“Sin medidas, habrá una ola de desahucios como la de la anterior crisis”
Lucía Delgado
Portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Barcelona (PAH)
“Sin medidas, habrá una ola de desahucios como la de la anterior crisis”
Se implicó en el activismo social de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) cuando un colega de trabajo la llevó a una reunión y descubrió que si una persona no podía pagar su hipoteca y entregaba su piso al banco, no solo se quedaba sin casa, sino también con una deuda de por vida. Eran los inicios de la PAH, que nació hace 12 años. Vestidos con sus camisetas verdes, sus miembros se han hecho visibles intentando parar desahucios —ha habido 1.044.507 entre 2007 y 2020— y exigiendo que el derecho a la vivienda sea una realidad. "Me indigné. Consideré que no era justo, hice un clic y decidí participar activamente", explica Lucía Delgado. Hoy es portavoz de la PAH en Barcelona.
Antes de la pandemia existía ya un problema grave de acceso a la vivienda. ¿Qué impacto está teniendo esta crisis?
La pandemia ha puesto en evidencia las desigualdades. Hemos vivido una gran contradicción. El mensaje global del Gobierno fue: "Quedaos en casa". Y muchas familias lo hicieron. Pero otras no tenían casa. Y se tuvieron que habilitar pabellones en grandes ciudades para personas sin hogar y para la gente a la que se desahuciaba. Porque seguían produciéndose desahucios. Por otra parte, se vio como una casa no son solo cuatro paredes. Es un lugar donde te desarrollas como persona. Y hay familias que viven en una habitación, en una pensión o un albergue. Y han estado hacinadas 24 horas al día durante varios meses comiendo, durmiendo, haciendo los deberes, viviendo... Ha sido un drama.
En marzo de 2020, con el estado de alarma, en teoría se prohibieron los desahucios. ¿Hasta qué punto fue así?
Entre el 14 de marzo y el 4 de junio del año pasado se pararon los juzgados, y con ello, los desahucios. Pero a partir de junio se produjo una avalancha. Habíamos avisado, porque mientras tanto no se había buscado ninguna solución. Y, además, la situación no era la misma. Por eso presionamos para lograr una moratoria. No la conseguimos hasta diciembre.
Sí hubo varias moratorias, ¿no?
Sí, se iban aplicando moratorias, pero estas solo afectaban a personas que pudieran acreditar que, debido a la covid, no podían pagar el alquiler o la cuota de la hipoteca. No daban cobertura a las familias que estaban siendo desahuciadas. Se adoptaron, además, soluciones inadecuadas. Hacían endeudarse a las familias. A finales de 2020 sí se ampliaron los supuestos para cubrir a las personas vulnerables. Y aquí sí que vemos los efectos. El 9 de mayo termina el estado de alarma. Veremos si lo prorrogan.
Según el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en 2020 hubo una disminución importante de los desahucios, pero aun así, se produjeron 29.406. ¿Cómo lee estas cifras?
Considerando que tuvimos cerrados tres meses los juzgados y que se han aprobado varias moratorias, es terrible que haya habido 29.406 desahucios. Las cifras del CGPJ demuestran que las medidas que se adoptaron fueron insuficientes, ineficaces e inadecuadas. Se estaba engañando a la ciudadanía. Salía el Gobierno a decir que nadie sería deshauciado, cuando en la PAH veíamos que no era verdad. Ha sido muy frustrante. Más todavía en unas circunstancias tan difíciles, porque la potencia de los movimientos sociales es la de aglutinar a la gente. Y no poder reunirnos para seguir con nuestra labor transformadora y de justicia social ha sido complicado. Pero buscamos soluciones imaginativas para presionar y hemos logrado al fin una moratoria que sí creemos que que tendrá sus efectos.
Los datos del CGPJ ponen el foco del problema en el alquiler. ¿Es así?
El problema de la vivienda real es global. No es de alquiler, ni de hipoteca, ni de desahucios por ocupación. El problema de la vivienda es el resultado de las políticas que se han aplicado. O mejor, de las que no se han aplicado en los últimos años. Tuvimos la oportunidad de ampliar el parque público en nuestras ciudades con todas las viviendas fruto de ejecuciones hipotecarias que quedaron vacías y que pasaron a manos de los bancos. Pero se hicieron paquetitos y se vendieron a los fondos buitre, y con dinero público. Dicho esto, sí, hoy los desahucios más numerosos son de alquiler. En ciudades como Barcelona casi siempre ha sido así. Debe analizarse por qué. Tal vez las familias que se hipotecaron y fueron desahuciadas y pudieron alquilar toparon con políticas de vivienda que permiten que la renta suba lo que sea.
