“Hay dos tipos de empresas: la banca y las demás” // Manuel Pimentel
Entrevista
Manuel Pimentel
Empresario y exministro de trabajo
El editor sostiene que sin la reforma laboral aún habría más desempleo, pero cree en lo público y defiende un modelo similar al nórdico
“Hay dos tipos de empresas: la banca y las demás”
Qué tal le va como empresario-editor?
En realidad, salvo mi paréntesis político, siempre he sido empresario. Antes, tuve empresas de ingeniería. Como empresario, se pasa por rachas buenas y por otras malas. Este año está siendo duro, pero detrás de cada empresario hay un optimista. Y cada vez hacen falta más.
Pues el contexto no invita.
Después de un cataclismo como éste, tardarán mucho en surgir de nuevo personas que se quieran arriesgar.
Hace un tiempo algunos autores de su editorial, Almuzara, protestaron. No cobraban.
Las editoriales vamos pagando como podemos. Ahora, pagamos razonablemente. Si sigue la crisis, supongo que volverán las dificultades e iremos solventándolas, como todas las empresas. La editorial es una mezcla de poesía y empresa. El editor tiene alma de poeta y entraña de empresario. Los factores vocacional y de proyecto cultural pesan en las nuevas editoriales casi más que los económicos. Si no…
FOTO: ANDREA BOSCH
Dijo una vez que carece de talento para la política. ¿Qué supuesto talento debería haber tenido que no tenga?
La política es una actividad muy importante y necesaria en la vida. Nos ordena como sociedad, establece prioridades. Hay políticos más gestores, otros más idealistas, otros que ilusionan, y la suma de talentos hace que un sistema prospere. Además de talento, hace falta tener una vocación acrisolada. La política tiene partes muy hermosas y muy nobles, pero también partes muy exigentes y muy duras. Sopesándolo todo, creo que estoy mejor fuera. Talento, vocación… A mí me interesan mucho los debates públicos y sigo la política, pero puedo trabajar, escribir, editar, mediar en conflictos…
¿Es posible estar en política manteniendo ideas propias? ¿O la partitocracia engulle?
Desde la antigüedad la acción de la política debe conllevar una razonable coherencia con uno mismo. Todos tenemos un bagaje de ideas básicas que hay que procurar no tocar , y si estás en una organización con unos liderazgos, siempre debes ceder en algo. El problema es que en España la partitocracia es excesiva, y no queda mucho margen más que para refrendar lo que mande la cúpula. Piense que los partidos incluso multan al diputado que no vota con el grupo. Es difícil tener una mente libre, pero no solo por los partidos. La propia sociedad llama “traidor” al que vota contra la disciplina de partido.
¿A usted le llamaron “traidor” cuando se marchó del Gobierno y luego del PP?
Supongo que habría personas a las que les gustaría más y otras menos. Pero no percibí un excesivo mal rollo. Ni buscaba aplausos ni eludía pitidos. Creía que debía irme a mi casa y me fui.
¿Quién es? |
Hace ya más de una década de todo el ruido (dejar el Gobierno y, después, el PP), pero, mal que le pese, Manuel Pimentel (Sevilla, 1961) es y será si no cambia mucho el patio el ministro que dimitió. El empresario andaluz, ingeniero agrónomo, licenciado en Derecho y diplomado en gestión de empresas, aparece hoy con cara de sueño y una maleta. El extitular de Trabajo pasa por Barcelona por un asunto de Almuzara. Hoy, es editor. Adora los libros y le citamos en el Ateneu Barcelonès. Preside la Asociación Española de Empresas de Consultoría y media entre Iberia y sus pilotos. Nunca habla de los otros, ajeno al ring de la política española. FOTO: ANDREA BOSCH |
La razón oficial de su renuncia fue el caso Aycart, pero rechazaba la ley de extranjería de Aznar, y después la guerra de Iraq.
La guerra fue posterior. La ley de extranjería fue una razón, sin duda. Pero con un caso de corrupción de un colaborador, entendí que debía irme por responsabilidad política. Hice lo que creí correcto. Tampoco hay que darle más importancia.
