El planeta inhóspito // Hacia el suicidio colectivo... ¡o no!
La ficción de nuestro tiempo nos ha acostumbrado a los enemigos exteriores, no a nuestra propia responsabilidad.
El planeta inhóspito David Wallace-Wells Editorial Penguin Random House Páginas: 350 Precio: 22,90 euros |
La literatura sobre las consecuencias del cambio climático —la devastación del planeta y el fin de la especie humana, entre otras— está conformando un nuevo género: el alarmismo ecológico. Pero al periodista neoyorkino David Wallace-Wells le resbala si se le tilda de alarmista. “Me parecería justo, porque estoy alarmado”, confiesa, al final de la obra. La obra es El planeta inhóspito y leerla quita el sueño. No solo porque está escrito con una prosa fluida y trepidante, sino porque el contenido de sus 350 páginas se resumen en una señal de peligro gigantesca esculpida con datos e informes científicos.
Hemos leído sobre las muertes por contaminación, las oleadas de millones de refugiados climáticos, las ruinas de las cosechas y la hamburna, las ciudades e islas inundadas y hundidas, la liberación del metano del deshielo del ártico, las enfermedades esperadas e inesperadas... pero Wallace-Wells atrapa porque nos habla también de ética, de geopolítica, de filosofía, de historia, de economía, de salud, de cultura, de civilización, de ciencia, de historia, de psicología, de miedo y hasta del amor. Sobre todo, el autor habla de incertidumbre. Porque imaginamos consecuencias directas de muertes por calor o por hambre y destrucción ante fenómenos climáticos extremos y debido a la contaminación, pero los efectos indirectos son miles de hilos de los que tirar; de la violencia y las guerras a la merma de productividad; de nuestras contradicciones, como la fe ciega en la tecnología, entretenida con los teléfonos inteligentes, la inteligencia artificial y las criptomonedas (minar bitcoins consume más electricidad que todos los paneles solares del mundo). El problema es que el impacto se perfila, ya hoy, muy desigual, y que son los países pobres y las zonas más pobres de los países ricos las que se llevan la peor parte del aumento de las temperaturas. India es el país más perjudicado en relación con su responsabilidad en la causa del calentamiento, frente al caso opuesto de China, poco entusiasta en la lucha como principal proveedora de instraestructuras industriales, energéticas y de transporte de los países en desarrollo. Y por supuesto, Occidente.
IMPACTO DESIGUAL: La India es el país del mundo que proporcionalmente sufrirá un mayor impacto del calentamiento global en relación con su grado de responsabilidad en provocarlo
Lo que ha causado el ser humano puede revertirlo el ser humano (siempre que se dé una prisa radical). Podemos suicidarnos o podemos sobrevivir. Existen herramientas para luchar: impuesto al carbono, reconversión masiva de instraestructuras energéticas y de transporte, nuevas prácticas agrícolas, cambios de dietas, captura del carbono… No basta con consumir de forma consciente, sino votos por opciones políticas que quieran transformar el modelo económico e industrial para evitar, sencillamente, la extinción.
Puede que la vida le dé igual. Piense entonces en la economía. ¿El coste? Colosal. Pero un estudio de Naciones Unidas de 2018 calcula el saldo positivo entre coste y beneficio en 26 billones de dólares.
La crisis de 2008 contrajo el PIB global en un 1,7%. La Gran Depresión, en un 14,9%. La producción mundial puede llegar a caer un 20% por el calentamiento global.