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¿Qué es lo importante?

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Mayo 2020 / 80

Fake news: No es fácil gobernar frente a una situación inédita que cambia a diario y cuando no tenemos conocimientos establecidos sobre el mal que hay que combatir. ¿El Gobierno francés ha actuado demasiado pronto o demasiado tarde? Algunos espíritus críticos que censuran hoy su pasada despreocupación eran ayer los primeros en minimizar los riesgos de la covid-19. Lo que, por el contrario, sí se puede reprochar al Gobierno es haber presentado como una estrategia elegida lo que no era sino el disfraz seudocientífico de una grave carencia de mascarillas y test. Al decir, contra toda evidencia y a diferencia de las recomendaciones de la OMS, que las primeras no servían para nada y que se podía evitar un uso masivo de los segundos, el Gobierno ha minado la confianza de la población en la palabra pública. Emmanuel Macron afirmó el año pasado su voluntad de luchar contra las fake news, esas informaciones inventadas que alimentan todo tipo de complotismos. Que comience por aplicársela a sí mismo en este difícil periodo.

 

Alternativa: Estoy entre aquellos a los que les gustaría que esta crisis —dejando a un lado sus dramáticas consecuencias— sirva para plantearnos por fin “¿qué es lo realmente importante?” y, por tanto, para reflexionar sobre la finalidad de la actividad económica. Dadas las consecuencias brutales que suscita la epidemia, el Gobierno francés parece haber comprendido que, a base de querer optimizar el gasto en sanidad, se han generado costes económicos —y evidentemente sociales y humanos— que no tienen comparación con el irrisorio ahorro logrado. No parece que los otros gobiernos europeos hayan llevado tampoco el razonamiento hasta el final. Porque lo que hoy es una realidad en el tema sanitario lo será mañana en el climático. Es de temer que la disminución de la actividad, de las rentas y del empleo que se perfila en el horizonte haga pasar a un segundo plano la adopción de medidas para lograr que nuestra economía sea sostenible a favor de exigencias cortoplacistas: volver a poner rápidamente en marcha la máquina, relanzar la actividad y el empleo e intentar recuperar los puntos de PIB perdidos para garantizar el equilibrio de las cuentas públicas. La salud no tiene precio, dicen ahora afectadamente nuestros dirigentes. Pero lo que es cierto en el caso de la salud, también lo es en el del clima y en el de la lucha contra las desigualdades que minan la cohesión social.

 

Creatividad: Imaginemos que el Gobierno francés, inspirado por la gracia, decide integrar en su política de relanzamiento de la economía las recomendaciones de la Convención Ciudadana a Favor del Clima (creada en octubre de 2019, agrupa a 150 ciudadanos franceses elegidos por sorteo encargados de formular propuestas para luchar contra el cambio climático). El primer problema es que muchas de las medidas deseables en el plano climático no son de “doble impacto”. Si mañana se decide invertir en nuevos modos de movilidad y reducir la producción de vehículos de gran cilindrada o si se aumentan las tasas sobre el transporte aéreo habrá menos empleos en el sector del automóvil, en el aeroespacial y en los aeropuertos, aunque el empleo se desarrolle paralelamente en la construcción, en las obras públicas y en la industria turística nacional. En el mismo sentido, luchar con determinación contra la obsolescencia programada de los productos industriales y contra los residuos en la fuente tendría graves consecuencias en multitud de sectores.