¿En España no se dimite poco? Mire ahora.
No seré hoy quien diga si hay que dimitir más o menos. Cada uno en cada circunstancia hace lo que considera. Sí pienso que hay que abordar el asunto con más naturalidad. Si crees que debes irte, dimites y no pasa nada.
“Una persona, una empresa o un gobierno que vive de lo que le prestan es un zombie”
“Sin la reforma laboral, el paro aún hubiera aumentado más, habría sido mucho peor”
En su libro El decálogo del caminante, distingue entre caminantes, turistas y zombies, los que se dejan llevar por las circunstancias. ¿Tenemos un Gobierno zombie?
Veo a muchas personas y a muchas empresas con problemas parecidos a los de los gobiernos. Una deuda sobre un piso que vale más que el piso y que no se llega a pagar con el sueldo, o una empresa endeudada con activos devaluados y con ingresos insuficientes. En el caso del Gobierno, un déficit altísimo y una deuda terribles con una economía que no crece. Vamos a superar el 100% del PIB de deuda pública. Venga el que venga, sea Zapatero, Rajoy o quien sea. Claro que hay cierto margen de actuación, de gestión, de reformas y de generación de confianza, pero en lo básico, el marco es el mismo. Una persona, una empresa o un gobierno que viven de lo que le prestan es un zombie.
Al principio de la crisis, usted dijo que esta requería soluciones keynesianas. Era antes de que Estados Unidos y la Unión Europea bifurcaran sus caminos y de que Alemania impusiera la austeridad. ¿Repite eso hoy? Igual aparece muerto...
Es un debate interesantísimo. A menudo me pregunto si Europa y Estados Unidos podemos tener ambos la razón, si uno de los dos tiene que estar forzosamente equivocado. De entrada, no podemos decir: EE UU 100 y Europa 0, pues Europa está haciendo ciertas políticas de estímulo gracias al Banco Central Europeo. Pero es cierto que EE UU actúa con otra intensidad. ¿Quién tiene razón? No lo sé. A corto plazo, parece que le va mejor a EE UU, pero vemos que su política también entraña riesgos. El imperioso instinto de salvarnos, la necesidad de dinero, pensando en el hoy, nos llevaría a pedir deuda, deuda y deuda. Pero si yo fuera la abuela de mi pueblo pensaría que los países no pueden vivir mucho tiempo endeudándose más y más. Necesitamos un plan. En todo caso, el debate sobre austeridad o políticas de estímulo a escala local o nacional es falso. Porque vivimos ya de lo que nos prestan y es difícil que nos presten más. Pero a escala europea se pueden hacer cosas.
Usted, que ha sido ministro de Trabajo, ¿no se mesa el cabello porque no haya una estrategia europea para hacer crecer la economía solidaria con el conjunto de países?
¡No la hay, no la hay! No sabemos cómo tomar decisiones en Europa. Está programada para otras circunstancias. Podríamos pensar una estrategia común solidaria y decir: “Señores, por supuesto que no vamos a dedicar el dinero a cualquier cosa, sino a crear empresas, o a investigación. Tú aumentas tu consumo para que yo exporte más”. Pero existe mucha desconfianza y funcionan muchos tópicos contra el Sur. Aunque, ¿le prestaría los ahorros de su madre de toda su vida a Chipre o a Grecia? La solución, sin embargo, está en Europa. La encontremos o no.
Para la banca hemos encontrado dinero. Es clave para la economía. Para sostenerla hemos reventado déficit y deuda. ¿El paro es una prioridad? ¿El empleo no es clave?
