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Dinamitada la barrera de los seis millones de parados

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Economista. Miembro de la Asociación Española de Economía del Trabajo y deEconomistas Frente a la Crisis

 

La situación es tremendamente trágica y no parece que exista límite a este aumento descontrolado del paro: con niveles inferiores a un millón ochocientas mil personas a mediados de 2007 el paro crece prácticamente ininterrumpidamente a partir de entonces, superándose los dos millones de personas paradas en el primer trimestre de 2008, los tres millones en el cuarto trimestre de 2008, los cuatro en el primero de 2009, los cinco en el cuarto de 2011 y los seis millones en el primero de 2013. 

 

En efecto, según la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al primer trimestre de 2013, el número de personas paradas asciende a 6.202.700 y la tasa de paro (porcentaje respecto de la población activa) al 27,2%. Ambas cifras suponen las máximas históricas de la EPA; ya se ha superado con creces los seis millones de parados y de cada 3,7 personas activas una está en paro. Todo ello es significativo no sólo de la gravedad de este problema, sin duda, el más importante de los que afligen a España tanto social como económicamente sino también de la constatación de la impotencia del Gobierno para controlar y frenar el crecimiento del paro y de lo erróneo de su estrategia de política económica. Es más, la persistencia en el error resulta contumaz e incorregible, ya que al día siguiente de conocerse la cifra de la EPA el Gobierno declara que no se producirá ningún cambio en la política económica seguida y a los tres días de esa fecha el presidente del Gobierno afirma que la mejor forma de luchar contra el desempleo es reducir el déficit público. 

 

El número de personas paradas en el primer trimestre representa un incremento de 237.400 personas en términos intertrimestrales (respecto del trimestre precedente), de 563.200 en términos interanuales (respecto del mismo trimestre del año anterior) y de más de cuatro millones cuatrocientos mil (4.410.800) en relación con el tercer trimestre de 2007, antes del inicio de la crisis. Por su parte, la tasa de paro aumenta en 1,2 puntos porcentuales en el trimestre, en 2,8 puntos en el último año y en 19,2 puntos en comparación con el tercer trimestre de 2007, en el que esa tasa era el 8%. 

 

Si se considera el aumento intertrimestral del paro de 237.400 personas, este aumento seexplica principalmente por el descenso del empleo neto de 322.300 personas, que, aunque es algo menor que el del primer trimestre de 2012, es más elevado que el de los primeros trimestres de 2010 y 2011. Pero este descenso del empleo se compensa parcialmente con la disminución de la población activa en el trimestre de 85.000 personas, que es la mayor que se produce en un primer trimestre desde el inicio de la crisis y que está relacionada, por un lado, con el efecto desánimo de los trabajadores en la búsqueda de empleo por la dificultad de encontrarlo y, por otro lado, con la emigración tanto de nacionales como, sobre todo, de extranjeros. El descenso de la población activa atenúa notablemente el efecto en el crecimiento del paro del retroceso del empleo, retroceso que provoca que la tasa de ocupación (porcentaje respecto de la población de 16 y más años), descienda hasta el 43,5%, la más baja desde el segundo trimestre de 1999. Por otra parte, tanto el descenso del empleo como el aumento del paro del primer trimestre se produce a pesar del efecto de la Semana Santa, el que ésta se haya situado en este año a finales de marzo, cuando en el año anterior se situó en abril. Sin este efecto, favorable al empleo de las actividades turísticas, la destrucción del empleo neto y el aumento del paro en el primer trimestre de este año hubieran sido aún  mayores.

 

En artículos anteriores en los que se analizaban los resultados de la EPA se comparaban las series originales de la encuesta con las series desestacionalizadas por la Dirección General de Análisis Macroeconómico y Economía internacional. Pero a partir del primer trimestre de 2013 el INE publica series desestacionalizadas desde el segundo trimestre de 1990. Estas series del INE no han sido utilizadas en el artículo. La razón es que las series publicadas por el INE son parciales y totalmente incompletas. Sólo se refieren al empleo y el paro total, no se publican las correspondientes a la población activa, y, además, incomprensiblemente sólo publican las tasas de variación intertrimestral en porcentajes sin proporcionarse los coeficientes de estacionalidad y sin que, por lo tanto, puedan calcularse los valores desestacionalizados de las variables ni las correspondientes variaciones intertrimestrales en número de personas.

 

Verdaderamente la publicación del INE ha supuesto un retroceso informativo, pues ello ha provocado la no publicación por parte del Ministerio de Economía de las series desestacionalizadas que publicaba anteriormente. De los escasos e incompletos datos del INE se deduce que, pese a la estacionalidad habitualmente negativa de los primeros trimestres del año, una vez desestacionalizadas las series originales, aunque sin corregir el señalado efecto de la Semana Santa, las cifras del empleo siguen disminuyendo (-1,1%, aunque menos que en cifras originales, el -1,9%) y las del paro siguen aumentando (1,8%,  aunque también menos que en cifras originales, el 4%).

