“Nuestro objetivo es cambiar el mercado energético” // Gijsbert Huijink
Gijsbert Huijink
Gerente de Som Energía
El cocreador de la próspera cooperativa energética quiere que haya réplicas
“Nuestro objetivo es cambiar el mercado energético”
Som Energia es una cooperativa de consumo de energías renovables que crece a paso de gigante. Cualquier persona, negocio o empresa puede cambiar su factura eléctrica para formar parte de la cooperativa, gastar sólo energía verde, y salirse, en lo posible, de las grandes empresas del mercado. El descontento con los monopolios ha hecho que esta pequeña cooperativa crezca a un ritmo de 900 nuevos contratos por mes, y haya alcanzado cerca de 20.000 clientes en tres años de vida, sin dinero para difusión.
Gijsbert Huijink, gerente y cocreador de Som Energia, responde sobre el por qué, el pasado y el futuro de la energía verde, y de su cooperativa.
¿Cómo surgió la idea de Som Energia?
Yo quería invertir en un proyecto de producción de energías renovables y en mi país, en Holanda, es muy normal que este tipo de proyectos los hagan cooperativas. Allí hay decenas de cooperativas que surgieron en los años setenta, con la primera crisis del petróleo. La respuesta fue el fomento de las energías renovables. La gente comenzó a organizarse a escala local para montar energía eólica pequeña. Yo conocía esos modelos, y como vivo en Girona, pensé: “Puedo invertir en Holanda, pero me hace más gracia invertir aquí, en España”. Busqué proyectos, pero sólo encontraba ofertas comerciales, y yo quería hacerlo con otra gente, de una manera colaborativa. Como tenía tiempo libre, pensé: puede que haya llegado el momento de montarlo. Se fueron sumando otras personas, alumnos míos de la universidad, mis amigos, amigos de amigos, conocidos de mis amigos... y rápidamente pasamos a ser centenares.
Tenía un dinero suyo, y lo invirtió con otros, de forma cooperativa. ¿Cómo le reditúa?
Los socios de Som Energia aportan dinero en el capital social. Si pones 100 euros no tienes rendimientos. Eso lo decidimos al inicio y creo que ha sido bueno. Pero también, al inicio, estaban las aportaciones voluntarias al capital social y los títulos participativos, que sí tienen un rendimiento de entre el 3 y el 5%. Ahora eso ya se cerró. Fue esporádico. En casi diez meses desde que abrimos la captación de fondos, ya teníamos 3,5 millones de euros para invertir.
Cuando ustedes comenzaron había una regulación del Gobierno que promovía las energías renovables, pero luego eso se cortó. ¿Cómo les afectó?
En el momento en que compramos los proyectos (las plantas productoras), ya tuvimos en cuenta que las leyes cambiarían, y que bajarían las subvenciones. También, que habría un descenso de la tarifa regulada. Los socios han dado mucha respuesta y confianza.
FOTO: ANDREA BOSCH
¿Ustedes producen, venden y luego los clientes reciben esa energía verde? ¿Cómo funciona?
Para entender lo que hace Som Energia hay que comprender cómo funciona el mercado eléctrico. Existen cuatro actividades diferentes. Las actividades de producción son las de carbón, nucleares, y también las de energía fotovoltaica, biogás, etc. Lo venden a un mercado que es como una bolsa, completamente regulada por la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Después está la parte de transportes de alta tensión, de una zona del país a otra. Está la parte de distribución, que son los cables de la ciudad. Finalmente, está la parte de comercialización: una empresa que compra electricidad en el mercado regulado y factura a los clientes finales. Para comprar la electricidad en el mercado se tiene que pagar el peaje a los distribuidores, impuestos, etc.
Nosotros tenemos actividad en la producción, por ahora con ocho proyectos fotovoltaicos y un proyecto de biogás. Lo vendemos en el mercado regulado. También estamos en la comercialización. El transporte es de Red Eléctrica, un monopolio estatal, y la distribución en las ciudades la llevan a cabo Endesa e Iberdrola, y en los pueblos, algunas empresas familiares o cooperativas que funcionan desde hace mucho tiempo.
Se habla de las grandes empresas como “monopólicas”, un modelo de gigantes que entiendo que ustedes quieren cambiar...