La gestión de la crisis ha demostrado que existen dos tipos de empresas: los bancos y las demás. Los bancos no pueden quebrar. Los demás sí. Desde el G20 de 2008 que decidió que no caerían más bancos, todo el mundo, a escala global, nacionalizó, prestó, avaló, sobre todo a iniciativa de los más liberales. España lo ha hecho más tarde y en menor cuantía. En cambio, han caído muchas empresas. La alternativa de que los bancos hubieran quebrado, ¿habría sido mejor o peor? Como pequeño empresario, he pensado a menudo: “¿Y por qué los bancos deben tener estos privilegios?”. Pero cuando pienso en la alternativa de las quiebras, no puedo eludir un pánico financiero mundial, y visto lo visto prefiero que se haya medio estabilizado el sistema financiero.
“Nuestra mentalidad no ha cambiado tanto desde el sistema franquista”
“Creo muchísimo en lo público. Pero creo en el modelo nórdico, no en el latino”
¡Pero a cambio de nada! No hay crédito.
Ahí voy. Dicho eso, ha habido abusos, y se ha drenado el crédito. En España, cada año el sistema financiero drena el dinero en circulación para empresas y familias, que va masivamente a deuda pública. Es el sistema protegiéndose a sí mismo.
El Gobierno emite mensajes tipo: “El foco está en Chipre, ya no está sobre nosotros”.
Algunas cosas están más tranquilas, pero no creo ni mucho menos que podamos lanzar las campanas al vuelo. Estoy muy sorprendido de la progresión de la deuda. Ha crecido en 200.000 millones de euros en un año. Teníamos 100.000 millones y ahora, 200.000. Deberíamos estar preocupados. Desde fuera lo que se ve es que gastamos mucho más y que nos seguimos endeudando muchísimo. No vamos a poder soportar mucho tiempo más este ritmo.
¿Ve venir una quita?
Esa siempre es una opción. Si no generamos actividad económica a medio plazo, puede implicar una reestructuración de la deuda o una suspensión de pagos. Una suspensión de pagos es muy traumática. Tiene que pactarse. Genera desconfianza.
¿Hubiera firmado la reforma laboral?
Con los matices que pueda tener, creo que la reforma laboral es lo más positivo que ha hecho el Gobierno. Me parece inteligente y creo que va en el buen sentido. No abarata el despido y nos acerca a modelos más flexibles, no como el Reino Unido u Holanda, sino como Suecia o Alemania, y nos aleja de modelos rígidos como el griego. Me gustan más los modelos de negociación flexibles sueco o alemán. Ojalá se hubiera aplicado tres años antes. Ahora habría bastante menos desempleo.
Pero se ha disparado el desempleo, y la reforma se presentó para que el despido fuera el último recurso, aunque se hayan usado más las suspensiones temporales de empleo y las reducciones de jornada.
Pero hay más despidos no por la reforma laboral, sino por la caída de la actividad económica. Después de la reforma, el coste del despido es aún el más alto de la UE. Se trataba de flexibilizar la negociación.
“LA SITUACIÓN POLÍTICA EST Á CERCANA AL COLAPSO”
A juicio del exministro de Trabajo, las señales de optimismo en el futuro pueden detectarse en la sociedad y en el sector privado, pero no en un sistema político que ve “agotado”. FOTO: ANDREA BOSCH
¿Quiere decir que sin la reforma el paro aún hubiera aumentado más?
No tenga la menor duda. Habría sido mucho peor.
Comparado con la recesión de 2009, hoy se pierde el doble de empleos por cada décima de PIB, según la Fundación Primero de Mayo.
Hay estudios de muchos tipos. También ahora se está destruyendo empleo público, pero entre 2007 y 2011 se creó mucho empleo público. Créame: ojalá se hubiera aprobado antes la reforma laboral.
¿Qué podemos hacer para crear empleo?
Ahora mismo, el consumo nacional interno va a ser muy débil. Parte de la solución pasa por la exportación, aunque es cierto que nuestros clientes tradicionales están en crisis. Tenemos que reaprender a aprender a exportar a más lugares, porque el mundo crece. Dos, vista la escasa capacidad de maniobra de los gobiernos europeos, superhipotecados, habrá que ser muy práctico. La iniciativa privada va a tener que buscarse la vida.
¿Y las políticas activas de empleo?