 

Para evitar la incidencia de la estacionalidad en los datos de la EPA el análisis restante se efectuará en términos de variaciones interanuales (en relación con el mismo trimestre de un año antes). Con estas variaciones interanuales, el empleo retrocede en un año en casi ochocientos mil personas (-798.500), la población activa desciende en más de doscientos treinta mil (-235.300) y el paro crece en más de medio millón (+563.200). Las correspondientes tasas de variación interanual se sitúan en el -4,6% en el empleo, -1% en la población activa y +10% en el paro, lo que supone un retroceso respecto del cuarto trimestre de 2012 de dos décimas de la tasa de destrucción del empleo, una acentuación de tres décimas de la tasa de descenso de la población activa y una atenuación de 3,1 puntos en el ritmo de crecimiento del paro. Las tasas de descenso del empleo y de la población activa son mayores que las de un año antes (en seis décimas y un punto, respectivamente) y la tasa de crecimiento del paro menor que la de un año antes (en 4,9 puntos), debido, en este último caso, principalmente, a la intensidad de la caída de la población activa en los últimos doce meses.

Del descenso interanual del empleo en el primer trimestre, que se produce de forma prácticamente generalizada en las desagregaciones consideradas por la encuesta, destaca el de los hombres (-490.200, frente a -308.300 en las mujeres), los nativos (-610.500, frente a -188.000 en los extranjeros) y los asalariados que, con 798.500 menos empleos, explican la totalidad de la disminución interanual del empleo total, ya que se mantiene constante el nivel de los no asalariados. Y por sectores, dentro de la reducción generalizada del empleo, sobresale la reducción en los servicios (-465.900) y en la industria (-142.600), seguida del retroceso en la construcción (-137.000), lo que es representativo de la extensión de los efectos de la crisis económica en la destrucción de empleo al conjunto de la economía, después de que al inicio de la crisis esos efectos se habían concentrado, sobre todo,  en la construcción.

 

En cuanto a la duración de la jornada, todo el descenso del empleo se explica por el del empleo de jornada a tiempo completo (954.200 empleo menos en relación con un año antes), en contraste con el aumento (una de las pocas excepciones al retroceso interanual del empleo) del empleo a tiempo parcial (155.700 empleos más), lo que provoca que la tasa de parcialidad (porcentaje del empleo a tiempo parcial sobre el del empleo total) crezca en el trimestre del 15,3% al 16%, la tasa máxima de la serie de la EPA y que supone 1,6 puntos más que un año antes y 4,9 puntos más que el tercer trimestre de 2007. Este crecimiento del empleo a tiempo parcial lejos de tener una consideración positiva, de reparto del empleo, por ejemplo, la tiene negativa, puesto que casi las dos terceras partes (el 60,7%) de los trabajadores con este tipo de empleo lo son involuntariamente, por no haber podido encontrar un empleo a tiempo completo, mientras que antes del inicio de la crisis ese porcentaje no llegaba a la tercera parte (el 32,5%).

 

Por otra parte, dentro de los asalariados, la disminución interanual del empleo de los trabajadores con contrato indefinido sigue siendo muy elevada (-384.500), en correspondencia con los efectos del abaratamiento del despido de la reforma laboral de 2012, aunque menor que la del empleo de los trabajadores con contrato temporal (-414.000), de lo que se deriva que desciende la tasa de temporalidad (porcentaje de asalariados con contrato temporal) en el trimestre en nueve décimas hasta situarse en el 22,1%. Esta tasa de temporalidad es la más baja desde el tercer trimestre de 1988 y 1,7 puntos menor que la de un año antes. En relación con el tercer trimestre de 2007, la tasa de temporalidad se redujo en 9,8 puntos, lo que es fruto, más que de una estrategia de reducción de la dualidad del mercado de trabajo y, en concreto, de la temporalidad, de las consecuencias de la crisis, sobre todo al principio, en el empleo de la construcción, en gran parte de carácter temporal.

 

También dentro de los asalariados tiene interés diferenciar entre el empleo público y el privado. En este sentido, el empleo de las Administraciones públicas disminuyó en relación con el primer trimestre de 2012 en 265.800 personas (el de las empresas públicas, el otro componente del sector público, creció en 11.600 personas), mientras que el de los asalariados de las empresas privadas se redujo en 540.200, lo que significa que, aunque se mantiene el retroceso del empleo asalariado privado, el del empleo público empieza a tener cada vez más importancia, como resultado de las políticas de intenso ajuste en el gasto público. De hecho, si se consideran las variaciones porcentuales en términos interanuales el descenso del empleo de las Administraciones públicas en el primer trimestre se situó en el -9%, y el de las empresas privadas en el -4,8%, todavía por encima del descenso del empleo total de la economía, y, además, si se compara con el trimestre anterior, se produce una acentuación de la tasa de descenso en el primer tipo del empleo, el de las Administraciones públicas, y una aminoración de la tasa en el segundo, el del sector privado.

