Te quedan 1 artículos gratuitos este mes.

Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

07 Coop57 // Réditos de la lucha que no se abandona

Comparte
Pertenece a la revista
Mayo 2017 / 5

Un conflicto laboral que parecía perdido por los trabajadores generó una caja de resistencia que se convirtió en semilla de una cooperativa de servicios financieros de gran solvencia al servicio de la economía solidaria. Un círculo virtuoso atípico.

En el punto álgido del conflicto laboral de la editorial Bruguera, en 1986, y con la empresa ya a merced del Banco de Crédito Industrial —pieza clave de las reconversiones impulsadas por el Gobierno de Felipe González—, a los trabajadores les pusieron entre la espada y la pared y les dijeron: O lo tomas o lo dejas. O aceptáis estas indemnizaciones, simbólicas, u os vais a quedar sin nada de nada.

La mayoría aceptó como mal menor la propuesta, asumida con resignación por los sindicatos mayoritarios. Pero un centenar de trabajadores, organizados con criterios autónomos y muy influidos por las enseñanzas de José Antonio Díaz Valcarcel, referente del sindicalismo autónomo que trabajó en Bruguera hasta su muerte, en 1985, decidieron que iban a continuar la lucha hasta el final, costara lo que costara. Por coherencia y por dignidad.

La coherencia y la dignidad suelen ser valores muy apreciados, pero no siempre se rubrican con un final feliz y a veces incluso acaban como el rosario de la aurora. Pero cuando se acaba bien, no suele difundirse demasiado, no vaya a ser que el ejemplo se extienda. La lucha de los insumisos de Bruguera no es que acabara bien, sino de película: no sólo cobraron la indemnización máxima, muy superior a la de “o lo tomas o lo dejas”, sino que las retenciones de los salarios de tramitación guardadas en una especie de caja de resistencia sirvieron, una vez cerrado el capítulo de Bruguera, como semilla de una cooperativa de servicios financieros para impulsar iniciativas empresariales y cooperativas autogestionadas. Se le llamó Coop57 —el número 57 acabó siendo fetiche para los sindicalistas insumisos, convencidos de que les traía suerte— y hoy es una pieza clave del engranaje de la economía social y solidaria de toda España, con organizaciones territoriales en seis comunidades autónomas —Cataluña, Aragón, Madrid, Euskadi, Galicia y Andalucía—, 750 entidades miembros y 3.600 personas socias, que gestiona aportaciones que ya superan los 32 millones de euros y un saldo de préstamos vivos de más de 13 millones.

“No nos debemos creer las cosas que se nos dicen para desanimarnos y hacernos abandonar la lucha; siempre hay que luchar por lo que es justo”, explica Paco Hernández, de sesenta y seis años y recién jubilado, uno de los dirigentes sindicales —entonces en la CNT— que se negaron a aceptar el claudicante “o lo tomas o lo dejas”. “Ahora bien”, añade socarrón, “si me llegan a decir que las cosas acabarían yendo como fueron no me lo habría creído jamás; ni en el mejor de los sueños lo podía imaginar”.

El conflicto de la editorial Bruguera generó una ‘caja de resistencia’ que fue la semilla de Coop57

La cooperativa de servicios financieros ya opera en seis comunidades autónomas y mueve 32 millones de euros

Hernández recuerda que cuando, a mediados ya de la década de 1990, acabó el larguísimo conflicto de Bruguera, con la sentencia del Tribunal Supremo dándoles la razón, la caja de resistencia para proyectos autogestionados que habían ido alimentando con parte de los salarios de tramitación sumaba la muy respetable cifra de 100 millones de pesetas (600.000 euros). De acuerdo con los mismos abogados del Col·lectiu Ronda que llevaban la causa decidieron que, en lugar de embolsárselos, los pondrían a trabajar para regar proyectos de economía autogestionaria a partir de tres patas: formación, organización y acceso a financiación.

