Te quedan 1 artículos gratuitos este mes.

Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

Groenlandia, un precedente del 'brexit'

Comparte
Pertenece a la revista
Abril 2020 / 79

Separación: En 1982, una mayoría de groenlandeses se pronunció a favor de salir de la Comunidad Económica Europea. Tres años después, la isla obtuvo el estatuto de los países y territorios de ultramar.

El Reino Unido no es el único territorio que se ha salido de Europa; debemos recordar que ya hubo otro que siguió esa senda. Tras un referéndum y tres años de negociaciones, Groenlandia ganó una independencia formal y su economía es independiente de la de Dinamarca.

Provincia danesa desde 1953, Groenlandia se definió en el referéndum, en 1972, sobre la adhesión de Dinamarca a la Comunidad Económica Europea. Mientras que el 63% de los daneses respondieron afirmativamente, en Groenlandia más del 70% de los votantes rechazaron la entrada en la CEE. Los insulares temían una feroz competencia europea en sus zonas de pesca.

El 1 de enero de 1973 eran, pues, contra su voluntad, miembros de Europa. Las reivindicaciones autonomistas empezaron a ser cada vez mayores: en enero de 1979, se celebró un referéndum sobre la autonomía política del territorio en el que más del 70% de los electores se decantaron por esa opción. Groenlandia obtuvo una total soberanía en lo referente a la Administración, los impuestos y derechos aduaneros, la gestión del territorio, la agricultura, la pesca, la caza, la regulación de la competencia y el comercio. Copenhague mantuvo el control en el ámbito de la regalía, que incluye la justicia, la defensa, la diplomacia y la emisión de moneda. El resto de las competencias están compartidas.

Las primeras elecciones legislativas groenlandesas tuvieron lugar el 4 de abril de 1974. Las ganó el Simut, partido socialdemócrata y separatista, que obtuvo el 46% de los votos, frente a los liberales-conservadores del Atassut, que se había adherido demasiado tarde a la causa autonomista.

El primer jefe de Gobierno de Groenlandia, el expastor luterano Jonathan Motzfeldt, convocó un nuevo referéndum en febrero de 1982 en el que una mayoría de los groenlandeses votaron a favor de la salida de la CEE. Con una mayoría del 53%, mucho menor que el 70% que se había pronunciado en contra de la entrada en la Comunidad Europea. La diferencia entre los partidarios de la salida y de la permanencia en la CEE fue mínima: ¡1.435 votos (pero en cualquier caso un 6% de los sufragios emitidos)!

Periodo de negociaciones

Inmediatamente después de la celebración del referéndum, Copenhague inició el proceso de salida de Groenlandia. Un periodo de negociaciones se abrió entonces. Alemania Federal, que presidía el Consejo Europeo en el primer semestre de 1983, demoró las negociaciones para que sus marineros continuaran pescando en aguas groenlandesas. A los pescadores alemanes se les acusó de todo tipo de desmanes: rebasar las cuotas, usar redes no reglamentarias, engañar sobre las especies…

La economía del territorio es muy dependiente de las subvenciones danesas y las exportaciones de pescado

Las modalidades de la salida se definieron en un breve tratado, firmado el 13 de marzo de 1984, solo dos años después de la apertura de las negociaciones. Dicho tratado preveía que Groenlandia formaría parte de los países y territorios de ultramar (PTU, véase recuadro) asociados a la Comunidad Europea. Tendría acceso al mercado común y podría vender permisos a los pescadores europeos. Esta última medida, aunque permitía engrosar los ingresos presupuestarios de la isla, fue muy contestada por los groenlandeses.

Al cabo de tres años, durante los que las negociaciones coincidieron con la lucha por proteger sus aguas territoriales, Groenlandia sale efectivamente de la CEE, el 1 de febrero de 1985. La isla se beneficia de un régimen particular por el que los pescadores europeos tienen acceso a sus zonas de pesca a cambio de una compensación financiera anual de 22 millones de dólares.

Crecimiento volátil

¿Está Groenlandia mejor desde su salida de la CEE? No está nada claro. Desde los años 1980, su índice de crecimiento es enormemente volátil; a años de vacas gordas suceden años de vacas flacas. La economía groenlandesa es muy vulnerable y está vinculada a la de Dinamarca, que representa aún el 80% de sus importaciones y el 60% de sus ingresos públicos debido a las subvenciones que recibe. Aunque el territorio depende en gran medida de Dinamarca, está enormemente atado a su actividad principal, la pesca, que representa aún un 90% de sus exportaciones. Groenlandia sufre, pues, la enfermedad holandesa, expresión que designa a una economía demasiado dependiente de la exportación de un producto específico, generalmente una materia prima o un bien agrícola. Kuupik Kleist, primer ministro de la isla de 2009 a 2013 por el partido socialista inuit Ataqatigiit, hacía notar que aún no había llegado la hora de la independencia y que Groenlandia tenía que diversificar su economía.

No está en venta

Para Kleist, Groenlandia debe invertir en el turismo y en la explotación de sus recursos naturales y fósiles. La isla posee, en efecto, vastos recursos entre los que se incluyen el carbón, el cobre, el gas, el mineral de hierro, el níquel, el petróleo, el oro y el zinc. Y, sobre todo, su subsuelo contiene tierras raras —utilizadas en la fabricación de teléfonos móviles, ordenadores, vehículos eléctricos, paneles solares y otros productos de gran demanda…—, de las que China posee cerca del 90% del total mundial.

Ello despierta el apetito de Estados Unidos: ya en 1867 hicieron una oferta oficial a Dinamarca para comprar Groenlandia. Una oferta reiterada por el presidente demócrata Harry Truman en 1946 y, posteriormente, por el republicano Donald Trump el pasado verano. Cada una de las ofertas ha recibido el mismo rechazo tajante: ¡Groenlandia no se ha emancipado de Europa y Dinamarca para entregarse a Estados Unidos!

Sin embargo, frente al creciente interés de Rusia y China por el Ártico, su situación estratégica, sus riquezas y su creciente accesibilidad debido al cambio climático, la Groenlandia autónoma puede necesitar la ayuda de Estados Unidos así como de los otros países de la región (Dinamarca, Canadá, Noruega, Suecia, Finlandia, Islandia) y del conjunto de la Unión Europea… ¡y viceversa!