria. Si naces en Bangladesh, este hecho pesa muchísimo. Y si naces en Alemania también. Ya nazcas arriba o abajo de Bangladesh y Alemania.

¿Si la tendencia de las desigualdades continúa y en algún momento la desigualdad fuera más entre personas que entre países, se abrirían las fronteras?

La desigualdad es fundamental para el asunto de las migraciones. Si el mundo no tuviera fronteras, y fuera realmente lo que dicen los neoliberales —libertad total no solo de los productos y el dinero, sino también de las personas— y la gente de los países pobres pudiera emigrar, esta desigualdad posiblemente se podría reducir, porque una persona emigrando a un país rico es uno de los mayores ascensores sociales que puede tener. Estos ascensores sociales no funcionan porque se cierran las fronteras. Todos los argumentos que se utilizan para cerrar las fronteras a escala económica son absolutamente erróneos: la posibilidad de tener un empleo para la gente de un país, que se abusa de los sistemas de bienestar, o que disminuye el crecimiento económico… Todos los estudios técnicos concluyen que esto no es así.

 

Niños y pobreza

“Un país pobre crecería el 2%-3% más si se resolviera la desnutrición infantil”

Usted dirigió también un departamento de investigación en Save the Children. La desigualdad, ¿Cómo está afectando en los niños la desigualdad?

Afecta incluso más que la pobreza. En una investigación que hicimos, en una muestra de distintos tipos de economía, el resultado más impactante fue que los niños sufren la desigualdad el doble que los adultos. Si se coges un adulto de los más ricos y uno de los más pobres, la riqueza disponible para los adultos es menos distinta que para los niños. Porque hay muchos más niños en los percentiles más bajos y mucho más ingresos entre los más ricos.

¿Cómo crecen estos niños?

Lo que yo más he mirado son los países pobres, que es donde el problema es más impactante. En los primeros años de vida, si una persona no recibe nutrientes suficientes queda discapacitada intelectual y físicamente. Y el porcentaje de estas personas es altísimo en los países pobres.

Por supuesto, es una violación a los derechos del niño, pero además se ha calculado que el impacto económico es mucho. El país crecería un 2 o 3% más que si no tuviera tantos niños incapacitados a consecuencia de la desnutrición infantil.