61 — PRECARIEDAD // Día 13
Hace años que el término precariedad entró en nuestras vidas. Era la cara B de la flexibilidad laboral con la que las élites económicas impusieron la demolición de los derechos laborales. Hoy algunos sanitarios nos recordaban que muchos tienen contratos de muy corta duración, con entradas y salidas hacia el desempleo. Las élites elaboraron una teoría que ha tenido éxito: en lugar de precariedad, hablan de dualidad del mercado laboral, con empleos fijos tope guay, por un lado, y otros precarios, por otro. Y ofrecen la receta de eliminar todos los derechos laborales con un contrato único con facilidad de despido. O sea, todos precarios, pero con apariencia de fijos. Como el contrato británico de 0 horas en el que en teoría tienes empleo, pero solo trabajas cuando te llama el patrón.
La precariedad, como casi todo, tiene sus grados. No es lo mismo un precario con contrato fijo discontinuo, que al menos tiene un periodo regular de empleo y salario cada año, que un trabajador eventual, que uno contratado por obra y servicio, que un interino o que uno contratado por horas o días. Ahora se ha hecho aún más cruda esta diferencia. Los empleados fijos que han entrado en ERTE estarán unos meses cobrando solo el subsidio, pero muchos recuperarán el empleo. Los que tenían contrato temporal no podrán ser despedidos por un tiempo. Pero hay muchos que no cobran nada porque solo tenían contratos de muy corta duración y no pudieron entrar en ningún esquema de protección. Otros eran falsos autónomos y otros trabajaban sin contrato. Cuanto peores son las condiciones de empleo, peor también lo es la vida de desempleado. No es nunca aleatorio. A menor condición social, mayor nivel de precariedad: las mujeres siempre peor que los hombres, los extranjeros peor que los nacionales, la gente con pocos estudios peor que la estudiada (algo muy relacionado con el origen social de cada uno).
Tenemos mucha precariedad porque las sucesivas reformas laborales han laminado los derechos. Porque los recortes del sector público han derivado en empleo precario y subcontratas. Porque la economía está controlada por depredadores que utilizan todo tipo de recursos para ahorrar salarios. Porque estos mismos grupos han optado por negocios basados en la precariedad.
Ahora que se habla de pactos y de negociar la salida de la crisis es el momento de recordar que una sociedad de alta precariedad es injusta e irracional. Parte del compromiso pasa por revertir la precariedad, un nivel básico de seguridad económica y fomentar un modelo productivo que garantice estabilidad vital y dignidad a todos. Algo que solo es posible si esta casta de viejos y nuevos ricos acepta que debe renunciar a parte de los privilegios acumulados en los últimos 40 años. O sea, más derechos laborales y pago de más impuestos. Es la única vía para generar un sentimiento de colectividad. Y, como siempre, habrá que pelear para que entiendan que no tienen otra opción.