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06 Som Energia // La alternativa al oligopolio eléctrico

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Mayo 2017 / 5

Sin comerciales estrictos y sólo con el boca-oreja, la cooperativa de energía verde gestiona ya 50.000 contratos, no deja de crecer y factura 21 millones de euros. La ambición es muy superior: quiere cambiar el modelo energético.

En la segunda planta de uno de los edificios del Parque Científico y Tecnológico de la Universitat de Girona se encuentra la sede de una empresa joven que empezó a operar apenas en diciembre de 2011 y que ya ha tenido que cambiar cuatro veces de local porque en seguida se le vuelven a quedar chicos.

Los jóvenes que corren arriba y abajo, o que se sientan a conversar en los sofás colocados en el centro de la oficina, como si estuvieran en alguna start up de Silicon Valley, saben que este año les tocará volver a hacer paquetes de nuevo: acaban de instalarse y ya falta espacio porque el boca-oreja entre ciudadanos que quieren huir de las compañías eléctricas convencionales va haciendo el efecto de bola de nieve y la web no deja de recibir nuevas peticiones de alta.

Som Energia [Somos Energía], cooperativa sin ánimo de lucro que produce y comercializa energía de fuentes 100% renovables, se ha convertido en una especie de sensación dentro de la economía solidaria, y eso que ni siquiera cuenta con la figura clásica de comercial, sino sólo con grupos de activistas organizados por el territorio: supera los 34.000 socios y lleva la luz a 50.000 hogares de toda España. Las cifras no son idénticas porque los familiares de socios también pueden acceder al servicio sin serlo, aunque en este caso obviamente no podrán participar en la Asamblea general, que, una vez al año, define las líneas de la empresa bajo el principio cooperativo de “una persona socia, un voto”.

“Es obvio que la gente está muy quemada con las compañías eléctricas y busca alternativas”, aventura Lucía García, bióloga especializada en ecología industrial, de treinta y cinco años, que se incorporó a la empresa el año pasado.

Sólo con el ‘boca-oreja’ y sin comerciales clásicos, la entidad gestiona ya 50.000 contratos en toda España

La iniciativa replica un modelo de cooperativas de energía verde muy consolidado en Europa

Este escozor de la gente no debe de ser nueva del todo, pero antes no solía haber alternativas al oligopolio eléctrico al alcance de todo el mundo, a las cuales fuera fácil pasarse sin aspirar a ser un héroe ni un auténtico militante. En cambio, en otros países europeos las cooperativas de energía verde llevan años bien consolidadas; por eso, cuando el profesor de Economía Gijsbert Huijink llegó a la Universitat de Girona y buscó los servicios equivalentes a los de su cooperativa holandesa quedó estupefacto: aquí no existían. Crear una réplica no le parecía misión imposible porque ya sabía por la experiencia de su país que era factible y al proyecto en seguida se fueron apuntando un montón de entusiastas. Antes de empezar a funcionar ya había reunido a más de 700 personas dispuestas a aportar los 100 euros que cuesta convertirse en socio —¡y, por tanto, en propietario!— de la compañía. Es probable que alguno de ellos incluso se sorprendiera, pero pronto pudieron decir adiós al oligopolio eléctrico sin quedar a oscuras. Y en seguida llegaron muchos más dispuestos a hacer lo mismo a partir, casi, de un simple clic: una página web de navegación sencilla que permite hacerte socio primero y acceder al contrato después en un proceso fácil y rápido.


COMERCIALIZAR Y PRODUCIR

El sistema español de distribución eléctrica hace imposible saber con seguridad si la energía que consumes en casa proviene de fuentes renovables porque toda va por las mismas vías y se reparte mezclada, sin distinción. Pero Som Energia aspira a producir tanta energía verde como consumo tengan sus clientes y, mientras tanto, apuesta de verdad por los certificados de garantía de origen. “Si todo el mundo exigiera certificados a la comercializadora, seguro que tendríamos más renovables”, opina Eduard Quintana, ingeniero industrial de treinta y ocho años que se sumó al proyecto casi desde el inicio y que hoy es uno de sus pilares.

