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Longevidad

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Enero 2019 / 65

Dice un estudio de la Universidad de Washington que, hacia 2040, los españoles serán los tipos más longevos del planeta. Nacerán con una expectativa de vida de casi 86 años. Mejor no creérselo demasiado, porque ningún estudio es del todo fiable y jamás se cumplió una previsión a tan largo plazo. Pero es un hecho que en España se vive cada vez más. Los estudiosos de Washington atribuyen el hecho a factores como la dieta mediterránea, la siesta, los paseos y el sistema sanitario.

Vayamos por partes. Olvidemos, para empezar, un consumo de alcohol bastante superior a la media europea y un relativo arraigo del tabaquismo. Si las cenas tardías con platazo de cordero a medianoche constituyen un ejemplo de dieta mediterránea, a mí me sienta fatal esa dieta, que experimenté con frecuencia durante mis años en Madrid. Quizá resulte saludable para otros. ¿Será el aceite de oliva? Tal vez. Pero en ese caso los italianos, que comen mucho mejor que nosotros, deberían ser casi inmortales. ¿Y la siesta? Debo de estar muy desconectado de la realidad hispánica, pero no conozco a nadie con un empleo que tenga tiempo de echar una siesta canónica. Más bien lo contrario: sé de gente tan agotada que se regala unos segundos de cabezadita en el transporte público. ¿Los paseos? Veamos: si en Washington piensan que los españoles comemos verduras y legumbres con un chorrito de aceite, dormimos la siesta y paseamos con liberalidad, nos están confundiendo con pensionistas. O con algunos pensionistas, puestos a ser precisos.

A mí me parece que aquí, como casi siempre, corresponde aplicar el principio conocido como la navaja de Ockham: en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla es la más probable. Y la explicación más sencilla apunta al sistema sanitario. Un sistema de los mejores en Europa (he probado personalmente unos cuantos) que, pese a los recortes presupuestarios, pese a la falta de personal de enfermería, pese a las crecientes listas de espera, sigue siendo uno de los principales activos del país. Con un coste que no supera los 1.500 euros por persona (hay variaciones según la comunidad autónoma), muy inferior a los aproximadamente 3.500 euros que invierten en Holanda y Alemania. Aquí, la navaja de Ockham hace pensar que el esfuerzo y la calidad profesional de los empleados de la sanidad han de ser notables.

Entramos en año electoral y los partidos van a prometernos salvar España, o Cataluña, o lo que sea. ¿Y si prometieran salvar la sanidad pública y, encima, cumplieran? Con eso nos salvarían la vida. Del resto podríamos ocuparnos nosotros. 