El futuro del capitalismo // Devolver la ética al capitalismo
¿Son posibles un capitalismo ético, un Estado ético, una familia ética, una empresa ética y un mundo ético?
El futuro del capitalismo Paul Collier 352 páginas Debate, 2019 22,90 € |
Hay brechas profundas que desgarran el tejido de nuestras sociedades -escribe Paul Collier en las primeras líneas de El futuro del capitalismo- porque el capitalismo no está funcionando. Es una brecha geográfica entre metrópolis florecientes, que atraen talento e inversiones, y ciudades menores en declive. Es una brecha social por la diferencia creciente entre las rentas más altas y las de colectivos como los parados de larga duración, las de clases medias con ingresos estancados y un futuro laboral cada vez más inestable y las de jóvenes que, incluso con un nivel alto de estudios, tendrán dificultades para alcanzar el nivel de bienestar de sus padres. Finalmente, es una brecha geográfica entre países, que no hace falta comentar.
Contribuye a ello una interpretación utilitarista de la economía que postula que la mano invisible del mercado (que Adam Smith introdujo como hipótesis en La riqueza de las naciones) garantiza la generación de bienestar social a partir de intereses particulares, por lo que cabe reducir al mínimo el papel de los Estados. Pero también contribuye, según Collier, el paternalismo ideológico de socialdemocracias que no han puesto énfasis suficiente en el desarrollo de las obligaciones recíprocas de los ciudadanos, debilitando así los vínculos comunitarios. Es una crítica que hace recordar al Tony Judt de Algo va mal.
A partir de ahí, se apuntan las bases de un planteamiento capitalista ético, basado en valores morales, pero que rehúye el dogmatismo paternalista. Con referencias a la Teoría de los sentimientos morales de Adam Smith, en gran medida olvidada, y postulando una aproximación pragmática a los cambios acelerados propios de la época; reconstruyendo un mundo ético de comunidades e instituciones vinculadas tanto por el interés ilustrado de cada participante como por la asunción de obligaciones recíprocas.
IMPUESTOS Y ESTÍMULOS: Collier sugiere gravar con impuestos diferenciales a quienes más se benefician de la economía de acumulación de las metrópolis para frenar con estímulos el declive de las ciudades menos pujantes
Collier apunta para ello propuestas originales y estimulantes, si bien no exentas de controversia, para el Estado ético, la empresa ética, la familia ética y el mundo ético.Sugiere, por ejemplo, gravar con impuestos diferenciales a quienes más se benefician de las economías de aglomeración de las metrópolis florecientes, para frenar, a base de estímulos, pero no de subvenciones, el declive de ciudades menos pujantes. También propone desarrollar mecanismos para que el interés público esté representado en los consejos de las empresas, para así evitar decisiones que supongan beneficios para la empresa a costa de perjuicios públicos considerables. Destaca a este respecto que, al haber un fallo de mercado en la formación de habilidades, las políticas empresariales de despidos masivos que se justifican en necesidades de reconversión estratégica o tecnológica traspasan indebidamente al Estado los costes de seguridad social y reskilling de los afectados. Collier deja abierta, sin embargo, una cuestión clave: la de descubrir y promover la técnica moral que desarrolle comunidades éticas como las que Collier postula. Habrá que ponerse a ello.