Contagios más allá de los dos metros
En los interiores mal ventilados, la idea de que la distancia de dos metros no es suficiente para evitar el contagio del coronavirus hace meses que va tomando forma. La Organización Mundial de la Salud (OMS), tan reacia a los cambios, admitió el pasado día 9 que los aerosoles suspendidos en el aire eran una vía de transmisión de la enfermedad que "no puede descartarse". Y un estudio efectuado en Alemania ha descrito posteriormente cómo un portador contagió a personas situadas a una distancia de hasta ocho metros en una planta de procesamiento de carne.
En mayo pasado se produjo en las grandes instalaciones de la industria cárnica Tönnies, en el estado alemán de Renania del Norte-Westfalia, un gran brote de la covid-19 que afectó a más de 2.000 personas. El Centro Helmholtz para la Investigación de Infecciones y otras dos instituciones alemanas dieron a conocer el jueves pasado un trabajo centrado en el origen del brote que sitúan en un trabajador concreto de la planta de deshuesado de vacuno (un lugar sometido a temperaturas de 10 grados mediante aire acondicionado), que contagió a varios compañeros situados "dentro de un radio de más de ocho metros". Según los investigadores, las malas condiciones de los alojamientos de los trabajadores inmigrantes tuvieron poca influencia en la primera fase de expansión del brote.
"Nuestros resultados muestran que las condiciones del área de trabajo de deshuesado propiciaron la transmisión en aerosoles de partículas de SARS-CoV-2 a gran distancia", subrayó en la web Research in Germany Adam Grundhoff, del Instituto de Virología Experimental de la Universidad Leibniz, otra de las instituciones participantes en el estudio. En concreto, dichas condiciones son: "la baja temperatura, la escasa renovación del aire y su constante circulación mediante el sistema de aire acondicionado de la planta, junto al gran esfuerzo físico de los trabajadores". El duro trabajo de deshuesar comporta profundas inhalaciones y exhalaciones que propician el contagio.
En toda la primera fase de la pandemia, durante la primavera, se consideró que sólo las gotas relativamente grandes que se producen al hablar, toser o estornudar tenían la capacidad de contagiar, ya directamente, ya depositándose en una superficie que podía ser tocada. Esas gotas no pueden ir más allá de dos metros (de ahí la distancia entre personas). Las gotas más pequeñas o aerosoles, que también se generan al hablar o simplemente respirar, se consideraba que no podían contener carga viral suficiente para infectar. Una serie de estudios han ido demostrando poco a poco que los aerosoles se mantienen en el aire durante minutos y en espacios interiores mal ventilados pueden producir el contagio cuando alguien se expone durante un tiempo suficientemente largo.
La física polaca Lidia Morawska, directora del Laboratorio de Calidad del Aire de la Universidad de Tecnología de Queensland, en Australia, ha llevado a cabo desde abril una cruzada para que se reconociera el papel de los aerosoles en la pandemia, que se concretó en una carta firmada por 239 especialistas de todo el mundo, un texto determinante en la matizada rectificación de la OMS. En una entrevista publicada en El País la semana pasada, Javier Sala le preguntó sobre ese cambio de posición. "¿No es muy tarde ya?". La respuesta: "No es demasiado tarde. Esta pandemia aun continúa, habrá pandemias en el futuro y cada año tenemos epidemias estacionales, de gripe, por ejemplo. Se necesitan buenas recomendaciones ahora y para el futuro".
Según Morawska, "el mayor riesgo se da en espacios cerrados y abarrotados, salvo si la ventilación es eficiente". Cuando no lo es y tampoco hay ventanas, como sucede "en muchos lugares públicos cotidianos, esta podría ser la ruta principal" de contagio. A veces, agrega, con abrir las puertas es suficiente para dispersar el virus, mientras que lo peor es que el aire acondicionado esté en modo de recirculación interior y no en un programa que establezca la renovación con aire del exterior. En los exteriores, la dispersión del virus es inmediata y el riesgo de contagio se reduce mucho. "Cuantas más actividades se trasladen al aire libre, mejor", precisó.
La asunción de que los aerosoles son una vía de contagio habitual pone sobre el tapete la importancia de la ventilación y las instalaciones de aire acondicionado en el control de la pandemia. El caso de la planta cárnica alemana, uno más entre centenares de brotes que se han dado en instalaciones de procesamiento de carne y pescado de todo el mundo, refuerza la idea de que mejorar las instalaciones de aire acondicionado es mucho más rentable que arriesgarse al cierre durante semanas. Esta disyuntiva se plantea en sectores muy alejados de Tönnies en los que reunir gente es el meollo del servicio, como la restauración, los espectáculos culturales o los gimnasios. En todos ellos, garantizar una buena ventilación siempre será mejor que el cierre.