Promesas electorales
Creo que quienes se atreven a hacer predicciones son necesariamente tontos o deshonestos. Inscríbanme, por favor, en el bando de los tontos porque, igual que el mes pasado, voy a escudriñar el futuro para que sepan ustedes a qué atenerse. Este año, ya lo saben, es año de elecciones. Todos los partidos políticos retuercen los argumentos económicos de forma cotidiana, pero en campaña electoral se dedican a ello de una forma tan intensa que resulta casi admirable. ¿Qué pueden decirnos en 2015 para captar nuestro voto?
El PP, desde el Gobierno, ha conseguido ya muchísimo. Como habrán oído por ahí, el presidente, Mariano Rajoy, ha reducido a mínimos históricos la prima de riesgo española. No sólo eso: ha reducido también la prima de riesgo de Italia, Portugal, Irlanda e incluso Grecia. No tiene nada que ver la casualidad de que los tipos de interés estén a cero; tampoco que el Banco Central Europeo se haya empleado a fondo. El mérito es de Rajoy. Si a eso le sumamos (véase su propaganda) la vertiginosa creación de empleo estable y el crecimiento desbordante, resulta evidente que el PP no necesita hacer campaña. ¿Para qué? Ya sabemos lo bien que lo hace.
Quienes se atreven a hacer predicciones son tontos o deshonestos
La gran incógnita es Podemos. Comenzó como indignado y antisistema, se dio a conocer como izquierda radical (impago de la deuda, nacionalizaciones masivas, etc.), ha evolucionado hacia la socialdemocracia, y lo lógico, vista su trayectoria, sería que prosiguiera su viaje al centro. Como no quiere asustar a nadie, hay que suponer que optará por evitar grandes promesas económicas y elegirá un mensaje electoral parecido a aquel mítico lema del Centro Democrático Social (CDS) portugués de principios de los años ochenta: “O voto que apetece”. Y listos.
El PSOE, en horas muy bajas, no sabe lo que quiere. Bueno, sí, quiere sobrevivir. Más allá de eso, poca cosa. Ya no se sabe si el PSOE es un partido o un juego de rol que ha salido espantosamente mal. Lo suyo es la confusión y podría recurrir a alguna trilería verbal como cuando lo de la OTAN. Austeridad, de entrada, no, por ejemplo.