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En la agenda de la Administración local

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Mayo 2017 / 5

La economía social y solidaria ha entrado con fuerza en las agendas de algunas administraciones locales peninsulares, como en muchos municipios de Guipúzcoa, en la ciudad de Madrid o en Catalunya, de cuyo caso nos ocuparemos en este artículo. 

El 17 de mayo se constituye la Red de Municipios por la Economía Social y Solidaria (XMESS, en sus siglas en catalán), que estará formada en su inicio por una cuarentena de municipios de Catalunya, de todas las dimensiones y los colores políticos. La XMESS recuerda al Réseau des Collectivités Territoriales pour une Économie Solidaire (RTES), creado hace unos quince años y que agrupa 115 administraciones regionales, departamentos y ayuntamientos. Como la red francesa, la catalana quiere promover, reforzar y consolidar la economía social y solidaria (ESS) fijando objetivos y estrategias comunes, y fomentando la cooperación y la acción conjunta entre los entes locales miembros.

De esta forma, Catalunya se sitúa al lado de otras regiones líderes en políticas públicas de ESS como Quebec, Nord-Pas de Calais y Emilia Romagna, y algunas poblaciones como Barcelona se colocan al nivel de Bolonia, Cleveland, Lille, Seúl, Bristol y Porto Alegre, ciudades referentes en economía solidaria.

Pero la eficacia de las nuevas políticas públicas de economía social y solidaria dependerá de la capacidad de pensarlas y ejecutarlas desde un marco conceptual, unos contenidos y un estilo propio.

Políticos y técnicos tendrán que familiarizarse con esta nueva forma de entender la economía que pone en el centro la persona y la sostenibilidad de la vida y que reconecta la economía con las necesidades humanas. Los promotores de las nuevas políticas públicas deberán tener claro que hablar de economía solidaria es mucho más que hablar de empresa y que hay otras formas de hacer empresa aparte de la empresa de capital. Porque ni toda la economía la hacen las empresas —el trabajo doméstico y de los cuidados, los grupos de consumo responsable o los bancos de tiempo son también economía—, ni todas las empresas son capitalistas, sino que hay cooperativas, sociedades laborales y asociaciones y fundaciones del Tercer Sector Social que se gestionan de forma democrática y se mueven por otras lógicas distintas del lucro, las empresas de la economía social y solidaria.


UNA ECONOMÍA COMPLETA

Asimismo, necesitarán desterrar la imagen tópica de la ESS como si fuera una economía paliativa o de serie B, para entenderla como una economía completa; es decir, que tanto sirve para dignificar a los sectores socialmente excluidos como para producir todo tipo de bienes y servicios socialmente útiles, que tanto se desarrolla en el ámbito de la producción como en los de la comercialización, el consumo, la financiación y la gestión comuna de recursos, y que no pretende adaptarse a la economía capitalista, sino superarla o, como mínimo, hacerle de contrapeso.

Los ayuntamientos también deberán replantearse el modelo de desarrollo local que han seguido hasta hoy. La economía social y solidaria puede ser una herramienta excelente para impulsar el desarrollo de sus municipios, pero un tipo de desarrollo que sea más comunitario, integral, diversificado, redistributivo, endógeno y autocentrado. Comunitario porque la comunidad es el objeto y el sujeto del desarrollo, una comunidad concreta arraigada en un espacio geográfico-humano único. Integral porque genera renta, pero también cultura, vínculos, aprendizaje, empoderamiento, ciudadanía… Diversificado porque apuesta por distintas escalas, modelos, fuentes de financiación y actividades. Redistributivo porque incorpora criterios de justicia redistributiva territorial, tanto entre los barrios de una localidad como entre ésta y sus alrededores. Endógeno porque se basa en la movilización de los recursos locales, los tangibles y los intangibles, los patentes y los latentes. Y autocentrado porque da prioridad a destinar los recursos locales a satisfacer las necesidades locales. En este sentido, resulta estratégico relocalizar al máximo la alimentación, la energía y las finanzas, y en esto como en muchas otras cosas, el desarrollo local encontrará en la ESS un buen aliado.