¿Quién es? |
Lucía Delgado nació en Granollers (Barcelona) en febrero de 1983. Estudió Ingeniería Técnica Industrial, especialidad química. Su implicación en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) desde sus inicios la hizo cambiar de trayectoria. Hoy ejerce como portavoz de la PAH en Barcelona y forma parte del Observatorio DESC, centro que combina investigación, incidencia política, asesoramiento, formación y litigios estratégicos con relación al derecho a la vivienda, el trabajo, la educación, la salud y la alimentación. |
Los alquileres subieron mucho durante la recuperación en las grandes ciudades.
Se favoreció la especulación con leyes que convirtieron el acceso al alquiler en algo muy difícil. Muchos desahucios de facto se producían por finalización de contrato. Se te acababa el contrato y, si pagabas 500, te pedían 900. Pero los ingresos de la familia no habían subido. Y con la pandemia se vuelve a ver: no cobramos más ni tenemos la esperanza de cobrar más, al contrario, pero no vemos los efectos de la pandemia en los precios. Y eso que no vemos aún el impacto del virus. Creemos que, si no se aplican medidas, en un año habrá una ola de desahucios como la del pico máximo de la anterior crisis, en 2012 y 2013. Vamos hacia ese camino. Necesitamos políticas que defiendan a las familias.
Ahora se debate una ley de vivienda. ¿Qué espera de ella?
En la crisis de 2008 no se nos escuchó, y hemos visto que las medidas que se adoptaron no funcionaron para la gente. Por eso, ahora, en esta crisis sanitaria, es de justicia social que se nos escuche. Y no solo que se escuche a la PAH. Hay una mayoría que pide que se ponga por delante el derecho a la vivienda frente al derecho a la propiedad privada. A diferencia de otras ciudades, como Viena, aquí se considera que la vivienda es un activo para especular.
¿Cómo valora la discusión en el Gobierno entre los incentivos fiscales para incrementar una oferta de alquiler escasa y la regulación de alquileres para contener precios?
Es evidente que regular los alquileres no resolverá el problema de la vivienda como si fuera una varita mágica. Pero sí, hay que regularlos. Aunque de hecho, ya lo están. El propietario puede poner el precio que quiera. Nosotros estamos trabajando, junto con otras entidades como el Sindicato de Inquilinas y los sindicatos de barrios para tener topes máximos adecuados a los ingresos de las familias.
¿Habla de topes a los alquileres o topes a los incrementos de los alquileres?
Si los alquileres están a 1.100 y ganas 1.000, da igual si pones topes a los incrementos. No tiene sentido. Hablamos de topes máximos para los alquileres. Igual que pasó con los pisos de compra, ha habido una burbuja del alquiler, una subida de precio irreal. Pero es evidente que regular los alquileres no es la solución al problema global de la vivienda.
¿Cuál cree que es la solución?
Hay que adoptar medidas de emergencia y medidas estructurales. Con la filosofía de la ley 24/2015 [normativa catalana con medidas garantistas en materia de vivienda]. Es importante conocer lo que hay para hacer buenas políticas de vivienda. No se puede tratar igual a una persona que tenga tres pisos que al BBVA. No es lo mismo una familia que venga de una ejecución hipotecaria que otra que pueda pagar un alquiler asequible. Y cuando se habla de políticas público-privadas, ¿hablamos de cooperativas o de una inmobiliaria como Anticipa? Hacen falta políticas para incrementar el parque, políticas de tanteo y retracto [derecho de adquisición preferente]. No podemos actuar igual que hace 40 años.
Hemos rescatado la banca sin contraprestaciones, algo que no ha pasado ni en EE UU
Regular el alquiler no resolverá el problema global de la vivienda, pero sí, hay que regularlo
En la década de 1980 la proporción de vivienda de protección oficial que se construyó era muy elevada. ¿El problema es la desclasificación como tal?
Carme Trilla [economista experta en vivienda] calcula que Barcelona tendría el 40% del parque de público si no se hubieran perdido esas viviendas, que se privatizaron. Y si se hubieran rescatado viviendas de la Sareb o de Bankia. Hemos rescatado al sector financiero sin contraprestación, cosa que no ha sucedido ni en EE UU. Durante años se han hecho políticas de vivienda pensadas para ganar dinero a corto plazo, y no para el conjunto de la sociedad. Hace falta visión a largo plazo. Pensemos en las ocupaciones. Obviar el problema no hace que desaparezca.
