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La Caixa de Pensions (1936-1945) // La Caixa que no pudo ser

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Septiembre 2019 / 72

FINANZAS: Un estudio riguroso sobre los logros sociales de la entidad de ahorro antes del franquismo.

La historia de La Caixa, actualmente convertida en el banco Caixabank, ofrece continuamente sorpresas. El economista Joan Maria Solà, que ha dedicado más de una década a investigar las raíces de la entidad, pone al descubierto la profundidad de los cambios sufridos durante la guerra civil y la inmediata posguerra (1936-1945). 

La Caixa de Pensions
(1936-1945)
Joan Maria Solà Franquesa
Editorial Base, 2019
252 páginas; precio: 17,90 €

Solà ha buceado en los archivos de la propia institución, en el Banco de España, en el Archivo General de la Administración Española y en el Arxiu Nacional de Catalunya, entre otros, donde ha localizado valiosos documentos que le han permitido realizar un riguroso análisis de este periodo. Su investigación revela el extraordinario desarrollo social alcanzado por La Caixa antes de la guerra.

El autor, que ha trabajado durante 40 años en la entidad, conoce muy bien la motivación social que llevó al abogado, experto en seguros y reformador social Francesc Moragas a crear la entidad en 1904. Estas ideas la diferenciaron significativamente del resto de entidades de ahorro. Buena prueba de ello fue el comportamiento de La Caixa durante el periodo revolucionario de la guerra, tras el golpe de Estado de Franco. Los empleados se afiliaron a la UGT y constituyeron un comité de control, un comité que entendió que no era necesario controlar las actividades de La Caixa porque ya “estaban orientadas hacia las clases populares, exentas de lucro, de mercantilismo y de especulación financiera”.

El comité de control apoyó constantemente al director, Josep M. Boix i Raspall, fiel sucesor de Moragas. La Caixa fue siempre leal a la legalidad republicana con numerosos donativos, como las 50.000 pesetas aportadas en 1937 “a los defensores de la asediada capital de la República”. Tras la guerra, Boix, junto con otros empleados, fue represaliado y no fue rehabilitado hasta 1979, seis años después de su muerte.

La obra recoge también los acontecimientos trágicos registrados en La Caixa de Barcelona durante la guerra. Esta entidad también ayudó a los resistentes de Madrid con 2.000 pesetas y con 10.000 a los refugiados de guerra. Juan Gómez, militante del POUM primero y del PSUC a partir de 1937, que administró la entidad durante la guerra, fue fusilado en el Camp de la Bóta el 20 de junio de 1939. La represión franquista comportó también la pérdida de la gestión de los seguros sociales y la persecución de la lengua catalana.

Solà pone de manifiesto la elevada solvencia de las inversiones de La Caixa y la relevancia de sus instituciones sociales, como el Institut Clínic de Montjuïc, que creó el primer banco de sangre de Barcelona que sirvió al ejército de la República, el Institut de la Dona que Treballa y el Institut per a la Rehabilitació Física de Mutilats, entre otros.

El libro es una investigación rigurosa sobre los decisivos logros sociales de La Caixa y constituye un valioso referente tanto para las actuales como futuras instituciones sociales.