De esta última pata nació Coop57, que desde siempre se llevó con mucha cautela para que la caja no se evaporara en seguida, sino que pudiera servir, de verdad, como palanca de cambio financiando el mayor número posible de proyectos empresariales que empujasen en esta dirección, hoy conocida como “economía solidaria”. Al principio, la base era fundamentalmente el entusiasmo militante —que nunca ha desaparecido—, pero poco a poco se fue consolidando una estructura profesional, que con la llegada de Ramon Pascual como gerente, a finales ya de la década de 1990, hizo el cambio de rasante que ha acabado llevando a la organización que opera hoy: sólida, eficaz, con muchos y crecientes recursos y con una forma de funcionar tan democrática como profesional. “Profesional con compromiso”, resume Hernández.


ORGANIZACIÓN HORIZONTAL

La fórmula de organización territorial, de base asamblearia y completamente horizontal, es la que años después adaptó la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH): si se crea un grupo en un territorio que quiere funcionar como Coop57, con sus valores y métodos, y tiene la forma de hacerlo y de conseguir ser útil a la economía solidaria de su ámbito, pues adelante. Pero que lo impulsen ellos mismos. La primera réplica brotó en Aragón y ahora ya hay grupos en seis comunidades autónomas. En cada número del boletín de la organización se publican los nombres de todos los nuevos socios de cada grupo, así como cada préstamo concedido —con una explicación de los proyectos receptores incluidos— y las condiciones.

Este crecimiento progresivo y sin modificar el ADN de la organización se percibe también en las grandes cifras puramente macro. Entre 2010 y 2016, y pese a la crisis económica, las aportaciones de socios que gestiona la entidad han pasado de 8 a 32,9 millones de euros, con un saldo de préstamos vivos que ha subido en el mismo período de 6,4 a 13,2 millones.

Uno de los sindicalistas fundadores: “Ni en sueños me podía imaginar todo lo que hemos conseguido”

La cooperativa sólo trabaja con socios y los candidatos son evaluados antes por la comisión social

La morosidad es muy baja porque todos los mecanismos facilitan que los préstamos se devuelvan

Hay dos tipos de socios: las empresas y entidades, que pueden acceder a la cartera de servicios —préstamos, pólizas, avance de subvenciones, circulante, títulos participativos, etc.—, y las personas a título individual o entidades que simplemente quieren participar en el proyecto, opinar y depositar sus ahorros con la confianza de que Coop57 sabrá cómo moverlos al servicio de la economía solidaria. Las aportaciones obligatorias, que no están retribuidas, son de 901,52 euros para las entidades que quieren recibir servicios y de 300 para los individuos y las entidades colaboradoras. A partir de ahí, todas las aportaciones siguientes son voluntarias y se retribuyen a un interés más simbólico que otra cosa, fijado por la Asamblea general. Actualmente, del 0,25%. Además, para evitar las dependencias excesivas de nadie —ni tan siquiera de la buena gente—, se ha establecido un límite de aportaciones voluntarias, que no pueden superar los 10.000 euros anuales por entidad o persona.

Una cooperativa de servicios financieros es una herramienta para dar servicios a los socios y, por tanto, quien aspira a recibirlos debe ser socio. Esto significa que la cosa no va de llamar a una puerta y pedir un crédito, sino que antes te tienen que haber aceptado como socio. Y no todo el mundo puede formar parte de Coop57: la cooperativa quiere trabajar sólo con la economía social y solidaria y tiene mecanismos de evaluación para asegurarse de ello con una comisión social específicamente dedicada a esto. “No queremos evaluar sólo el impacto social de un préstamo concreto, sino conocer la entidad en su globalidad. Antes de mirar los números tenemos que saber qué hace, cómo lo hace y qué impacto social tiene”, explica Xavi Teis, uno de los portavoces.


COMISIÓN TÉCNICA

Si la evaluación culmina con éxito, entonces ya se puede hacer socia y a partir de ahí acceder a la cartera de servicios… siempre y cuando se cumplan las condiciones necesarias. Porque aquí viene la segunda parte: Coop57 tiene también una comisión técnica muy profesional y no deja dinero que teme que se puede perder y, por tanto, acabar perjudicando a la entidad, que es clave para que la economía solidaria se pueda desarrollar.

