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“Esta pandemia ha sido un aviso. Debemos hacer las cosas de otro modo”

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Septiembre 2020 / 83

Joan Tristany

Director general del lobby industrial AMEC

“Esta pandemia ha sido un aviso. Debemos hacer las cosas de otro modo”

Si en España existe un lobby industrial de peso, es AMEC, una asociación de empresas  que en 2019 cumplió medio siglo de vida ayudando a un total de 350 compañías industriales a vender sus productos por el mundo y a internacionalizarse. Una de sus actividades clave es anticipar las tendencias, más aún en el actual contexto de incertidumbre. Se da la circunstancia de que, en diciembre pasado, antes de que la covid-19 cambiara nuestras vidas, el Observatorio de AMEC ya estudiaba la posibilidad de que un virus acabara generando una crisis, entre otros posibles riesgos ante los que el mundo debía estar alerta.

Eso sí que es prospectiva oportuna. 

Nosotros partimos de la base de que estamos en la era del antropoceno, en la que la acción de la humanidad tiene un impacto muy negativo sobre el funcionamiento natural del planeta. Lo vemos, entre otros ámbitos, en el calentamiento global, la utilización de recursos y la energía. Nos acercamos a un colapso. Puede sonar catastrofista, pero creo que nos tenemos que tomar muy en serio la situación. Tenemos un margen de 10 años, hasta 2030, para hacer un cambio, que además debe tener lugar de forma sincronizada en el mundo. 

¿La pandemia ayuda o complica este cambio?

La pandemia ha sido un aviso. Aunque la covid-19 sea un virus con características distintas, no es el primero que hemos sufrido en los últimos años, del SARS al Ébola o, salvando las distancias, el VIH. La pandemia debe ser una advertencia para que por fin tomemos medidas con las que afrontar tendencias de fondo que ya existían. Debemos plantearnos qué hacemos con el medio ambiente y con las desigualdades sociales, de género y de raza. O con el riesgo terrorista. O con los movimientos migratorios de quienes tienen que abandonar su país. Tomemos conciencia y hagamos las cosas de otro modo.

¿Hacer las cosas de otro modo significa que se apuntan a la ola de las empresas con propósito?

En AMEC pensamos que no es una moda, sino una seria tendencia de fondo. Creemos que las empresas, más allá de los intereses de sus accionistas y propietarios, deben actuar de acuerdo con una función más trascendente en la sociedad. Debatíamos sobre ello  justo cuando se produjo la declaración de la Business Roundtable.

Hay quien opina que es una gran operación de maquillaje. Ahí están desde JP Morgan y Amazon a Exxon Mobil y Apple.

¿Sabe qué? Hasta cierto punto da igual si es maquillaje o no. Da igual si fue forzado o no. Lo que importa es que este movimiento ha surgido como reacción a una tendencia social que es real. La sociedad exige otras cosas. Eso es lo que cuenta. En AMEC nuestra convicción sobre el propósito es genuina, es parte de nuestra nueva misión. De hecho, será el tema de nuestro foro anual, que celebraremos antes de que acabe el año. En julio no fue posible. 

A resultas del virus se habla mucho de industria y de reindustrialización. ¿Se sienten queridos como sector? 

A la industria no se le hace justicia. Es un sector con mayor autosuficiencia y se la deja funcionar sola. Pero si no trabajamos para que la industria se transforme, podemos perder del todo nuestra competitividad industrial. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Pensemos en Nissan. 

En Nissan parecen haber confluido múltiples razones, ¿o no?

El cierre no tiene que ver con la covid y posiblemente entren en juego cuestiones geopolíticas, pero yo creo que si Nissan hubiera logrado tener una competitividad relativa mejor que la de otras plantas no se iría. Al margen de consideraciones políticas, las compañías deciden en función de lo que les resulta más óptimo. 

¿Eso se traduce en aceptar siempre recortes de costes, como los laborales?

Por muy baratos que sean los costes de la mano de obra en otra parte, o por muy barato que les puedan salir unos terrenos, una industria difícilmente se marchará a un lugar desértico. Se irá a un lugar donde exista más industria, porque donde hay industria hay servicios a la industria, buenas infraestructuras... lo que intento decir es que si queremos captar más inversión extranjera, necesitamos tener un entorno industrial positivo. Si solo pensamos en regresar a la situación previa a la pandemia, perderemos competitividad, porque hay una revolución tecnológica y verde en marcha y nuestros competidores homologables europeos sí se la están tomando en serio. Si no actuamos, la situación puede ser problemática, para la industria y para una parte importante del sector servicios, ligado a la industria. No podemos quedarnos de brazos cruzados. 

