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Europa // En manos de Merkel

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Julio 2020 / 82

Alemania asume la presidencia rotatoria de la Unión en el momento clave para superar la crisis.

Desde el 1 de julio, Alemania ocupa la presidencia rotatoria de la Unión Europea. La canciller Ángela Merkel asume así un papel de la máxima relevancia en un momento clave para tratar de sacar a Europa de su mayor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial, provocada esta vez por la pandemia de la covid-19. Su tarea más inmediata consistirá en vencer las resistencias de los países que se oponen a la aprobación del fondo de recuperación de 750.000 millones de euros para financiar la reconstrucción europea. Paralelamente, el Gobierno de Berlín debe crear el clima más favorable posible para que el Tribunal Constitucional Federal Alemán acepte la política de compra de deuda pública del Banco Central Europeo (BCE) que ha cuestionado y que ha sido fundamental para asegurar la financiación de las instituciones públicas y privadas europeas.

La respuesta a la crisis económica ocasionada por las medidas contra la pandemia registró un salto cualitativo el pasado 18 de mayo, cuando Merkel y el presidente francés, Emmanuel Macron, anunciaron la creación de un fondo de recuperación de 500.000 millones de euros, que se obtendrían en los mercados de capitales mediante deuda emitida por la Comisión Europea. El volumen del fondo se aumentó pocos días después, por parte de la propia Comisión, hasta 750.000 millones de euros.

La iniciativa de una emisión de deuda pública tan gigantesca con garantía comunitaria es un paso de gigante en la integración de la Unión y hacia la unión fiscal. Nunca se había producido una emisión de deuda común de una cuantía tan elevada en la historia de la Unión.  Es lo que se ha llamado un momento Hamilton, como ha reconocido el ministro alemán de Economía, Olaf  Scholz, en referencia a la decisión del secretario de Tesoro de EE UU Alexander Hamilton, quien decidió en 1790 que el naciente Estado federal asumiera las deudas de guerra de las colonias norteamericanas que se habían rebelado contra Reino Unido. La decisión permitió a Hamilton aumentar las competencias fiscales en todo el país, crear las bases del actual sistema federal y lograr el establecimiento de la capital en Washington.

Los cuatro 'frugales'

La propuesta del fondo, que allana el camino hacia la mutualización de la deuda europea con los llamados eurobonos, provocó el rechazo de los mal llamados Estados frugales (Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia), que cuestionan sus características. Lo que se ha aceptado ahora no es la mutualización, sino asumir conjuntamente parte de los riesgos de la emisión. Supone un paso importante, impensable hasta ahora. Los cuatro países disidentes cuestionan todo: desde la cuantía del fondo, que consideran excesiva, al reparto entre préstamos y subvenciones sin obligación de devolver, que quieren minimizar, y las condiciones en que se debe conceder el dinero. 

El plan de recuperación, denominado Nueva Generación UE, se vincularía al Marco Financiero Plurianual (presupuesto europeo de los próximos siete años 2021-2027), que vería aumentada, así, su cuantía desde la propuesta original de la Comisión de antes de la crisis, de 1,1 billones de euros, a los 1,85 billones actuales. Al estar vinculado al presupuesto europeo, el destino del fondo tendrá como prioridades las establecidas por la Unión, como la salud, el acuerdo verde y la transición digital. 

La regla de la unanimidad

Como ha señalado el profesor Iain Begg, del Instituto Europeo vinculado a la London School of Economics, “la voluntad de Alemania de romper con el principio de no tomar préstamos por parte de la UE es claramente un desafío para sus compañeros de línea dura fiscal”. Sin duda, convencer a los cuatro países reacios a aumentar la solidaridad constituye el principal desafío para Merkel, que hasta fechas recientes defendía posturas parecidas.

Sin embargo, la puesta en marcha del nuevo fondo requerirá importantes decisiones para adaptar la normativa europea y hacer posible su sistema de financiación. Jorge Núñez Ferrer, investigador senior del think tank de Bruselas CEPS, ha recordado que de acuerdo con los principios fundamentales del presupuesto europeo, la Unión Europea no puede endeudarse para su propio gasto. En su opinión, para articular una excepción que sea compatible con el tratado, "habrá que tomar decisiones que solo pueden ser adoptadas por unanimidad por el Consejo, decisiones que impactan en la regulación financiera, cuya modificación requiere el voto del  Parlamento Europeo como colegislador. El acuerdo en principio es posible, pero puede conducir al regateo”. 

