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Europa, líder en retirada

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Enero 2015 / 21

Unión: La UE ha acordado bajar un 40% sus emisiones en 2030. Pero los medios previstos para alcanzar la meta no bastan.

Bruselas prevé que las emisiones de la industria disminuyan un 34%. FOTOGRAFÍA:JAROUS/123rf

La credibilidad de la próxima Conferencia de París se medirá también por lo que haga la Unión Europea. En octubre pasado, los jefes de Estado y de gobierno de la UE aprobaron un nuevo “paquete de energía y cambio climático” para disminuir en un 40% las emisiones de efecto invernadero en 2030, respecto a las de 1990. Este pacto releva al plan actual, que prevé una disminución del 20% en 2020, un objetivo ya alcanzado con un -19% estimado en 2013. Pero el proyecto europeo es frágil.

Para alcanzar su objetivo, la UE debe sobre todo dividir por dos (-54%) las emisiones ligadas a la producción de electricidad en 2030 y... lograr que sean prácticamente 0 en 2050. Concentrar el esfuerzo en ese sector es lógico: presenta cerca del 27% de las emisiones de la Unión. Pero poner demasiados huevos en una misma cesta hace que Europa carezca de ambición en los otros ámbitos, observa Thomas Spencer, encargado de las cuestiones climáticas en el Instituto de Desarrollo Sostenible y de Relaciones Internacionales (en sus siglas en francés, Iddri).

El guión de Bruselas establece que las emisiones de los edificios sólo disminuirían un 37% en 2030 respecto a 1990; los de la industria, un 34%. Y lo que es peor, la Comisión prevé que en los transportes las emisiones seguirán siendo, en 2020 un 20% superiores a las de 1990. Si estos objetivos son menos ambiciosos que los de la producción de energía es porque implican unas medidas que nuestros políticos se resisten a tomar: aumento de impuestos a los carburantes, obligación de reformar las viviendas si hay cambio de dueño o inquilino, normas de consumo más severas para los constructores de automóviles y electrodomésticos...

Esta falta de ambición se refleja especialmente en la eficacia energética: Europa ha previsto, para 2030, una disminución del 27% en el consumo de energía primaria frente a la hipótesis de statu quo establecida en 2007. A falta de un acuerdo a Veintiocho, será un objetivo meramente “indicativo”, sin techos nacionales obligatorios.

 

Por otra parte, la Unión se ha comprometido con vistas a 2030 a que el 27% de la energía en el consumo final de los Veintiocho sea renovable. Un porcentaje “vinculante” para la UE, pero que sólo se basará en “contribuciones” indicativas de los Estados. El objetivo del 20% de renovables en 2020 se basaba en umbrales nacionales mínimos. Es un retroceso.

Además, Europa sigue sin llevar a cabo una auténtica reforma de su sistema de autorización de emisiones de CO2. Desde 2005, 12.000 grandes instalaciones industriales (como las centrales eléctricas) que representan la mitad de las emisiones europeas, están obligadas a una cuota de emisión de CO2. Los poderes públicos la asignan cada año y se ha programado su disminución (38,3 millones de toneladas de CO2 anuales de 2013 a 2020). Los industriales que superen su cuota deben comprar los créditos que les sobraron a otros.

Una tasa sobre el carbono es hoy un gran tabú

Sin embargo, las 12.000 empresas disponen de gran cantidad de créditos no usados, lo cual ha originado la caída en picado de los precios en el mercado del carbono. Adiós al incentivo para reducir emisiones.

En 2012, Bruselas estimaba en más de 2.100 millones de toneladas de CO2 el excedente de créditos de carbono respecto a las necesidades entre 2013 y2020, el 13,4 % de las emitidas durante todo el período. Ello se debe a la fuerte reducción de la actividad industrial por la crisis, y también a los importantes volúmenes de créditos de carbono adquiridos por las empresas en el marco de Kioto y que certifican la disminución de emisiones realizadas en los países del Sur. Los responsables europeos son conscientes de la situación, pero las medidas tomadas son muy insuficientes. Temen perjudicar a su industria.

Será muy difícil desarrollar a gran escala la energía verde y mejorar la eficacia energética sin un rápido aumento del precio del carbono. Europa podría crear una tasa de carbono en sus fronteras. Por ahora, se trata de un gran tabú.

 

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