La nueva red de municipios por la economía solidaria sitúa a Catalunya entre las áreas punteras del mundo 

La economía social y solidaria no deberá ser una política pública más, sino irrigarlas todas

Partimos de un funcionamiento de las administraciones poco idóneo para la ESS

La ESS no deberá ser una política pública más, sino irrigar todas las políticas públicas. Se la tiene que introducir en cada área, en Promoción Económica naturalmente, pero también en Participación, Medio Ambiente, Educación, Bienestar Social, Juventud o Cultura.

La Administración no puede ser nunca la protagonista de la ESS, pero constituye un aliado clave. Debe ayudar a sensibilizar e incentivar a la ciudadanía para que se organice en iniciativas de ESS o colabore con las ya existentes. Necesitamos que dedique recursos económicos, técnicos, formativos y administrativos a fomentar la emprendeduría en las etapas de constitución y consolidación, pero una emprendeduría que en muchas ocasiones será colectiva y que, a veces, desembocará en la constitución de una cooperativa generadora de puestos de trabajo, y otras veces en la creación de una asociación para consumir productos agroecológicos, un grupo de crianza compartida, un banco de tiempo o un colectivo local de Coop57 o de Fiare. Todo esto es emprendeduría, todo esto es economía social y solidaria, todo esto es economía, todo esto debe fomentarse. 

Igualmente serán necesarias políticas públicas que favorezcan la multiplicación de las iniciativas de ESS y la consolidación y el crecimiento de las ya existentes. Por un lado, serán necesarias acciones que mejoren la oferta: fortalecer la capacidad de gestión y de comercialización de las empresas y entidades, ayudar a visibilizar su responsabilidad social, promover su articulación en redes de cooperación empresarial, en cooperativas de segundo grado y en grupos cooperativos, etc. Por el otro, se requerirán acciones que estimulen la demanda: sistematizar la contratación pública responsable, fomentar el consumo responsable entre la ciudadanía, impulsar monedas comunitarias, detectar oportunidades y necesidades en el territorio susceptibles de ser cubiertas por la economía solidaria, etc.


LOS ESTILOS

Los estilos y las herramientas son tan importantes como los contenidos de las políticas. Si no innovamos en este terreno, inspirándonos en los valores de la ESS, las políticas públicas obtendrán resultados muy raquíticos.

Partimos de un funcionamiento de las administraciones poco idóneo para fomentar la economía solidaria. No ayudan el cortoplacismo electoral, porque esta clase de iniciativas requieren tiempo para madurar; la departamentalización de las políticas, porque la economía solidaria es multidimensional; el alejamiento de la Administración respecto al tejido asociativo y a la calle, y el poco hábito de trabajar de igual a igual con otros actores. Será necesario, pues, impregnar toda la acción municipal de valores como la cooperación, la participación y el abordaje integral; sensibilizar a técnicos y políticos, colaborar entre las administraciones y aprender las unas de las otras.

Antes de hacer nada, los ayuntamientos deberán conocer a fondo la ESS, tanto la local como la general, y escucharla para saber qué necesita. Como en otros ámbitos, las políticas no funcionarán si no se coproducen con los actores, desde el diseño hasta la ejecución y la evaluación. Esto requerirá gestionar la dificultad de tratar con un sector muy heterogéneo, integrado por organizaciones a menudo todavía frágiles, y respetar sus formas de funcionamiento y sus ritmos. Habrá que evitar colapsar las entidades con un alud de demandas o imponerles ritmos de crecimiento ajenos. La economía solidaria es lluvia fina; crece de forma orgánica. Sólo los proyectos que se hayan desarrollado con su implicación se sostendrán a medio plazo.

Hace diez años nadie se habría imaginado que se creara una red de municipios por la economía social y solidaria, como tampoco que la Generalitat de Catalunya financiara la apertura de 15 ateneos cooperativos, por citar un segundo ejemplo. Son dos botones de muestra de que las cosas están cambiando para bien. Se están abriendo muchas oportunidades para la economía social y solidaria. Ahora se trata de que tanto las personas del sector como las administraciones trabajen juntas, desde la autonomía y el respeto mutuo, para aprovecharlas.