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11 — RESIDENCIAS // Día 24

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Diciembre 2020 / 8

Las residencias de ancianos se han convertido en una trampa mortal para muchas personas. Lo que debería ser un espacio de protección se ha convertido en uno de los territorios más peligrosos. Que esto ocurriera era algo previsible dado el modelo asistencial del país. 

Cuidar a las personas es costoso. Tradicionalmente no se ha contado porque se ha basado en el trabajo gratuito de muchas mujeres. Pero el modelo tradicional de cuidados es, además de indeseable por su grado de desigualdad de género, imposible de mantener en una sociedad en la que el alargamiento de la vida genera patologías que requieren dedicación especial, y en la que la mayoría de mujeres adultas participan en actividades laborales mercantiles. Tenemos una proporción creciente de gente mayor que necesita cuidados y ello obliga a plantearse un modelo integral de atención a las personas mayores.

Hasta ahora la respuesta dominante ha sido dejar al mercado que organice esta actividad, lo que se resume en pocas dotaciones públicas (mejorarlas exige un aumento de impuestos) y residencias privadas en las que la atención depende de la cantidad que se pueda pagar. Y para abaratar costes, nulo reconocimiento profesional, bajos salarios y plantillas inadecuadas. Incluso la Administración opta por subcontratar la gestión a empresas privadas.

Si algo debemos aprender de esta tragedia es que hay que plantearse la cuestión del envejecimiento tomando en consideración tanto la calidad y conveniencia de los servicios como las condiciones laborales. Es momento de considerarlo un tema público de primera dimensión.