¿Quién es?

Joan Tristany (Cardona, Barcelona, 1965) ha vivido las dos grandes crisis de este siglo desde la dirección general de la Asociación de Empresas Industriales Internacionalizadas (AMEC), puesto que ocupa desde 2001. Economista y actuario de seguros, su vida profesional está enfocada a sacarle punta a la competitividad empresarial y los mercados exteriores. Es miembro del Observatorio de la Internacionalización. Además, forma parte de la Asociación Española de Normalización (UNE) y del comité organizador de distintas ferias. Se formó en la Universidad de Barcelona (UB) y en la escuela de negocios IESE.

 

¿Qué significa no quedarse de brazos cruzados? ¿Más dinero público?

Aunque seguramente sea necesario movilizar recursos, también públicos, y de forma adecuada con el fin de conseguir un impacto en la innovación, lo realmente importante es lograr que las Administraciones crean que la reindustrialización es un objetivo, como a nivel europeo se ha establecido. Las políticas de formación, las políticas de infraestructuras, las políticas energéticas... las políticas deben ir ligadas a este objetivo. Italia ha puesto en marcha un plan de renovación de equipos productivos, es la línea. El primer paso es tener claro qué objetivo y modelo de país queremos: ¿dominado por los servicios?, ¿industrial?, ¿equilibrado? Nosotros proponemos que se cree un think tank de prospectiva que dependa de la máxima autoridad política, siguiendo el ejemplo de Euskadi, que sí tiene la convicción de que la industria importa. El escenario de crisis que vivimos está lleno de riesgos, pero también puede ser una oportunidad. La digitalización y la industria 4.0 pueden ayudar a España a salir de la crisis. 

¿Puede poner un ejemplo?

En AMEC hablamos de empresas industriales internacionalizadas que, por ejemplo, prestan buenos servicios de posventa. Pero no se puede viajar fácilmente y no se podrá viajar con normalidad durante mucho tiempo. Pero hay soluciones. La asistencia técnica remota para que desde una fábrica de Lliçà de Vall se pueda asistir a un usuario de maquinaria que esté en Sudáfrica. No se trata de ayudar a la industria para que aguante el tipo, sino para que se transforme. Pero la voluntad de transformación de la industria no basta.

¿Y tenemos objetivo y modelo?

La UE establece un objetivo de inversión en I + D + i del 3% del producto interior bruto (PIB). España está en el 1,24%. Y la cuestión no es medirse con la media europea, sino con nuestros competidores. Alemania está en el 3,5%. Además, aquí la mayor parte de la ejecución corresponde al sector privado. Debemos lograr que los recursos públicos destinados a innovación ayuden a transformar la industria.

"La digitalización y la industria 4.0 pueden ayudar al país a salir de la crisis"

"Si queremos captar inversión, necesitamos un entorno industrial positivo"

Hay voces que ni ven posible una reindustración ni creen que la generación de riqueza se mida en función de tener más o menos industria. 

Discrepo de estos argumentos radicalmente. La industria genera empleo de más calidad, mejor retribuido y más estable, incluso teniendo en cuenta que en el sector servicios haya firmas de servicios profesionales, bufetes, aseguradoras, bancos, etc. con sueldos muy elevados. Y sin industria muchos servicios en los sectores que acabo de mencionar ni existirían. Entiendo que quienes dicen que no hemos de reindustrializar el país se refieren a la industria manufacturera, cuya competitividad se basa en el bajo precio de la mano de obra. Yo no hablo de volver a fabricar camisetas. Hablo de una industria que desarrolle soluciones para mejorar las demandas de la sociedad, hablo de economía circular, medio ambiente y salud. 

¿Y si nos quedamos sin mascarillas?

No sabemos cómo serán las nuevas pandemias ni cómo se transmitirán. Ojalá lo supiéramos. ¿Y si la transmisión se produce por picaduras de mosquito? ¿Y si se manifiesta en problemas circulatorios? 

Parece que necesitaremos mascarillas y respiradores hasta que haya vacuna.

