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Controvertida energía nuclear

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Diciembre 2016 / 42

Resiliencia Uno de los argumentos tradicionales de los partidarios de que toda la energía sea nuclear es que el hecho de que todas las centrales sean del mismo tipo permite disminuir los costes y beneficiarse de equipos más seguros. Mientras todo vaya bien, responden los cascarrabias, que señalan que si toda la energía fuera nuclear, nuestro sistema eléctrico sería poco resiliente en caso de que un defecto común a muchas centrales obligara a pararlas por razones de seguridad. Ya estamos en ese caso. La autoridad de seguridad nacional acaba, en efecto, de exigir a la eléctrica EDF que se efectúen controles de seguridad en los generadores de vapor con que están equipadas una serie de centrales francesas, cuyo acero podría tener un índice de carbono demasiado elevado que lo fragiliza. En un momento en que el 40% de las centrales francesas están ya paradas debido a diversas operaciones de mantenimiento, Francia puede tener que importar un porcentaje significativo de su electricidad este invierno. Ya sabíamos que la energía nuclear tenía riesgos, pero ahora sabemos que ni siquiera es capaz de producir cuando más lo necesitamos. 

Conflicto de interés Tras la contratación, el pasado mes de julio, de José Manuel Barroso, ex presidente de la Comisión Europea, por el banco Goldman Sachs, nos hemos enterado recientemente de que Neelie Kroes, comisaria europea de 2004 a 2014 encargada de la competencia, se había olvidado de informar de que, hasta 2009, era administradora de una sociedad offshore en las Bahamas en la que estaba asociada a un inversor de Oriente Próximo. Hay una larga lista de dirigentes que olvidan informar de algunas de sus actividades cuando acceden al cargo o que, cuando lo abandonan, sacan provecho de su agenda poniéndose al servicio de grandes empresas. Que los responsables políticos tengan una vida activa antes o después de su mandato es legítimo, a condición de que sus funciones no hagan dudar sobre su independencia de unos intereses económicos particulares o de unas potencias extranjeras (o de ambos). El colmo, en este terreno, es seguramente el caso del ex canciller alemán Gerhard Schröder: se ha puesto al servicio de Gazprom, brazo armado de la Rusia de Vladimir Putin en el ámbito de la energía.

Una larga lista de dirigentes ‘olvida’ informar de sus actividades privadas

Magnette El presidente de la región valona, Paul Magnette, muestra otra cara de la política. Empezó, con Elio di Rupo, por limpiar el Partido Socialista valón, corrupto desde hace tiempo y acaba de oponerse a la aplicación provisional del tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Canadá (Ceta). Paul Magnette no es enemigo del libre comercio ni de la Unión Europea (a la que ha consagrado varias obras), pero este profesor de Ciencias Políticas tiene un gran apego a los principios democráticos. Por eso ha querido asegurarse, con su Parlamento, de que Ceta, que prefigura el TTIP/Tafta con Estados Unidos, no ofrezca a los inversores unas garantías que limiten los derechos de los ciudadanos. Los acuerdos comerciales que hoy se negocian tienen como primer objetivo facilitar las inversiones. Ahora bien, si hay que proteger el derecho de propiedad, esa protección no debe limitar el derecho de cada país a fijar sus propias normas sociales, sanitarias o medioambientales. Y en caso de conflicto entre una empresa y un Estado, y puesto que nuestros países tienen una justicia independiente, deben solucionarlo las jurisdicciones nacionales, y no unas instancias de arbitraje supranacionales sensibles sobre todo a los intereses de los inversores. Se ha acusado a Paul Magnette de ser un irresponsable. Es verdad que el bloqueo valón ha debilitado la autoridad de la Comisión Europea, encargada, según los tratados, de negociar la política comercial de la Unión. Y es un argumento comprensible en estos tiempos en que el “cada uno a lo suyo” domina en Europa. ¿Pero por qué deberíamos ponernos de acuerdo prioritariamente en este tipo de tratados comerciales si somos incapaces de elaborar un presupuesto común, una fiscalidad común y una reactivación común? Paul Magnette y el Parlamento valón han sacado los pies del tiesto. Estupendo.