Los proyectos propios de producción de energía verde que ya tienen en marcha los han financiado, además, sin necesidad de créditos bancarios; sólo implicando a los mismos socios. Primero, mediante la emisión de bonos o títulos con una pequeña rentabilidad, y recientemente con fórmulas todavía más imaginativas (y beneficiosas para la caja de la cooperativa) que buscan conectar de verdad la experiencia de consumidor de electricidad con la de productor de energía renovable en un mismo circuito que todo el mundo pueda identificar.

Un ejemplo de ello es una planta fotovoltaica construida en Andalucía, operativa desde mayo de 2016, con una capacidad de producción de 3 GWh al año y un coste de dos millones de euros. Para pagarla, se impulsó una campaña de financiación entre los socios con una fórmula bien original: podían aportar dinero, pero en una proporción equivalente a su consumo energético habitual. Y en lugar de recibir un interés a cambio, se beneficiarán durante veinticinco años de una tarifa más barata, a precio de coste, de una parte del recibo equivalente a la energía producida por esta planta fotovoltaica concreta que han ayudado a financiar. “Tenemos la voluntad de hacer visible nuestra energía incluso en la factura, a pesar de que el sistema lo ponga difícil”, subraya Quintana.

El fomento de la energía verde es uno de los motivos que acerca a mucha gente a Som Energia. Pero los quemados con las eléctricas convencionales lo están también a menudo por la propia mecánica operativa de estos gigantes, obligados a maximizar beneficios y a repartir dividendos suculentos entre los accionistas.

“Nuestros clientes son en realidad socios y saben que nunca les atenderá una máquina ni comerciales agresivos con todo tipo de ofertas y que tampoco se les intentará colocar más potencia de la que necesitan, para cobrarles más”, explica García.

Se busca producir también la misma cantidad de energía que consumen los socios

Las plantas de producción se han podido financiar sin créditos bancarios; sólo con aportaciones de socios

En 2016 ganó 930.000 euros, que se destinaron a provisiones para afrontar posibles subidas de precio

El backstage es como entrar en otro mundo, a años luz de las prácticas de las multinacionales: como la cooperativa no tiene ánimo de lucro y, por tanto, ni siquiera puede repartir beneficios, la razón de ser de la empresa no es conseguir cuantos más mejor, sino simplemente asegurar la solvencia para poder dar un buen servicio coherente con los objetivos. Tampoco necesita amasar fortunas para pagar sueldos estratosféricos ni generosos complementos a los directivos porque el baremo de referencia retributivo de Som Energia es el salario medio y la horquilla salarial no puede pasar de 3 a 1, de forma que no se pueden superar los 50.000 euros brutos al año. Hoy es una horquilla sólo teórica: nadie supera todavía los 30.000 euros brutos anuales. Todavía más diferencias de galaxia: el objetivo será siempre más bien reducir el consumo energético, no aumentarlo.

 

ATENCIÓN AL CLIENTE

Es evidente que con estas caracteristicas tan poco habituales, la atención al cliente no puede tener nada que ver con la que dan las grandes corporaciones. Permite un sistema de fijación de precios que tampoco se parece en nada y que queda fuera de las oscilaciones azarosas del mercado convencional, tanto por lo que se refiere a las subidas bruscas de precios como también a las bajadas, cuando las hay. El último incremento salvaje, coincidiendo además con la ola de frío, hizo crecer de forma espectacular el ritmo de nuevos socios de la cooperativa, que pasó de una media de entre 200 y 300 altas nuevas semanales a más de 1.000. Los nuevos clientes no buscaban necesariamente precios bajos, sino una forma de hacer radicalmente distinta, que al menos les aportara tranquilidad. Los que únicamente buscaran pagar menos, seguro que no acabaron dando el paso de asociarse porque Som Energia no puede comprometerse a ello.

