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Fenómenos imperiales

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Junio 2019 / 70

Raramente se puede ver el cometa Halley más de una vez en la vida, porque su órbita alrededor del Sol dura unos 75 años. Mucho más insólito es asistir al relevo de un imperio planetario. La humanidad ha contemplado este fenómeno solo  tres veces: al final del siglo XVI (declive del imperio español), al final del XVII (declive del imperio de las provincias holandesas) y a principios del XX (declive del Imperio británico). Lo anterior, cosas de faraones, griegos, romanos y chinos, no cuenta porque no era planetario. Parece que ahora se nos ofrece una cuarta oportunidad: el imperio americano, que reemplazó al británico, pelea para mantener la hegemonía frente al pujante imperio chino. Se trata, dejando de lado cualquier consideración no estética, de un espectáculo deslumbrante.

Conviene preguntarse si es suficiente con asistir al espectáculo. Porque el cambio de un hegemón a otro altera por completo nuestras vidas. España representó los valores (religiosos) y el tránsito de dios hacia el hombre como centro de gravedad intelectual. Holanda fue el comercio. Gran Bretaña, la industria. EE UU fue, y es aún, la tecnología. No sabemos qué será el imperio chino. Los capitostes de Washington y Pekín nunca nos pedirán  nuestra opinión. Pero deberíamos tenerla. A no ser que asumamos que el rumbo de la humanidad se rige por fórmulas inmutables, como el sistema solar y las historias de Sherlock Holmes, y que las personas no pintamos nada.

A mí me gustaría saber cuál es el pensamiento de la izquierda, o del progresismo, o de los putos progres, por recurrir al lenguaje coloquial, dado que más o menos son los míos. ¿Nos da lo mismo EE UU que China? No sé, decidamos. Llevamos décadas cuestionando una cierta globalización, la real, la financiera, y especulando sobre modelos alternativos. Ahora, el inefable Donald Trump propone algunos cambios por la vía del proteccionismo para contrarrestar el capitalismo de Estado chino y favorecer (eso dicen los números, desde la media salarial a la tasa de desempleo) al obrero estadounidense. Hasta ahora, la izquierda  europea solo ha sido capaz de preocuparse por los riesgos de una guerra comercial entre los dos imperios y de seguir lamentando que Trump sea, como es, un tipo impresentable.

Han pasado más de 20 años desde que Nanni Moretti, en la película Abril, le espetaba a Massimo D’Alema (dirigente comunista, dirigente socialdemócrata y dirigente italiano en general) aquella famosa frase: “Di qualcosa di sinistra!” Veamos si alguien por fin dice algo de izquierdas. Veamos si nos importa sobre todo la libertad individual, o la justicia social, o el crecimiento económico, o lo que sea. Veamos lo que somos, o lo que aspiramos a ser, frente a un fenómeno tan enorme y real como un relevo de imperios. Ganemos al menos el derecho a quejarnos luego, ocurra lo que ocurra.