En ese mercado eléctrico, históricamente en las grandes ciudades, la parte de distribución era un gran negocio porque en poco espacio podías enchufar a mucha gente. En la zona rural, como no había tanto mercado, no iban. La gente también necesitaba luz, y entonces ellos mismos hacían su red de distribución. Así se formaron muchas cooperativas en toda Europa, donde la gente se proveía de electricidad. Después de la Segunda Guerra Mundial, comenzó la integración de las redes, que hasta entonces eran locales. Poco a poco, las grandes empresas comenzaron a comprar las pequeñas. Eso es una tendencia habitual en el mercado capitalista. Hoy son economías de escala, tienen un peso político, pueden influir en las reglas del juego y cada vez acaban siendo más poderosas. Pasa en todos los países, especialmente en el mundo de la electricidad. Si la regulación del Gobierno no es muy transparente, las grandes empresas son imbatibles. En distribución, hacer algo como lo que ya existe en las grandes eléctricas es de una inversión tan grande que ya no tiene sentido. Buscamos un Gobierno que tenga claro que los ciudadanos se tienen que proteger de las prácticas abusivas de esas grandes empresas.
Cuando ustedes crearon Som Energia, ¿pensaron: “Lucharemos contra estos gigantes”?
No. En realidad dijimos: “Vamos a montar un proyecto de provisión de energía renovable”. Pensábamos si hacer energía eólica, o biogás, o energía fotovoltaica. En aquellos momentos comencé a estudiar otros proyectos cooperativos de energías renovables en toda Europa: qué proyectos habían tenido éxito y cuáles no. Los proyectos holandeses, que fueron mi primera referencia, a pesar de haber tenido un cierto éxito, acabaron teniendo entre un centenar y mil socios. Vi que la clave del éxito consistía en combinar producción y consumo. Un buen ejemplo era la cooperativa de Flanders Ecopower, que tiene 50.000 contratos. En uno de nuestros primeros proyectos reunimos a un centenar de personas, y dijimos que a estas personas también había que ofrecerles la posibilidad de comprar electricidad a través de su propia cooperativa.
Una cosa es tener una pequeña producción, y otra meterse en negocios que son de grandes empresas, haciendo que la gente cambie la factura de los grandes por una de ustedes. ¿Cómo encaran esa posible competencia?
Creo que debemos ser muy cautelosos. Esas grandes empresas tienen grandes ventajas. 30 o 40 años de leyes hechas a medida. Tienen toda la estructura montada, mucho volumen de negocio. Algo como cambiar una factura es sencillo para ellos porque pueden diseminar el costo de hacerlo en muchos clientes. Nosotros no tenemos esa capacidad, por falta de volumen.
Pero nosotros no sólo somos verdes y cooperativos. Nuestro modelo de negocio implica que somos más eficientes y más amables. Si lo hacemos así, en el futuro el mercado será para nosotros y para otras iniciativas como la nuestra.
Pero hoy las grandes empresas tienen un buen negocio montado. El año pasado tuvieron más o menos 6.000 millones de euros de beneficios. Harán todo lo posible para que nosotros y cualquier comercializadora privada de las que han ido saliendo no podamos avanzar.
¿Quién es? |
Master en Economía Cuantitativa, el holandés Gijsbert Huijink ha centrado su ca-rrera en proyectos de innovación y nuevas tecnologías, además de responsabilidad social en el mundo empresarial. Vivió 12 años en Rumanía, pero hoy reside en Girona (Catalunya), en una casa rural donde, por supuesto, toda la energía sale de fuentes renovables. Antes de comenzar su aventura en Som Energia daba clases en la Universidad de Girona. Entonces, en 2009, comenzó un sueño que hoy es la gran joven promesa empresarial de las cooperativas de energías limpias. FOTO: ANDREA BOSCH |
¿Han llamado a su puerta?
Todavía somos muy pequeños. Además, por ahora en donde se obtienen más beneficios es en la producción y la distribución. En la comercialización de particulares no hay mucho margen. Donde sí hay margen es en la comercialización de energía para empresas, y allí hay mucha más competencia. Podrían hacer cualquier cosa para que no les quitemos margen de mercado, pero la lucha no sería directa. Se establece a través del Gobierno, y uno de los ejemplos más grandes está en la parte de la producción.
¿El famoso “impuesto al sol”?
Sí. Nos afecta porque ese es nuestro modelo. Queremos que todo el mundo tenga derecho a colocar en su casa pla-cas, sin que le impongan ese impuesto ridículo. Ya no pedimos ni ayudas ni subvenciones. Pero que dejen hacer, y que la energía sea un derecho para todos.
¿Hay manera de bajar la factura de la luz?
