El trabajo de cuidados. Historia, política y teorías // Cuando el cuidado toma relevancia
El trabajo de cuidados. Historia, política y teorías. 411 páginas Furhem. Catarata. Precio: 25€ |
Para las autoras del libro El trabajo de cuidados. Historia, teoría y políticas, cuidar de los demás es un asunto trascendental que forma parte de la economía tanto como la producción de insumos, el empleo remunerado o las finanzas. Sin embargo, está terriblemente poco valorado tanto por la sociedad como por la política. El mundo está organizado en términos monetarios, y vale muchísimo más un banquero que una persona que cuida de gente mayor o de niños. Pero sin la persona que cuida de la gente mayor, el banquero no sería nadie, y sin las personas, en su gran mayoría mujeres, que no cobran nada por su trabajo doméstico de cuidados, el banco mismo no existiría.
El libro, un esfuerzo académico escrito por mujeres profesionales desde las disciplinas de la historia, la economía y la sociología, está coordinado por Cristina Carrasco, Cristina Borderías y Teresa Torns, y es una oda a ese trabajo invisible y desvalorizado de las mujeres, en el que se estudia con detalle todo el sistema. Es un interesante aporte al debate sobre qué es el trabajo de cuidados, e incluye cuestiones tan básicas, pero a su vez tan poco cuestionadas, como qué significa exactamente el término trabajo, dónde empieza y dónde termina; qué significa el “trabajo remunerado” o el ambiguo término cuidado de los otros y por qué es tan dificil su cuantificación en estadísticas. Es importante su aportación sobre el papel histórico de las mujeres en la sociedad y su inclusión en la vida del trabajo por dinero, que destruye algunos mitos sobre cuándo las mujeres comenzaron a formar parte del trabajo fuera del ámbito familiar.
El lugar que ocupa en la sociedad el trabajo de cuidados es producto de un largo proceso que tiene sus inicios en la transición al capitalismo liberal. No proviene de la época de las cavernas, como podría pensarse.
El debate que engloba El trabajo de cuidados es imprescindible, y parecería razonable que no se quedara dentro de los círculos de la economía feminista, sino que formara parte de la “gran economía”, con al menos la misma importancia que tienen las finanzas. En este sentido, sería muy recomendable su lectura para hombres que son más comúnmente líderes de opinión y, por tanto, influyentes en el modo en que se ve y se organiza la sociedad. También debería ser de obligada lectura para quienes se encargan de desarrollar políticas públicas. Sus reflexiones sobre las necesidades humanas de cuidados físicos como de cuidados emocionales deberían formar parte de los programas electorales, si se quiere generar un aporte para el impulso de sociedades más desarrolladas. Lamentablemente, la crisis y, sobre todo, la falta de voluntad política, muestran por ahora pocos indicios de que las reflexiones de El trabajo de cuidados tengan una pronta aplicación en la vida cotidiana de la gente. La asunción de un Estado de bienestar fuerte, que es lo que podría liberar a las mujeres de una buena parte de la carga, está en claro retroceso en España. Los recortes afectan más a las mujeres, porque son en la mayoría de los casos quienes tienen que asumir no solo en negro, sino también gratis lo que el Estado no asume. Esto es injusto, además de que aumenta su indefensión. La ley de Dependencia, con todo y sus cuestionamientos (¿no somos acaso todos dependientes, en mayor o menor medida, en varios momentos de nuestra vida, más allá de la vejez?), era un paso en esa dirección, pero está paralizada.
Si se había logrado algún avance para darles un valor —aunque bajo— y proporcionarles por lo menos derecho a cotizar para una pensión que no sea no contributiva, estos esfuerzos se han truncado. Pero no se trata solo de eso. El debate que plantean las autoras es muchísimo más amplio. “La igualdad en el intercambio de la fuerza de trabajo masculina y femenina requiere igualdad en el ámbito de la reproducción social”, dice Antonella Pichio en el capítulo La reproducción social y la estructura básica del mercado laboral. “Sin ella, las políticas que tienen por objeto la igualdad salarial o la igualdad de oportunidades tienen escasa relevancia práctica”.
Por ahora tal vez no quede otra opción que la que cuenta en el último capítulo Silvia Federici, sobre comunidades italianas que simplemente se autoorganizan con “contratos de solidaridad”. La autora se refiere específicamente al cuidado de mayores, pero lo mismo podría aplicarse a los cuidados en la niñez. Bueno, tal vez es lo que ya se hacía cuando no existía para nada el Estado de bienestar.