Pobres contra pobres
Quizá hayan visto alguna pintada contra los turistas. Habrán oído hablar de ellas, en cualquier caso. Lo esencial de esa campaña es que no se dirige contra quienes se alojan en hoteles de cinco estrellas y comen en restaurantes de lujo, sino contra quienes alquilan pisos por días y reproducen en ellos el viejo chiste de los chinos y la cabina telefónica, con lo que elevan el precio de la vivienda; contra quienes hacen ruido, beben y mean por la calle; contra quienes forman parte de la aglomeración ambulante y el ocio por cuatro perras. Por resumir, contra el mochilero. Cabe suponer que quienes impulsan la campaña son a su vez mochileros cuando viajan a otro país. Es decir, hablamos, dentro de la relatividad de la pobreza, de pobres contra pobres. Aquí tienen el resumen de nuestra época.
Lo que a veces se considera una ‘revuelta contra las élites’ no es tal cosa
Lo que a veces se considera una revuelta contra las élites no es tal cosa, ni tiene de momento efecto alguno sobre las estructuras económicas. Más bien al contrario: refuerza las posiciones del auténtico poder, de las auténticas élites. Fijémonos en la gran crisis de las migraciones. Ahí se enfrentan el segmento más atemorizado de la sociedad local y unos recién llegados que huyen precisamente del miedo, a la violencia o a la miseria; para las grandes corporaciones, para la gran finanza, para las auténticas élites (no se confundan con los políticos, peones reemplazables), el asunto es muy secundario. La bronca es entre pobres. En un planeta que parece a punto de quebrarse, las élites mantienen las garantías de su prosperidad (sueldos baratos, dinero barato, paraísos fiscales), incrementan año tras año sus posiciones de dominio y permanecen convencidas de que vivimos, en realidad, en el mejor de los mundos posibles.
Más allá de la efervescencia política, más allá de las pulsiones nacionales, patrióticas, populistas, igualitarias o xenófobas, esa estructura nebulosa que llamamos “sistema” respira con placidez: sus principales damnificados permanecen entretenidos, peleándose entre sí.