La tendencia en España es ir hacia una tarifa plana. Actualmente el 40% de lo que pagas es fijo y el 60% variable. Eso es una bestialidad porque no incentiva el ahorro. Sucede que España hace diez años hizo una planificación basada en el crecimiento sin límites. Cada año, había un 5% o 10% más de consumo eléctrico. Entonces impulsaron un poco las renovables, pero lo que ha subido a gran escala son los ciclos combinados. Ahora los tienen y no los necesitan. Producen más de lo que se consume. Esta sobrecapacidad de producción comporta que los precios en el mercado eléctrico sean muy bajos. Sin embargo, la factura ha subido un 70%. ¿Cómo es posible? Lo decide el Estado.
¿Podríamos evitarlo teniendo la factura en Som Energia?
No. Lo regula el Gobierno.
¿Qué participación tienen los socios de consumo en la asamblea de la empresa?
Un socio, un voto, y los presupuestos y grandes proyectos de la cooperativa tienen que pasar por ahí.
“Las grandes empresas energéticas llevan 30 o 40 años de leyes hechas a medida”
“No pedimos ni ayudas ni subvenciones, pero que dejen hacer. Que la energía sea un derecho”
Hay una parte de la factura que no es fija. ¿Podrían los socios lanzar el precio a la baja?
Sí. O podría ocurrir lo contrario. Por ejemplo, podría pensarse que si subimos un céntimo la factura, daríamos soporte a otros proyectos. Hay un 20% de los socios que ya ha decidido hacer esto. Son decisiones personales. Nosotros tratamos de dar el mejor precio y servicio. Subir el precio a todo el mundo no está en nuestra agenda.
¿En qué estado se halla la inversión?
Cada socio de consumo aporta 100 euros al capital, y como ya pasamos de 17.000 socios, tenemos 1,7 millones de euros de capital social. Pero todavía no hemos recuperado lo invertido. La recuperación de dinero aportado en energías renovables es a largo plazo. Se hace a diez años, más o menos. Vamos poco a poco. Cuando tuvimos alrededor de 10.000 contratos, alcanzamos el punto de equilibrio. Ya tenemos 20.000 y conseguimos unos 10.000 al año. Queremos llegar a 100.000 y tener un gran impacto en el mercado.
Lo que sucede es que el margen en la comercialización es muy bajo. Por eso, las grandes eléctricas venden unos servicios adicionales, que normalmente son tonterías que no necesitas. Nos esforzamos mucho en dar un buen servicio. La electricidad no es ni mejor ni peor, es la misma. Pero últimamente cada vez hay más gente que ha tenido una mala experiencia con una gran eléctrica, como una lectura incorrecta, y después… intentar reclamar.
A partir de ustedes, aparecieron otras iniciativas, con su modelo pero en otras áreas como la telefonía, en Som Conexió. ¿Les han apoyado? ¿Cuál es su relación?
Hemos compartido la experiencia y respondemos a cualquier pregunta concreta, pero nos hemos quedado en eso porque no podemos hacerlo todo. Uno de los grandes peligros de una iniciativa que tiene éxito es que acabas haciendo demasiadas cosas, y pierdes lo esencial. Nuestro objetivo es claro: cambiar el mercado energético, y para eso debemos concentrarnos.
Lo que es muy bonito en España es que nuestra iniciativa ha inspirado a cinco cooperativas más, en Euskadi, en Galicia, en el sur de España. Eso está muy bien. También tenemos acuerdos con cooperativas históricas de compra conjunta en el mercado, para operar mejor y ser más eficientes.
Som Energia, como tal, se expande también por otros lugares de España. ¿Cómo es esa relación?
No lo teníamos previsto de ninguna manera en el pequeño plan de negocio inicial. Surgió porque los primeros meses de 2011, cuando comenzábamos, la gente empezó a llamarnos para ir a dar charlas a todas partes. Éramos nueve personas en el Consejo Rector, voluntarias. Después de tres meses estábamos quemados, y nos preguntamos: “¿No tenemos un socio allí que nos ha dicho que si necesitamos una mano contemos con él? Preguntémosle si puede ser él o ella quien dé la charla”... y la gente estaba encantada. Tenía muchas ganas de participar. Ahora ya somos sesenta grupos en todo el país.
UN SOCIO, UN VOTO En la cooperativa, idea de Huijink, cada socio de consumo tiene un voto en la asamblea para decidir cosas importantes, como cambiar la factura. Por ahora, el 20% ha decidido pagar un céntimo más por kilovatio/hora para ayudar a hacer crecer la cooperativa y otros proyectos de energía verde. FOTO: ANDREA BOSCH
¿Lo hacen voluntariamente?
