La desigualdad como construcción social
Una breve historia de la igualdad Thomas Piketty Deusto, 2021 294 páginas 18,95 euros |
Thomas Piketty lleva más de 25 años investigando sobre la desigualdad. El economista francés se ha convertido en un referente mundial por sus estudios sobre el capitalismo en obras como Capital e ideología (2019) y El capital del siglo XXI (2014). En su último libro, escrito con un estilo muy didáctico, sostiene que desde finales del siglo XVIII el progreso humano es una realidad. “Existe una evolución tendencial a lo largo de la historia hacia una mayor igualdad social, económica y política”, afirma. A su juicio, este avance social ha sido consecuencia de luchas y revueltas frente a la injusticia que han permitido transformar las relaciones de poder y derrocar las instituciones utilizadas por determinadas clases sociales en su propio beneficio.
El meollo del libro está en la consideración de que “la desigualdad es una construcción social, histórica y política”. Esto significa que para un mismo nivel de desarrollo económico hay múltiples formas de organizar un sistema social y político. En otras palabras, un sistema desigual puede modificarse mediante la implementación de instituciones más justas.
A pesar del avance general hacia la igualdad, el autor no presenta un análisis lineal de este camino. Advierte de que las luchas no son suficientes en sí mismas. “Son una condición necesaria para derrocar las instituciones y los poderes desigualitarios, pero, desgraciadamente, no son garantía de que las nuevas instituciones y poderes que los sustituyan sean siempre tan igualitarios y emancipadores como cabría esperar”. En este sentido, admite que el comunismo soviético permitió a los bolcheviques sustituir el régimen zarista por “Estado proletario” que logró considerables progresivos educativos, sanitarios e industriales al tiempo que contribuyó muy poderosamente a la derrota del nazismo. Igualmente, destaca que sin la URSS y el movimiento comunista internacional habría sido muy difícil que los dirigentes occidentales hubieran aceptado la Seguridad Social y la fiscalidad progresiva.
Pero el profesor francés recuerda también que el sistema de partido único, el rechazo de las elecciones y sindicatos condujeron a un regimen de opresión y encarcelamiento y a la aparición de una nueva forma de hipercapitalismo. Por esta razón, subraya la necesidad de aprender de los errores históricos y potenciar nuevos valores e instituciones como la igualdad jurídica, el sufragio universal y la democracia parlamentaria, la educación gratuita y obligatoria, el seguro de enfermedad universal, la fiscalidad progresiva y la libertad de prensa.
El autor aboga por un socialismo democrático y federal, descentralizado y participativo, ecológico y con mestizaje social, basado en el desarrollo del Estado social, el reparto del poder en las empresas, las reparaciones poscoloniales, la lucha contra la discriminación y la progresiva desmercantilización de la economía. Y expresa también su preocupación por el poder de los bancos centrales y su política monetaria, que, en su opinión, debe estar sujeta a un mayor control democrático: una tarea que no ve nada fácil.