Fabricar mascarillas es tener una mirada corta. Como ha llovido, ahora compramos toneladas de paraguas. Entiéndame: claro que ahora necesitamos disponibilidad de mascarillas y respiradores. Pero a lo que me refiero es a que resulta mucho más interesante tener una industria preparada para que, en un momento de emergencia, pueda fabricar lo que haga falta. ¿Quién ha podido fabricar respiradores? Seat. Me interesan las empresas con impresoras 3D, las alianzas que han permitido producir partes de los respiradores, como boquillas. Por otra parte, uno de los problemas con los respiradores no ha sido tanto fabricarlos como la burocracia de la certificación. Muchos no se han podido utilizar. De cinco proyectos, tres aún no la tienen. Pues ahora se venden a otros países.

¿Tenemos una industria competitiva?

Tenemos una industria diversificada. Tiene empresas que son puntas de lanza en muchos sectores. Pero con un problema: su pequeña masa crítica. Muchas no tienen dimensión suficiente para llevar a cabo las transformaciones necesarias, que requieren grandes inversiones. Habrá que tener mayor presencia en los mercados pero costará más viajar y tendremos que implementarla con gente local. Eso requiere grandes transformaciones como el ejemplo que le ponía con Lliçà. La industria que no se digitalice ni transforme tendrá graves problemas. 

"Antes de la pandemia ya se había desacelerado el comercio mundial, pero el comercio regional aumenta"

Con la automatización y la robotización, ¿avanzamos forzosamente hacia empresas con menos trabajadores?

Depende. Si nos conformamos con una industria manufacturera que ponga robots en lugar de personas habrá, en efecto, una sustitución. Pero si apostamos por la transformación, incorporaremos más robots, que sustituirán algunos empleos, y a la vez generaremos nuevos puestos de trabajo. No tiene por qué haber menos mano de obra. En algunas posiciones, sí, pero en otras, al contrario. Si pensamos en las plantillas de los operadores de autopistas, vemos que son mucho más amplias hoy que hace 30 años. Sin embargo, el pago del peaje se ha ido automatizando. Tenemos que formar a la gente para que pueda realizar otras funciones, desarrollar otras competencias; entre las más importantes, la capacidad de aprendizaje, pues lo que vayamos estudiando caerá en desuso a gran velocidad. Hace falta gente capaz de cambiar de funciones según el cambio de circunstancias. Los currículos formativos deben adaptarse, la universidad debe ser más ágil. 

Ustedes se han expandido al calor de la globalización. ¿Cómo evolucionará? 

El principal cambio que supone la pandemia es el de acelerar la digitalización y la transición ecológica. Por otra parte,  antes nos encontrábamos en un momento de cierta desaceleración del comercio mundial, que pasa por la guerra comercial en curso. La Organización Mundial del Comercio (OMC) entra en crisis por su incapacidad de mediar entre EE UU y China. Ante las tendencias proteccionistas es importante contar con un árbitro internacional. A la vez, en paralelo a esa guerra, más países se han ido desarrollando desde el punto de vista industrial y ha aumentado el comercio regional. También hay que tener en cuenta que la globalización no solo va de comercio de mercancías. La movilidad es clave. Sin tanta movilidad los efectos de la pandemia habrían sido otros. Eso va a cambiar.

¿Cree que viajaremos menos incluso con una vacuna?

Yo creo que no volveremos al mismo nivel de movilidad, incluso con vacuna. Seguiremos viajando por placer, pero hemos descubierto una solución más cómoda y barata para muchos desplazamientos.

El Gobierno afirma que es necesaria más justicia social. ¿Ve inevitables subidas de impuestos por la deuda creciente?

Estamos de acuerdo en que hace falta más justicia social y en que debe hacerse frente a la emergencia social. Pero no en que haya que aumentar la presión fiscal. Más presión fiscal iría ahora, precisamente, en detrimento de la justicia social. Ahora se trata de que no cierren empresas, de que estas reactiven la economía y generen empleo. Poner las cosas más difíciles a las empresas en este momento no favorecería la recaudación ni incidiría en el beneficio de la ciudadanía, ante el riesgo de recortes de empleos. Sí creemos que se debe trabajar en mejorar la eficiencia del sistema fiscal. Hay que eliminar el fraude fiscal y la corrupción a todos los niveles y en todos los ámbitos. Si lo hacemos, ganaremos en justicia social con mayor eficiencia, y los ingresos aumentarán de forma muy sustancial, sin más impuestos.