Sí. Pero ahora tenemos un presupuesto para actos. Algo muy bonito de Som Energia es cómo la gente se involucra. Tenemos ese 20% de socios que voluntariamente pagan un céntimo más por kilovatio/hora para el desarrollo de la cooperativa. Eso, para una familia normal representa unos 30 euros al año. Para nosotros, son unos 80.000 euros de captación. Es mucho dinero. La gente ve que es un proyecto importante, y que este mundo de verdad se tiene que cambiar.
Supongo que la gente además les elige porque son una cooperativa. Pero ustedes no son cooperativa de trabajo. Quienes trabajan ¿qué participación tienen?
Hace tres años había una sola persona contratada. Hace dos, éramos cuatro, al final del año tuvimos que contratar dos más, y ahora somos trece. El año que viene seremos más... Pero el objetivo no es crear empleo. Eso es una consecuencia del crecimiento de los contratos.
Actualmente, cada semana hacemos una reunión de entre media y una hora en donde estamos todos y decidimos entre todos. Podremos continuar así un año más, pero luego, ya no puedes efectuar esta reunión con treinta personas. Tenemos que ir adaptándonos al crecimiento de la cooperativa y montar sistemas de gestión diferentes.
Una cooperativa de trabajo está prevista en los estatutos, pero no queremos ser grandes. Esperamos que pueda haber también otras cooperativas de nuestro tamaño. La idea no es cambiar del monopolio Iberdrola al de Som Energia. No es sano. Todos necesitamos un poco de competición leal y transparente.
CRECER EN LO LOCAL
“Sería fantástico tener una Som Energia dividida en varias”
A usted, como gerente, le eligen cada año los consumidores. Dado que ésta es su idea, que ha aportado dinero y esfuerzo para llevarla adelante, ¿no teme que un día le echen de su propio proyecto?
Los consumidores eligen al Consejo Rector que me elige, y la verdad es que no tengo miedo. Yo estaba en el Consejo Rector y fui el primero en irme cuando me nombraron gerente. Entiendo que muchas veces esa relación entre los fundadores y los que llegaron después puede ser problemática. En nuestro caso, el Consejo Rector hoy no tiene ningún miembro de los que comenzaron.
¿Por qué?
Porque ahora muchos somos trabajadores de la cooperativa y hemos decidido que era incompatible. A mí lo que me gusta es trabajar, encontrar la mejor manera de montar un sistema informático, cómo situarnos en el mercado. Me gusta más que la tarea del Consejo Rector, y hago lo que me apasiona.
Haciendo una teoría de la conspiración: ¿qué pasaría si crecen y la manera de competir para las grandes empresas es cooptar el Consejo Rector?
Vengo del mundo de los negocios y al principio sí tenía esa preocupación. Pero ahora que he visto quiénes son las personas implicadas, sé que hay mucha buena gente y ya no tengo temor. Si de aquí a 15 o 20 años ocurre algo así ya veremos.
Lo que sí pasará es que en algún momento los grupos locales se hagan independientes, y se salgan de Som Energia. Tenemos previsto que se puedan llevar a los socios de su zona si ellos están de acuerdo. Para mí sería fantástico de aquí a unos años tener a Som Energia dividida en varias cooperativas locales.
POLÍTICAS
“En Dinamarca ya está prohibido usar cualquier aparato de gasóleo”
¿Podremos vivir todos de energías renovables?
Claro. No digo que sea fácil, pero no es imposible. Lo que necesitamos es una variedad de tecnologías y sistemas de almacenaje.
¿Técnicamente ya existen?
Sí. Hay un sistema en Alemania que se llama Power to Gas, y que con la sobreproducción de renovables durante ciertas horas la guardan en la red de gas, que ya existe.
¿Hay algún país modélico?
Dinamarca. Con la crisis de los años setenta establecieron un plan a largo plazo para terminar con las energías fósiles. Han desarrollado energía eólica, biogás, biomasa. La última vez que hablé con una cooperativa de amigos de allí contaban que el objetivo es tener en 2035 el 100% de las necesidades energéticas de fondos renovables. Pero van muy bien e incluso podrían cumplirlo en 2025.
Allí, el 90% de la población y de los políticos dan soporte a este tipo de energía. Eso supone que, por ejemplo, en Dinamarca ya esté prohibido usar cualquier caldera de gasóleo. Es política a largo plazo, lo que hace falta en países como España y otros.