57 — FÚTBOL // Día 9
Cada año por estas fechas mucha gente está enganchada al momento culminante de las grandes competiciones deportivas.
El deporte se ha convertido en una enorme industria y en mecanismo de socialización, en un negocio especulativo colosal. Cuando me pongo delante del televisor a ver una competición tengo que aparcar todo mi espíritu crítico porque tal como está montado el tinglado lo más decente es despreciarlo.
Los deportistas, los ideólogos del deporte que cubren horas y horas de propaganda en los medios, insisten en ensalzar el deporte como una actividad superior, pero promueve unos valores cada vez más tóxicos: compite para ser el mejor, machaca a tus oponentes… Son valores funcionales a la lógica capitalista, que ha contaminado otras esferas en las que la competitividad no tiene demasiado sentido (pienso en estos científicos que tratan también de ser los primeros cuando deberían preocuparse por colaborar con otros en mejorar nuestros conocimientos).
El tinglado de los rankings es nefasto, genera algún ganador y muchos perdedores, rivalidades irracionales y egos maleducados. Y casi siempre suele ser falso porque es imposible que con solo esforzarnos podamos ser los primeros, ya que la competición no suele ser entre iguales y con reglas justas. Milanovic, economista estudioso de las desigualdades, pone a las grandes competiciones de fútbol como ejemplo de desigualdad extrema, pues en casi todas las competiciones solo unos pocos clubes están en condiciones de ganar.
Por si no lo teníamos claro, la pandemia mejora nuestra comprensión del tema. El deporte, como todo, se ha parado y parece lógico: no se acaba el mundo. Y esto es lo que están haciendo aquí la mayoría de ligas deportivas, salvo el fútbol, que es un negocio demasiado importante para parar, aunque el cambio de fechas atente contra el calendario, se someta a los futbolistas a test que se niegan a gente que los necesita más o se ponga de manifiesto el sexismo respecto al fútbol femenino. Estamos peor que en la época de los romanos, cuando se atontaba a la gente con Panem et circes. Aquí el pan para mucha gente es un problema. Solo nos queda el circo.