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El cobalto

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Abril 2018 / 57

Casi todos los desastres humanos nacen con buena intención. Fijémonos en el coche eléctrico, por ejemplo. Es silencioso y no contamina. Casi todos los fabricantes preparan el salto a la electricidad. Nuestras ciudades serán más limpias y tranquilas. Está bien, ¿no?

El coche eléctrico funciona con una batería de litio. Para producir una de esas baterías hacen falta unos 15 kilos de cobalto, un mineral con un color azul precioso. Y bastante caro: cada tonelada ronda los 80.000 euros. Se calcula que los precios experimentarán una subida de vértigo en cuanto el coche eléctrico se popularice. Bueno, se dirán ustedes, ya lo pagaremos, todo sea por la ecología.

Los mayores yacimientos de cobalto están en Congo. No les sonará mucho. Es un país grande en el centro de África que hace menos de 20 años sufrió la peor guerra del mundo desde 1945: unos cinco millones de muertos, más o menos. Nadie conoce las cifras.

Congo posee los mayores yacimientos del mineral 

Cuanto más caro sea, mayor será la violencia para hacerse con él

El presidente de Congo se llama Joseph Kabila, lleva 17 años en el poder y es un tipo bastante detestable. Heredó el poder después del asesinato de su padre, el anterior presidente. El caso es que Kabila ha subido el impuesto sobre la extracción de cobalto, del 2% al 10%. Teniendo en cuenta el precio actual del mineral y la subida que se prevé, no parece un disparate. Pero ya saben cómo son las empresas mineras: miran mucho el céntimo de sus accionistas. Y Kabila apenas controla su palacio y las calles cercanas.

Los negocios del cobalto son un poco brutales. Los inversores ya toman posiciones, lo que significa que un montón de milicias toman posiciones en torno a las minas. En 10 de las 26 provincias del país está volviendo la guerra. Cuanto más se encarezca el cobalto, mayor será la violencia para hacerse con él. Un dato: en 2017, unos dos millones de congoleños tuvieron que huir de sus hogares para salvar la vida; las cosas son peores este año.

Algunos de esos pobres congoleños llegarán a Europa, a enredar en nuestras calles limpias y silenciosas gracias al coche eléctrico. Y protestaremos. Qué lata la inmigración.