Te quedan 1 artículos gratuitos este mes.

Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

La Palma, la cooperativa de la agricultura inteligente

Comparte
Pertenece a la revista
Enero 2014 / 10

La Cooperativa de La Palma de Granada ha logrado colocar la mayor parte de su producción agrícola en Europa gracias a su elevada calidad.

FOTO: JOSÉ ESTEBAN GARCÍA DE LOS RÍOS

Al sur de Granada, rememorando a Gerald Brenan, y casi tocando el mar, se ha levantado una de los centros de agricultura inteligente más emblemáticas de España. Este año se cumplen cuarenta años de la constitución de la Cooperativa La Palma en Carchuna, rodeada por otro mar de plásticos que albergan una de las zonas de invernaderos más tecnificados y productivos del país.

Las raíces de La Palma, como se la conoce en el lugar, hay que buscarlas en un poblado de colonización levantado a finales de los años sesenta en Carchuna, cerca de Motril, en el marco de la política hidráulica del franquismo. Allí se construyó un poblado con un centenar de viviendas, con sus escuelas, artesanías, un mercado y una iglesia. El proyecto transformó 630 hectáreas de terrenos casi desérticos en campos de regadío mediante costosas obras hidráulicas y la aportación de tierras fértiles. Los nuevos colonos procedentes de la Alpujarra recibieron una casa y una parcela de una hectárea de tierra.

El experimento tropezó pronto con las dificultades de la comercialización de las hortalizas producidas por los agricultores que se habían constituido en cooperativa en 1973. El sistema de venta a través de subastas a la baja en las alhóndigas privadas dejaba los precios en manos de los corredores y casi nunca se cubrían los costes. Las explotaciones pronto resultaron inviables lo cual condujo a la mayoría al fracaso y al abandono de la cooperativa.

A principio de los años ochenta, un nuevo consejo rector dio un giro radical a la cooperativa. “En 1983, cuando entré”, explica Carmelo Salguero, director comercial, “solo quedábamos 13 agricultores con sus familias”. “Entonces”, explica Salguero, “pedimos un crédito de 15 millones de pesetas para sacar la cooperativa adelante, pero como los bancos no se fiaban tuvimos que firmar y comprometer nuestros bienes personales como garantía”. “Aquello”, añade, “fue el embrión de la cooperativa que tenemos hoy”. “Estamos a 300 metros del mar, en este maravilloso llano de Carchuna que ha dado tanta riqueza a los agricultores y que los políticos querían convertir en chalets”, explica con cierta satisfacción.

Durante los años ochenta, el entonces presidente, Miguel del Pino Palomares, y Carmelo Salguero recorrieron toda Europa explorando las posibilidades de exportar directamente sus productos. En estos viajes descubrieron que en muchos países europeos había un mercado muy bueno para el tomate cherry. Poco a poco se fue configurando un nuevo modelo de cooperativa basado sobre todo en la comercialización directa de sus productos, la especialización en variedades y la formación continua de los agricultores, especialmente de sus hijos.

La historia de la sociedad es un relato marcado por el esfuerzo, el espíritu cooperativo y la incorporación de nuevas tecnologías. “El beneficio de la cooperativa se queda en la sociedad y se dedica a nuevas inversiones”. “Aquí”, dice con orgullo Salguero, “nunca hemos repartido beneficios entre los socios”. Y precisa: “Una parte de las ganancias la dedicamos a la formación de los hijos de los agricultores”. Lo cierto es que ante la abrumadora tasa de paro juvenil en Andalucía, superior al 67%, muchos jóvenes están volviendo al campo en busca de trabajo. El alto nivel de tecnificación de las instalaciones exige cada vez una mayor formación.

El directivo que más gana no supera cuatro veces el salario más bajo

“El beneficio de la cooperativa se queda en la sociedad”

Cada año, tras una rigurosa selección, la cooperativa admite un pequeño número de nuevos socios que deben aportar 18.000 euros, que recuperarán sin ganancias el día que abandonen la sociedad o se jubilen.

En La Palma, las convicciones son fuertes. El abanico salarial es estrecho. El directivo que más gana no supera cuatro veces el salario más bajo. Los agricultores obtienen una producción de 30.000 euros al año por hectárea, que suele ser la extensión de la mayoría de las parcelas, en la que además de la familia trabajan dos o tres jornaleros.

La cooperativa presta especial atención a la salubridad de los productos. El actual presidente, Pedro Ruiz, ha sido uno de los principales impulsores de los cultivos ecológicos. La Palma ha promovido así el uso de insectos depredadores para sustituir los productos fitosanitarios. Las estrictas exigencias de calidad de las cadenas alemanas LIDL y ALDI han propiciado un alto nivel de seguridad. Toda la producción está sometida a un control de trazabilidad a través de una grabación por láser que identifica el origen y recorrido de todos los productos hasta el consumidor.

Toda la producción está planificada informáticamente. La empresa está en plena ampliación, con una nueva planta de 20.000 metros cuadrados para la preparación de las mercancías completamente robotizada y con todos los procesos centralizados, bajo la dirección de David del Pino, ingeniero agrónomo, que ha trabajado durante cuatro años en Estados Unidos. “Lo bueno de la crisis”, señala Salguero, “es que parte de la tecnología y maquinaria que empleamos procede de la industria del automóvil, que se ha abaratado mucho”.

Los agricultores se constituyeron en una Organización de Productores de Frutas y Hortalizas (OPFH) para aunar oferta y producción y obtener ayudas de la Unión Europea, que han resultado decisivas. Carlos Lahoz Mercado es un experimentado agricultor que conoce por experiencia propia las ventajas tanto de la organización cooperativa como de las ayudas de la UE. “Las subvenciones europeas”, asegura Lahoz, “pueden llegar al 50% de la inversión tanto de un nuevo invernadero como de plásticos”. “Todavía hay muchos agricultores aquí”. “La cooperativa”, explica, “nos asesora en lo que tenemos que sembrar y en qué momento”. “También”, añade, “podemos comprar los abonos un 30% más baratos y reducir los costes de comercialización porque en la cooperativa no hay intermediarios. En la alhóndiga el agricultor paga el 11%, mientras que en la cooperativa nos cuesta el 3% que si todo va bien te devuelven a fin de año”.

 

Exporta el 90% de la producción

La Palma Cooperativa de Granada factura 112 millones de euros y produce 70. 000 toneladas de productos hortofrutícolas, principalmente tomates cherry. La cooperativa es la 15ª mayor empresa hortofrutícola de España, con un crecimiento del 40% en los últimos cinco años. Cuenta con 638 agricultores profesionales que cultivan 802 hectáreas. El 90% de la producción se destina a la exportación, principalmente a Reino Unido (19%), Alemania (19%),  Escandinavia (17%), República Checa (7%) y Suiza (6%). Hay un total de 3.500 familias relacionadas directamente con la actividad productiva y comercial de la empresa.