El desafío es convencer a los países reacios a aumentar la solidaridad

Lo cierto es que la regla de la unanimidad tiene atrapada a la Unión. En este caso, cuatro Estados que en conjunto apenas representan el 9% de la población europea bloquean la respuesta a la crisis económica y social más difícil que ha sufrido la UE en toda su historia. La regla de la unanimidad es la que explica la contundencia de la oposición de los cuatro países.

Para  Núñez Ferrer, “la inclusión de los fondos de recuperación dentro de la estructura presupuestaria de la UE significa que el desembolso requerirá programación, vinculación al Semestre Europeo y a los sistemas de control presupuestario de la Comisión y del Parlamento Europeo”. En su opinión, “esto tiene sus beneficios en términos de transparencia y responsabilidad”, pero los posibles conflictos entre los Estados y las instituciones de la UE “podrían ralentizar los desembolsos o reducir la flexibilidad que se requerirá”.

Aunque todavía se desconoce la distribución del fondo por países, los análisis estiman que los más afectados por la pandemia serán los mayores receptores. Zsolt Darvas, investigador del centro de estudios Bruegel, ha analizado el impacto del fondo europeo en los distintos países. Italia y España resultarían los principales beneficiarios de las subvenciones, un dinero que no hay que devolver, con 85.900 y 80.900 millones de euros, respectivamente. De todas formas, si se consideran las ganancias futuras, “todos los países se convertirían en beneficiarios netos del paquete de recuperación”, según este economista. En su opinión, teniendo en cuenta las bajas tasas de interés actuales, incluso Alemania saldría beneficiada a largo plazo con un  pequeño incremento de su economía, que sería superior a su contribución en el fondo.

En el frente interior de su propio país, Merkel deberá crear el clima más favorable posible para suavizar la peligrosa tensión entre el BCE y el Tribunal Constitucional Federal alemán. Los jueces alemanes consideraron que el Programa de Compra de Deuda Pública (PSPP) por parte del BCE aprobado en 2015 era desproporcionado tanto en volumen como en duración por interferir en las medidas de política económica que son competencia exclusiva de los Estados. 

Reunión decisiva

El TCFA dio al BCE un plazo de tres  meses, que vence a principios de agosto, para que demuestre que las compras de bonos no son desproporcionadas. Si no lo consigue, el Bundesbank, que forma parte del Sistema Europeo de Bancos Centrales,  no podrá seguir participando en la compra de bonos y deberá devolver los 55.000 millones de euros ya adquiridos. 

La situación es muy delicada. Aunque solo afecta al programa PSPP, todas las compras del BCE se verían cuestionadas. Hay que tener en cuenta que el BCE ha sido el principal sostén de la economía europea con masivas compras de deuda como los 750.000 millones de euros acordados el pasado marzo. Su presidenta, Christine Lagarde, ha anunciado también su propósito de adquirir la deuda del nuevo fondo de recuperación que emita la Comisión.

El BCE relajó recientemente la tensión al divulgar las actas de su reunión del 4 de junio, que indican que hubo amplio consenso en el que los efectos positivos de las compras compensaron los negativos. Los textos muestran que “hay una amplia evidencia de que estos programas han probado su efectividad para lograr los efectos buscados en la zona euro y, por tanto, en lograr la estabilidad de los precios”. Las actas desvelan que la decisión de aumentar la compra de deuda en 600.000 millones hasta alcanzar los 1,35 billones en junio de 2021 significaba que esta última cifra no era un compromiso, sino el máximo que podía comprar el SEBC.

La reunión de los líderes europeos para el 17 y 18 de julio puede despejar muchas incertidumbres del  panorama político, económico y social europeo. Como ha ocurrido en toda su historia los avances en Europa se han producido siempre después de fuertes crisis.