54 — CONSPIRACIONES // Día 6
En tiempos de pandemias proliferan las teorías conspirativas. Las tenemos de todos los colores para consumo de los diferentes bandos. La gente de derechas se apunta a la tesis de Trump de que el virus ha sido una faena china para hundir al imperio del bien. Los chinos sugirieron la tesis contraria: una manipulación norteamericana para hundir el avance tecnológico chino. Se la creen algunos amigos de izquierda con cultura de Tercera Internacional, la que reducía toda la geopolítica a una peli de buenos y malos. Y hasta corre una visión centrista de que todo ha sido un escape involuntario de un centro de investigación.
Que hay conspiraciones en la política, en los negocios y en las relaciones personales es obvio. Que algunas tienen efectos, también. Pero casi siempre funcionan cuando están adaptadas a un fin. Esta, de existir, sería la conspiración más idiota de la historia. Las conspiraciones se hacen para ganar a costa del conspirado y aquí todo el mundo sale mal parado.
Si hay una conspiración es la de los mismos gobernantes que las han sugerido, pero a modo de cortina de humo para que no entendamos de dónde viene el problema y no nos demos cuenta de sus responsabilidades.
La existencia de virus que saltan de una especie a otras es un hecho natural y que lleguen a los humanos tiene mucho que ver con la forma como nos relacionamos con este mundo natural. La pérdida de biodiversidad, el consumo de especies raras favorece esta transmisión. Una vez el proceso empieza seguramente se pierde un tiempo en identificar el problema (o las autoridades tratan primero de esconderlo) y se llega tarde, especialmente cuando el virus tiene gran capacidad de replicarse y de manifestarse de forma diferente.
La primera parte de la historia nos señala que la conspiración más atroz es la de tantos gobernantes, técnicos, publicistas, políticos que siguen negando los gravísimos problemas ambientales que genera el modelo de producción y consumo, algo que puede acabar convirtiéndose en una fábrica de pesadillas. La segunda parte nos habla de lo mal que actúan muchos gobernantes, de los efectos de priorizar unas políticas sobre otras. En particular, de marginar las políticas de bienestar en aras del beneficio privado.
La historia de la conspiración no es más que un trampantojo para que nos olvidemos de dónde están los verdaderos problemas. A mí me parece que el escándalo está en querer mantener un modelo económico ecológica y socialmente insostenible e injusto.