El sistema de precios no puede garantizar precios bajos, pero sí tranquilidad porque mira a largo plazo y ahorra al cliente el estrés de las oscilaciones del mercado mayorista. El precio que pagará se fija en la Asamblea general cada mes de mayo y para todo el año en adelante, en función de las previsiones del equipo técnico y del resultado económico del ejercicio anterior. Si luego el precio del mercado mayorista sube, la cooperativa lo asumirá en buena medida gracias al excedente generado cuando los precios caían, precisamente porque no se evapora por la vía del dividendo. El método no sólo aporta tranquilidad, sino que está funcionando muy bien: en 2015 Som Energia ya tuvo beneficios, que compensaron las pérdidas acumuladas en los cuatro primeros años, de lanzamiento, y en 2016 también cerró con beneficios, de casi un millón de euros, que después de una consulta a los socios se decidió destinar a reforzar las reservas como seguro ante futuros aumentos de precio en el mercado mayorista.

 

POBREZA ENERGÉTICA

La tranquilidad se extiende también a un factor especialmente sensible en los tiempos que corren: la garantía de que Som Energia hará todo lo posible, de verdad, por no cortar la luz. Lo subrayan mucho los protocolos internos, reforzados por una comisión específica dedicada a la pobreza energética. Esto no quiere decir, naturalmente, que acepte dar servicio indefinidamente a gente que no paga, sino que estudiará muy a fondo caso por caso y removerá cielo y tierra, si hace falta, para no dejar a nadie en la estacada.

En enero, coincidiendo con la subida de la tarifa eléctrica, se registraon 1.000 altas a la semana

Los socios pueden hacer un donativo de 0,01 € el kW consumido para casos de pobreza energética

El primer colchón para conseguir que los impagos no agujereen las cuentas de la entidad sale de los mismos socios, que al contratar el servicio tienen la posibilidad de hacer un donativo voluntario de 0,01 euros el kW para afrontar casos de pobreza energética. Esta aportación, que en un consumo medio supone entre dos y tres euros al mes, se destina a cubrir las cuotas impagadas y también a reforzar las acciones de los grupos que trabajan con socios en situación vulnerable y su conexión con los servicios sociales de los ayuntamientos. No será hasta la última etapa que si la situación se vuelve irreversible se gestionará el paso del cliente hacia una comercializadora de último recurso, la única que puede ofrecer legalmente el bono social, siempre con la supervisión y coordinación de los servicios sociales.

 

IMPACTO

El éxito de Som Energia impresiona a todos los que la descubren, pero dentro los promotores siguen con los pies en el suelo. El mismo Eduard Quintana señala que están muy contentos de contar con 50.000 contratos, pero que en España hay 28 millones posibles. Esto representa apenas, pues, el 0,17% del total. Es loable y ciertamente prometedor, pero todavía testimonial para la ambición de la cooperativa: “El objetivo actual es dar un servicio ecológico y respetuoso con la gente y estamos muy contentos con lo que hemos conseguido”, apunta Quintana, quien como sus compañeros no deja de mirar también hacia otro objetivo a largo plazo, mucho más ambicioso todavía, y que es la razón de ser última del proyecto: “Con esto no tenemos suficiente; lo que queremos es cambiar el modelo energético”.

 

MÁS INFO

AÑO de CREACIÓN: 2010
SOCIOS DE CONSUMO: 34.000
FACTURACIÓN: 21 millones de euros
BENEFICIOS 2016:  930.000 euros
SEDE CENTRAL: Parque Científico y Tecnológico UdG. Edificio Giroemprèn. c/ Pic de Peguera, 11 (ala B. despacho B2.12), 17003 Girona
TELÉFONO: 972 183 386
WEB: www.somenergia.coop