Los bancos
A veces me pregunto para qué sirven los bancos. Me refiero a la banca comercial, esa que tiene oficinas en cada esquina. Mis dudas no están relacionadas con los 60.000 millones del rescate que pagaremos durante generaciones, aunque facturas como esa hacen pensar con la función que desempeñan. En serio, ¿para qué sirven?
Ahora pagamos por el dinero depositado en estas empresas
Cualquier teléfono móvil funciona como un banco personal
Google o Facebook sólo tienen que dar el paso hacia el servicio bancario
Antes, cuando la inflación, se explicaba aquello de que uno pone su dinerito en el banco a cambio de un interés, el banco utiliza el dinerito para dar préstamos y todos salimos ganando. El lector avisado habrá percibido, sin duda, que esa historia dejó de ser cierta hace tiempo porque el primer paso funciona al contrario: pagamos por depositar dinero en esas empresas. Pueden decirme que es un engorro guardar los millones en casa y les daré la razón; el caso es que mi patrimonio líquido cabe en una caja de zapatos infantiles y supongo que habrá otra gente en situación parecida. Ah, los servicios. Domiciliaciones, facturas y demás. Sí, los bancos hacen eso y nos cobran por hacerlo. Pero con el dinero convertido en un simple apunte contable, cualquier teléfono móvil funciona como un banco personal. Se puede alegar que las aplicaciones para el pago electrónico son de los bancos. Vale. También podrían ser de alguno de los colosos que rigen nuestras vidas, como Google o Facebook. ¿Por qué no? A los nuevos gigantes sólo les queda dar este paso, el de los servicios bancarios. Sospecho que no tardarán mucho en darlo. Disponen de recursos suficientes para operar incluso en el sector del crédito. En realidad, ya no saben qué hacer con los beneficios que acumulan.
Quizá en diez años no sobrevivan más que bancos de inversiones y algunas sociedades hipotecarias. De lo demás, me parece, puede encargarse cualquiera. Y no me cuenten la milonga de que la banca es solvente y protege nuestros ahorrillos, porque hace demasiado calor y no está uno para chistes.