Ulises y la comadreja // Una delicia sobre “los mercados”
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Para entender los mercados financieros quizá sea más útil la filosofía que la matemática.
Para semejante milagro —concentrado, además, en muy pocas páginas— se precisa un insider financiero que sepa de lo que habla y sea además filósofo: estas son justamente las características del autor, Georg von Wallwitz, que además es también matemático, alemán y tiene un talento fuera de lo común para la síntesis y para la escritura.
Ulises y la comadrejaGeorg von WallwitzAcantilado, 2013177 páginas. Precio: 12 euros.Este es un libro delicioso: explica para profanos cómo funcionan los mercados y no solo se entiende, sino que además es un auténtico placer leerlo. Sin duda, ayuda el hecho de que esté tan bien escrito y que abunde el humor, pero la clave es que en realidad no habla solo de los mercados, sino básicamente del ser humano y su complejidad con la ayuda de los clásicos griegos, Keynes, la Escuela de Frankfurt, Maquiavelo y san Agustín, entre muchos otros sabios.
El que sea matemático no es baladí: tiene autoridad para describir la ridícula obsesión por las matemáticas que se ha apoderado de los mercados con consecuencias nefastas para todos. Las matemáticas, explica, no pueden ser la piedra filosofal de los mercados porque necesariamente llevan al mismo absurdo al que conduciría cualquier otra piedra filosofal.El libro, que incluye un valioso prólogo de Eusebio Díaz-Morera, financiero también con amplias inquietudes, se adentra en el complejo mundo de los mercados cargado de símbolos, como el de Ulises y la comadreja —los dos polos sobre los que el autor hace bascular los “mercados”—, que ayudan a entender los tecnicismos y aforismos del sector. Ojo, tanto los públicos —Credit Default Swap (CDO), “nunca cojas un cuchillo cuando está cayendo”, etc.— como los internos, del estilo de Piece Of Shit (POS) y “Objetivo: vender nada por algo”.
Y todo sin ninguna pretensión moralista ni de denuncia (ni apología). Se trata de explicar y entender.
Es un libro especialmente útil para los ciudadanos corrientes, el plancton de los mercados: “Su papel en la Bolsa es semejante al del plancton en el océano. Si no hubiera plancton, los peces pequeños no podrían vivir, y sin peces pequeños, los grandes tampoco tendrían nada que comer (...) Es devorado sin misericordia y sin remordimientos”.
Ciudadano, ahorrador con ínfulas de inversor: ¡Haga lo que quiera, pero lea antes este libro!
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