Bueno, no parece que se obvie, sino que se tiende a magnificar.
Los bulos en el sentido de que todo el día hay gente ocupando casas de verano fueron brutales. Pudo haber algún caso, pero no es tan fácil ocupar una vivienda. Las ocupaciones se criminalizan. Se presenta a quienes ocupan una vivienda como si tuviera rabo y cuernos. Y es gente que no tiene acceso a la vivienda. Hay que formalizar un contrato de alquiler social adecuado a los ingresos de cada familia para que rehaga su vida. Y, además, no hacer nada cuesta mucho dinero a toda la sociedad, porque se recurre más a servicios sociales y proliferan los problemas de salud mental.
¿Qué papel tienen las mafias?
No sé si es gente muy organizada. Creo que se trata más de gente oportunista. Se enteran de que hay un piso vacío. Saben que hay gente muy desesperada que está en la calle y les piden un dinero, igual 3.000 euros, para que se lo abra. Estoy hablando de gente que necesita una casa donde vivir, no de delinquir. Si hay un delito penal, que actúe la policía y los juzgados. Las familias que se ven obligadas a ocupar viven con culpa y ansiedad. Ya les gustaría poder pagar un alquiler. Conozco a una madre joven que trabaja desde hace 12 años y no lo consigue. Gana 1.000 euros al mes. No tiene aval ni dinero para varios meses de entrada. Y, después de dos años de intentos, como dice ella, "compró unas llaves", las de un piso de un banco que llevaba cinco años vacío. El sentido común ¿qué le diría?
El INE contabilizó 3 millones de pisos vacíos, pero no es fácil encontrarlos.
Los datos son de 2011. La encuesta se hace cada 10 años, así que tocaría actualizarla ahora. En Barcelona sí se hizo un censo y las viviendas vacías eran el 7% del total. Pero ¿y en el resto de ciudades?
Los presupuestos del Estado prevén más de 2.200 millones para vivienda, lo mismo que en los últimos cinco años juntos, tras años de recortes. ¿Se notará?
Es cierto que ha aumentado esta partida, aunque globalmente no es tanto. Pero no es muy transparente a qué se dedica el dinero. A veces va a construcción, o a propietarios. Hay partidas que van a servicios sociales o a albergues. Hay ciudades en las que a una familia desahuciada se le ofrecen tres noches en un albergue. ¿Y luego? Necesitamos parar desahucios y parque público. Y si queremos políticas de vivienda con cara y ojos, necesitamos presupuestos y que se cumplan las leyes. Fíjese en Cataluña. Una ley de vivienda potente como la de 2007 permitía reservar el 30% de las nuevas construcciones y grandes rehabilitaciones a vivienda asequible. Y hasta hace un par de años, por presión de las entidades sociales, no se empezó a hacer efectiva.
“No puede ser que Podemos esté en el Gobierno y no se pararan los desahucios hasta en diciembre pasado”
En la práctica, la construcción se ralentiza, o dice que se va a otra parte.
Es una política a largo plazo. Si hay 50, pues bienvenidas sean.
En estos 12 años han aparecido nuevos actores como el Sindicato de Inquilinas. ¿Ha perdido protagonismo o influencia la PAH?
Todo lo que hace la PAH lo hace porque surge una necesidad. Empezamos a trabajar sobre alquileres en 2012, porque venían a nosotros familias que nos decían que no podían pagar el alquiler. Y con las ocupaciones ha pasado lo mismo. Que haya tantos sindicatos de barrio o el Sindicato de Inquilinas demuestra que el problema del acceso a la vivienda se ha hecho más grave.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, fue líder de la PAH y generó muchas expectativas en vivienda. ¿Cómo valora su gestión?
Desde la PAH queremos que se haga mucho más. Se tapan agujeros, pero se necesitan medidas estructurales. Hacen falta mecanismos de negociación reales con entidades financieras y fondos. Tienen mecanismos para captar más vivienda asequible. Y pueden poner multas. Se va despacio. Las familias sí que valoran que se pusiera en marcha un servicio de intermediación. No es lo mismo que ante un desahucio esté ahí la PAH a que también esté la Administración acompañando y buscando soluciones. Pero hay muchas quejas sobren los realojamientos. El problema es que no hay viviendas para familias desahuciadas. Sabemos que el Ayuntamiento no puede parar los desahucios. Pero ahora Podemos está en el Gobierno. No puede ser que esté y hasta diciembre no se pararan los desahucios. Podría hacer más.