Seguro que se pueden mejorar. Se puede transformar parte del dinero para el paro en políticas activas, para formación. Eso puede ayudar y hay que actuar. Pero no es la solución total.
En la etapa final de Zapatero se habló de importar del modelo austríaco, con un fondo de capitalización para el trabajador.
Se creó un grupo de expertos para estudiar las consecuencias. No llegaron a conclusiones porque conlleva un coste elevado. A mí me gustaría que estos asuntos se abordaran con otra mentalidad. Somos un estado corporativo, de instituciones y ministerios. Los partidos son ministerios. Los de la derecha y los de la izquierda. Son muy corporativos. Las organizaciones empresariales son también un poco como ministerios. Y los sindicatos. No sabes dónde empieza ni dónde acaba la Administración. ¿De verdad hemos hecho una reforma a fondo del sistema franquista? Nuestra mentalidad no ha cambiado tanto. Europa no es tan corporativa. Conozco bien Suecia. Tiene un gasto y unos derechos sociales elevados, pero su mentalidad siempre será más liberal que la nuestra. Allí es fácil hablar de un coste de despido bajo, porque tardas poco en encontrar otro empleo. Existe una iniciativa muy activa en el sector privado. En nuestro modelo, la pescadilla se muerde la cola. Aquí pierdes el empleo y cuesta encontrar otro. Claro, entonces defiendes tu renta. Pero eso actúa como un estímulo para no cambiar de empresa y también para no crear empleo. Y el empresario que ha pasado por despedir se jura no volver a contratar.
¿Se siente cerca de algún partido?
Cuando has sido ministro de Trabajo te sientes cerca del ministro de Trabajo del gobierno que sea. Yo nunca digo: “Los otros”, “los otros son malos”. La sociedad española la hemos hecho entre todos.
De crear un partido nuevo, ¿nada de nada?
No quisiera volver a la política. Confío muy poco en la capacidad de evolución del sistema político. La situación política está cercana al colapso.
¿Cree en lo público?
Creo muchísimo en lo público. Creo en las políticas sociales, en las políticas de redistribución. Creo en el modelo nórdico, no en el latino. Pero no creo en la imagen que parece que tenemos ahora de lo público en España: que Alemania nos preste dinero de por vida.
Perspectiva
“Todos estamos aprendiendo a ser empresarios”
Algunos representantes empresariales se han ganado a pulso el rechazo social en España. Pero, en general, ¿por qué cree que el empresario tiene aquí mala imagen, a diferencia de países como Estados Unidos?
De entrada, en nuestra sociedad, ganar dinero es malo. Quien dice que quiere ganarlo nota un rechazo cultural. Si encima, en crisis, el empresario despide, nadie recuerda que en épocas de bonanza generó muchos empleos y que con la crisis muchos empresarios se han arruinado. No es tan sencillo ser empresario. Si lo fuera, ¿por qué no monta todo el mundo una empresa? Por favor, hipotequen su casa y monten una empresa. Por favor, creen empleo fijo. Háganlo, vamos. Es sorprendente lo de la mala imagen.Sorprendente porque mucha gente quiere ser contratada, y en cambio muy poca quiere ser empresaria.
¿Le interesan las cooperativas?
Son una iniciativa sensacional. Fíjese en su flexibilidad. Su enorme adaptabilidad se está viendo ahora, resisten mejor la crisis que el resto de empresas. Todos sus miembros saben que están en el mismo barco, cuando va y cuando no. Cada persona debe escoger con libertad el modelo en el que sienta mejor. ¿Sabe en qué soy muy optimista?
¿En qué?
Pues o bien nos adaptamos a un mundo que nos pilla a contramano, que ha cambiado, o bien tendremos un colapso.
¿Y eso es motivo para el optimismo?
Es que la sociedad se está empezando a adaptar. El sistema político no, pero la sociedad sí. Veo un futuro en el que surge un sector privado muy saneado lleno de pequeñas iniciativas. Estamos todos aprendiendo a ser empresarios. Sin duda. Y sin deuda. Con recursos propios y poco apalancamiento.
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