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La crisis económica en España // Los intelectuales y la crisis

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Diciembre 2017 / 53

Aprender de los errores de la crisis para no repetir los desastres es el mensaje del libro de Josep Oliver.

La crisis económica en España
Josep Oliver Alonso 
RBA ECONOMIA, 2017
224 págs.
Precio: 20 €

¿Qué hemos aprendido de los errores que condujeron a la última crisis económica que estalló hace diez años? Se han escrito numerosos libros sobre la crisis económica y financiera que ha padecido España entre 2008 y 2013, cuyo efecto más demoledor fue la pérdida de casi una quinta parte del empleo existente (el 18,4% del total). Esto significó la destrucción de 3,8 millones de empleos y el consecuente aumento del paro, que llegó a  superar los seis millones de desocupados. Esta última crisis fue  muchísimo más terrible que las dos precedentes que se produjeron entre 1974-1985 y entre 1991-1994, en las que la destrucción de ocupación fue del 6,7% y 14,3%, respectivamente.

La búsqueda de enseñanzas para no repetir el desastre ocurrido es quizá el aspecto más valioso del libro  del profesor Josep Oliver, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona. El profesor Oliver es uno de los analistas más autorizados en esta materia porque viene realizando un chequeo periódico de los principales acontecimientos y efectos de la crisis con una perspectiva europea desde el think tank EuropeG.

El propósito de sacar lecciones de lo ocurrido implica adoptar previamente una actitud claramente autocrítica en el análisis de los acontecimientos, destacando el papel que han ejercido los intelectuales. Oliver parte de la base de que la adhesión al euro fue el elemento que otorgó a España una gran confianza internacional que le permitió incurrir en unos déficits exteriores tan elevados, un disparatado aumento de la deuda y un espectacular crecimiento del crédito interno. El crédito concedido por las entidades financieras pasó de los 354.000 millones en 1997 a 1,8 billones a finales de 2017. Los inversores internacionales y bancos extranjeros prestaban a España porque su pertenencia al club del euro era una garantía de solvencia y que no se producirían devaluaciones. La pertenecía a la moneda única fue la condición necesaria para que se generaran los desequilibrios que ocasionaron la crisis. 

Pero lo relevante fueron los otros elementos que definieron las condiciones suficientes que ocasionaron la crisis. Entre estos destaca el autor “la complacencia con la que los reguladores    (legisladores y autoridades), y la academia contemplaron la acumulación de desequilibrios de ahorro-inversión en determinados países y en España” y “la profundización de la globalización financiera, de la que la eurozona, y España en concreto, fue alumna aventajada”. 

Es decir, el clima intelectual imperante y la creciente interrelación financiera europea fueron determinantes para la gran expansión financiera 1997-2007. El autor insiste en que “la expansión del endeudamiento requería de un determinado clima intelectual que desde la academia influía en los policy makers y en las valoraciones de los mercados”. Oliver recuerda las palabras de Keynes sobre el poder de las ideas de economistas y filósofos políticos, “tanto cuando son correctas como erróneas”. Es importante que desde la academia se asuma la parte de responsabilidad que corresponda por lo ocurrido para que no se repitan errores tan graves.

Hay un hilo conductor que recorre todo el libro y es el fuerte crecimiento del endeudamiento interno y externo de hasta niveles difícilmente sostenibles y las serias dificultades para reducirlo. El autor recuerda que “familias, empresas no financieras y sector público estaban, a principios de otoño de 2017, más endeudados que en 2007”. Este relato incluye una reflexión sobre las medidas de austeridad adoptadas para reorientar la deuda y sobre el binomio reformas internas y solidaridad exterior. Esta solidaridad, expresada por las instituciones europeas, principalmente el Banco Central Europeo, que ha sido determinante para que España no sucumbiera en la crisis.

ECONOMÍA CALVINISTA: La reabsorción de la deuda exigirá, según el autor, "una economía más germanizada, más calvinista, con mayor ahorro y menos inversión en la construcción y con cambios sectoriales".

El libro ofrece un riguroso relato de los principales acontecimientos acecidos durante la crisis y las decisiones adoptadas en la UE. Es especialmente interesante la descripción de las reformas exigidas por las autoridades europeas, como condición para conceder  la ayuda financiera. Una ayuda que en última instancia fue fundamental para evitar el colapso.

En un ejercicio de balance de la crisis, el autor se pregunta: “¿Hasta qué punto se han corregido los desequilibrios de competitividad y deuda que la originaron?”. Las dudas son pertinentes. La Posición de Inversión Internacional se sitúa con un saldo del -85,7% del PIB, muy alejado del objetivo que fija la UE del -35%. Por otra parte, la deuda exterior se mantiene en el 230% del PIB, similar a la de 2008, que fue del 227%.

Una de las lecciones más notables que el autor extrae de la crisis es “la rapidez con la que se generan desequilibrios de deuda y su conexión con hipertrofias productivas”. En este sentido precisa que “la característica esencial de la expansión fue el sesgo hacia actividades protegidas de la competencia (construcción, hostelería y restauración, comercio, finanzas y servicios personales y colectivos). De forma que cuando el aldabonazo de la crisis rompió el encantamiento en el que había vivido el país, el despertar fue amargo: la deuda estaba ahí, pero el tejido productivo que debía permitir su devolución distaba de ser el adecuado”. En otras palabras, es muy arriesgado endeudarse en actividades no competitivas.