Sin embargo, los criterios técnicos que se aplican a la hora de decidir si un préstamo se concede no son necesariamente los mismos de la banca convencional. “El balance y los resultados son importantes, pero no lo son todo; hay muchos otros elementos”, indica Teis. El hecho de que la entidad que pide el préstamo sea socia significa que ya existe un conocimiento mutuo notable, lo que permite considerar elementos como su capacidad de crear sinergias y redes con otras entidades, el potencial de movilización de la base social, el compromiso de los socios, etc. Estos elementos, en conjunto, pueden acabar dando luz verde a operaciones que con seguridad habrían sido rechazadas con criterios ortodoxos.

Esta dinámica de socios que reman conjuntamente —a partir de criterios profesionales, pero no necesariamente los que enseñan en las escuelas de negocio— funciona muy bien. La morosidad en Coop57 es muy inferior a la media del sector financiero: ronda sólo el 2% cuando en el sector financiero convencional se ha disparado con la crisis por encima del 10%. Y eso que en Coop57 los acuerdos entre socios se cierran sin ni siquiera tener que pasar por el notario, con lo que naturalmente también se ahorran costes.

Una parte del secreto se explica por el desarrollo de herramientas financieras tan originales y útiles como impensables en los esquemas convencionales. Un ejemplo fabuloso son los avales mancomunados personales, que han permitido financiar muchos proyectos o iniciativas complicadas desde una perspectiva ortodoxa sin que los riesgos recaigan en Coop57.

Todo préstamo necesita un aval y según de qué cantidades no es nada fácil obtenerlo, sobre todo cuando la viabilidad no está completamente asegurada. Los avales mancomunados personales permiten superar esta pared: se trata de trocear el aval entre toda la base social de la entidad que pide el préstamo, en función de las posibilidades de cada uno. Uno avala personalmente 50 euros; el otro 300 y el de más allá, 1.000. Obviamente, este aval sólo se ejecutará en caso de que no se pueda devolver el préstamo y, por tanto, todos los avalistas se van a dejar la piel para ayudar a que el proyecto sea un éxito. Pero nadie afronta personalmente un riesgo superior al que, en el peor de los casos, puede afrontar su bolsillo.

 

 

BASE SOCIAL

De esta forma, las entidades que tienen una amplia base social comprometida casi nunca se quedan sin acceso a financiación. Ni siquiera para proyectos de riesgo, que en elpeor de los casos acabará asumiendo la base social a partir de los avales mancomunados. Y si incluso esta red tan espesa llegara a fallar, la entidad creó en 2012 un fondo de garantía de depósitos interno para limitar el impacto de potenciales (e improbables) impagos en la solvencia de la cooperativa.

Los avales se pueden ‘trocear’ y repartir entre toda la base social de la entidad que pide el crédito

Los criterios ortodoxos no son los únicos que cuentan a la hora de conceder un préstamo

En 2012 se creó un fondo de garantía de depósitos interno como seguro adicional del proyecto

“La razón última que nos hizo tirar adelante Coop57 es que ningún proyecto, sobre todo de gente joven y por utópico que parezca, se quede sin poderse probar, y que al mismo tiempo no ponga en riesgo esta herramienta tan preciosa que tenemos. Lo que diga la comisión técnica va a misa, pero con los avales mancomunados personales todo se puede probar, por utópico que parezca”, explica Hernández.

Que se puedan probar incluso proyectos tan aparentemente utópicos como ganar una batalla sindical imposible que aporte los fondos necesarios para crear una herramienta potente de financiación al servicio de las empresas que aspiran a cambiar el mundo. Tan utópicos como Coop57.

 

MÁS INFO

AÑO DE CREACIÓN: 1995
ENTIDADES SOCIAS DE SERVICIOS: 739
SOCIOS COLABORADORES: 3.501
FONDOS PROPIOS:  2,1 millones
APORTACIONES DE LOS SOCIOS: 32,9 millones
SEDE CENTRAL: c/ Premià, 13-15, bajos; Barcelona 
SEDE EN MADRID: c/ Duque Fernán Núñez, 2, 1.ª
TELÉFONOS: 93 268 29 49  / 91 467 06 40
WEB: www.coop57.coop