Desiguales por ley // Trampas económicas de la desigualdad
De la declaración de la renta conjunta a los requisitos para la pensión, pasando por los permisos por nacimiento de un hijo. Todo refuerza la división sexual del trabajo.
Desiguales por ley. Políticas contra la igualdad de género.
María Pazos Morán
Editorial Catarata, 2013.
288 páginas. 16 €
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Virginia Woolf definió las condiciones imprescindibles para una mujer que escribiera: una habitación propia y un sueldo que la hiciera independiente. El paisaje social ha cambiado de forma radical desde su muerte, en plena Segunda Guerra Mundial. Hombres y mujeres tienen reconocidos los mismos derechos y, en teoría, toman sus decisiones sobre el tipo de trabajo, de cargo y de vida, desde una total libertad de elección.
En paralelo, cada 8 de marzo nos sometemos a un baño de realismo colectivo sobre llamativas anomalías, agudizadas algunas de ellas desde el inicio de la crisis: la brecha salarial respecto de los hombres persiste, las mujeres predominan entre las categorías precarias de empleo, las pensiones medias de las mujeres son más bajas, la presencia de jefas en la cúpula de empresas es escasísima, la maternidad sigue lentificando, cuando no truncando, carreras profesionales, y el cuidado de los mayores y los niños recae siempre sobre hijas, madres o hermanas.
María Pazos, matemática e investigadora del Instituto de Estudios Fiscales (IEF), formada en estadística en Harvard, lleva tiempo buceando en la relación entre la Hacienda Pública y la igualdad de género. En Desiguales por ley, Pazos rastrea presupuestos públicos, disposiciones legales, prestaciones sociales, criterios para optar a deducciones y a pensiones de jubilación y viudedad, convencida de que las políticas públicas no solo no desmontan, sino que disfrazan multitud de trampas implícitas para la igualdad.
El hilo conductor de su investigación aporta un enfoque distinto del habitual, e incluso resulta provocador en la medida en la que no reivindica que los hombres se impliquen más en el actual sistema de conciliación ni también sacrifiquen su carrera por los hijos, considera limitada la utilidad de los planes de igualdad y no defiende a capa y espada medidas de discriminación positiva. Nada cambiará mientras no se revise a fondo el modelo de organización del cuidado de las personas, es la conclusión de su exhaustivo análisis. La economía es sexista e influye de forma directa en que la mujer tenga menor disponibilidad para salir a trabajar. Entre las soluciones sugeridas figuran los permisos laborales iguales, intransferibles y remunerados al 100% para padres y madres, la educación infantil de calidad a partir de los cero años y el acceso al sistema de atención a la dependencia, la equiparación de la pensión no contributiva a la contributiva y los horarios laborales más cortos y racionales para todos.