12 — SUMINISTRO // Día 25
La falta de equipos de protección, de test de detección, de respiradores y de material higiénico se está convirtiendo en un grave problema. Seguramente no hay suficientes materiales y lo fácil es pensar que ha sido una falta de previsión, pero lo interesante es entender por qué ocurre esto. Hacerlo nos permite detectar una de las múltiples fallas del sistema económico.
Estamos acostumbrados a que siempre que vamos al supermercado encontramos lo que queremos. Sobre esta experiencia cotidiana se forman las ideas que sirven a los economistas liberales para explicar que el mercado funciona como una máquina eficiente para satisfacer las demandas de la gente (siempre que se tenga dinero, de los excluidos nunca se habla). Olvidan una cuestión importante. Gran parte de este “milagro” se debe a que muchas de nuestras compras son sistemáticas, lo que permite a las cadenas comerciales prever las cantidades de cada producto que deben tener en las estanterías y a las fábricas regular su capacidad de producción. Cuando la rutina se altera, deja de funcionar bien. Lo vimos hace una semana, cuando el personal se lanzó a acaparar papel higiénico.
Y esto es lo que ha ocurrido con todo el material sanitario que ahora falta. Que un súbito aumento de la demanda provocado porque el sistema sanitario tiene un “pico” de necesidades no encuentra forma de ser satisfecha. Esto está agravado porque tras años de globalización la producción está concentrada en unos pocos países. Y algunos de los productores han decidido restringir sus exportaciones por el miedo de quedarse sin suministro (han hecho lo mismo que los acaparadores de papel higiénico). Producir siempre lleva tiempo y no hay una respuesta inmediata a un pico de demanda. El mercado funciona mal con incertidumbre e imprevistos. Vivimos en un mundo con una estructura productiva muy compleja pero a la vez es fácil experimentar colapsos. Más nos vale pensar en cómo organizar la economía ante futuras crisis.