 

Por su parte, el descenso interanual de la población activa, -235.300 personas activas menos, el mayor desde el inicio de la crisis, se concentra más en los hombres (-209.300) que en las mujeres (-26.100) y más en los extranjeros (-178.800) que en los nacionales (-56.600), lo que, unido a la evolución interanual de la población inactiva en los dos colectivos (aumento de 30.300 en nacionales y reducción de 19.100 en extranjeros), es representativo de la mayor incidencia del desánimo (dejar de buscar empleo) en los nacionales y de la mayor salida al exterior, básicamente por retorno al país de origen, de los extranjeros. Consecuencia del descenso de la población activa es que la tasa de actividad (porcentaje respecto de la población de 16 y más años) se reduce ligeramente en el trimestre del 59,8% al 59,7%, descenso que se explica por el que se produce en los hombres (del 66,5% al 66,3%) y los nativos (del 57,8% al 57,7%), puesto que se mantiene constante en las mujeres (en el 53,4%) y aumenta en los extranjeros (del 74,8% al 75,2%).

 

En cuanto al incremento interanual del paro (562.200), destaca que el aumento en las mujeres (282.200) es ligeramente superior al de los hombres (280.900), como consecuencia, principalmente, del escaso descenso de la población activa femenina, mientras que el avance en los nacionales (554.000 parados más) es muy superior el de los extranjeros (9.200 parados más), en este caso tanto por el menor descenso de la población activa como la mayor reducción del empleo de los nacionales que en el caso de los extranjeros. Si se considera la tasa de paro (27,2% para el conjunto de la población), ésta, que crece de forma generalizada en los distintos colectivos, es más alta en las mujeres (27,6%) que en los hombres (26,8%) y en los extranjeros (39,2%) que en los nacionales (25,1%); destacando entre toda la población la tasa de paro de los jóvenes (menores de 25 años), que se sitúa en el 57,2% de la correspondiente población activa.

 

Por otra parte, el paro de larga duración (parados que llevan buscando al menos un año) supone el 56,3% del paro total, 1,3 puntos más que el trimestre previo y 6,3 puntos más que un año antes, lo que, además del notable crecimiento del peso relativo de estos parados, significa una cifra en número de personas verdaderamente sobrecogedora, al encontrarse en esa situación casi tres millones y medio de personas, de las que más de dos millones son paradas de muy larga duración por llevar buscando empleo como mínimo dos años. Este problema del paro de larga duración representa una dificultad añadida muy importante a la elevada cifra del paro, puesto que cuanto más tiempo lleve parada una persona más impedimentos tendrá para encontrar empleo, para se elegida por un empresario.

 

La gravedad del paro se refleja también en la situación de los hogares. En el primer trimestre el número de hogares en que todos los activos están en paro asciende a 1.906.100, 72.400 hogares más que en el trimestre previo y 177.700 más que un año antes. Este número de hogares con todos los activos en paro representa el 14,8% de todos los hogares con algún activo y el 11% del total de los hogares existentes. Por otra parte, según los datos de la EPA en el primer trimestre 647.700 hogares no percibirían ningún tipo de ingresos (pensiones, salarios, prestaciones por desempleo o cualquier otro tipo de renta), de los cuáles 364.300 estaban compuestos por dos o más personas.

 

La situación es de tal dramatismo que no cabe ningún tipo de justificación. Todo ello es consecuencia del mantenimiento de una política económica impuesta en parte por las instituciones europeas y el Gobierno alemán, aunque defendida con perseverancia por el español como la única alternativa posible en coherencia con su planteamiento ideológico, de corte claramente neoliberal. Esta política se basa en el objetivo principal de la austeridad y de la defensa de los intereses del capital financiero y se instrumentaliza a través de una estrategia de ajustes fiscales, con especial incidencia en el recorte de gastos sociales y de inversión pública, de una reforma laboral encaminada al debilitamiento de la capacidad negociadora de los trabajadores y a la mayor facilidad y abaratamiento del despido y, por último, de una táctica destinada a la devaluación interna, casi exclusivamente concentrada en los salarios, con la correspondiente pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores.

 

Cuanto mayor sea la persistencia en este tipo de actuaciones mayores serán las consecuencias negativas sobre la actividad económica y el empleo y ello porque el objetivo principal de la política económica no es precisamente la creación de empleo si no la reducción del déficit público. Pero cuanto más se insista en este objetivo más difícil será cumplirlo y mayores los efectos negativos sobre la evolución del paro. Mientras que el objetivo de la política económica sea otro muy diferente del de la lucha contra el paro y la estrategia sea, como se deduce del planteamiento de los Programas de Estabilidad y de Reformas recientemente aprobados, la que ha venido siendo hasta ahora, la superación de la situación actual será muy complicada y muy gravosa, sobre todo para los trabajadores que son los que cargan casi exclusivamente con el coste de la crisis. Por todo ello, no parece que las perspectivas futuras de empleo y el paro puedan mejorar, sino todo lo contrario, continuando la destrucción del empleo y el aumento del paro hasta límites difíciles de entrever y de soportar.