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El campo también salva vidas

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Fotografía
Manuel M.V.

Origen
Flickr

Esfuerzo. Los agricultores han pasado de protestar en las carreteras a ser un elemento clave para el sostenimiento de la población durante el confinamiento.

El campo ha alimentado al país durante dos meses de confinamiento en condiciones difíciles y con grave riesgo para la salud de sus trabajadores. Y no solo ha garantizado el suministro a los supermercados nacionales, sino también a los de aquellos países europeos que dependen de las frutas, verduras y hortalizas españolas para su supervivencia. Pasadas las peores semanas de lucha contra el virus, los agricultores reclaman que se reconozca de una vez su papel estratégico y que se cumplan las mejoras pactadas a raíz de los cortes de carretera, tractoradas y manifestaciones de principios de año, entre ellas un precio justo para sus productos.

Melocotón

La producción española rozó las 950.000 toneladas en 2019. Cataluña, Aragón y Murcia aportaron la mayor parte.

Después de trabajar durante años con márgenes bajos (y a menudo con precios por debajo de coste), los productores se enfrentan ahora a un nuevo problema: la campaña de la fruta de verano acaba de comenzar y no hay jornaleros suficientes para recoger la cosecha. Quienes vienen habitualmente de Marruecos, Rumanía y Bulgaria no podrán hacerlo este año debido al cierre de fronteras. El Gobierno calcula que se precisan entre 75.000 y 80.000 temporeros para recoger el melocotón, la cereza, el albaricoque y otras frutas de hueso en los próximos dos meses. Los productores están intentando suplir la ausencia de los habituales con trabajadores de la hostelería, el turismo y otros sectores que han perdido su empleo, pero muchos de ellos no están físicamente preparados para las duras condiciones del trabajo en el campo. Ya se han dado casos de personas que han vuelto a casa tan solo después de dos o tres días en el tajo.

Faltan temporeros para la fruta de verano

Ante el peligro de que parte de la cosecha se eche a perder, el Gobierno aprobó a principios de abril un decreto ley para facilitar la contratación de parados e inmigrantes residentes en España. Se ha dado preferencia a aquellos  que tenían contrato en vigor cuando se decretó el estado de alarma, a quienes solo estén pendientes de algún trámite administrativo para regular su situación en el país y a los más jóvenes, que pueden obtener un permiso de trabajo temporal. El problema es que muchos de los inmigrantes que  están respondiendo a las ofertas de empleo en el campo no tienen papeles en regla y, por lo tanto, no pueden trabajar. 

La Confederación de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) calcula que el año pasado se contrataron 285.000 trabajadores entre abril, mayor y junio. Casi la mitad de ellos vinieron de fuera de España y muchos otros eran extranjeros residentes en el país. Son cifras que dan una idea de cuánto depende el suministro de alimentos a la población de los trabajadores inmigrantes.

El objetivo de las medidas adoptadas por el Gobierno es salvar la cosecha, proporcionar trabajo a quien lo necesita e impedir que suban los precios. Hasta finales de abril no se habían detectado movimientos especulativos de precios agrícolas. Únicamente se han producido ligeros incrementos en artículos de gran demanda en determinados momentos y bajadas poco apreciables de aquellos menos demandados.

Cereza

Extremadura y Aragón son las principales productoras. El año pasado se recogieron más de 100.000 toneladas.

Después del repunte experimentado en los primeros días del estado de emergencia  por el fenómeno del acaparamiento, el consumo de alimentos recuperó la normalidad a principios de abril. La venta de harina, arroz, pasta y legumbres subió más del 100% en la primera semana del estado de alarma, mientras que la leche, las conservas y el aceite experimentaron incrementos superiores al 50%. Durante todo el confinamiento ha aumentado notablemente el consumo de productos frescos. Según cifras del Ministerio de Agricultura, la compra de hortalizas ha aumentado el 31%, mientras que la de frutas lo ha hecho el 23,1%. Si la tendencia se prolonga y sigue habiendo falta de mano de obra, satisfacer la demanda de fruta durante los próximos meses va a requerir un enorme esfuerzo. 

 

Más costes

La COAG advierte de que los costes de producción aumentarán el 30% debido a las medidas de seguridad para impedir la propagación del virus. Los productores están preocupados por la falta de precios y contratos en el sector de la fruta de hueso, lo que incumple las mejoras pactadas con el Gobierno tras las protestas de principios de año. “La ley de mejora de la cadena alimentaria obliga a que en cualquier transacción comercial exista un contrato escrito de compraventa en el que se detalle un precio que remunere a los agricultores por encima de los costes de producción”, afirma la COAG. En este sentido, el ministro de Agricultura, Luis Planas, se ha comprometido a favorecer la presencia de productos españoles en los supermercados frente a los importados y a reactivar el observatorio de la cadena alimentaria para frenar la especulación e impedir que se paguen precios por debajo de coste.

Los productores están teniendo también dificultades para trasladar al personal a las fincas y adaptar las instalaciones de manipulado para garantizar el distanciamiento entre trabajadores que exigen las medidas de seguridad decretadas por el Gobierno. Muchas explotaciones han llevado a cabo un aclareo exhaustivo para reducir el volumen de fruta que produce cada árbol y mejorar la calidad como una forma de compensar la falta de temporeros. Las comunidades más afectadas son Cataluña, Aragón y Murcia.

Los costes de producción han aumentado

La fruta de hueso no es el único sector con problemas. En abril y mayo se lleva a cabo la poda en verde de la viña, un trabajo fundamental para mejorar la calidad de la uva en septiembre y que, a diferencia de la recogida de fruta, exige preparación y experiencia. El espárrago ha empezado ya a recogerse y los productores también están teniendo dificultades para encontrar gente que pueda y quiera trabajar. No hay tiempo que perder, pues el calor echa a perder la cosecha.

España está atravesando dificultades para conseguir mascarillas, respiradores y equipos de protección personal esenciales para combatir el coronavirus. Son artículos que se fabrican mayoritariamente en el extranjero, sobre todo en China. No ocurre lo mismo con los alimentos, ya que España es una de las grandes potencias agrícolas del mundo. Es en momentos como este cuando se pone de relieve el papel estratégico del campo y la importancia de la política agraria común (PAC), principal sostén del sector en la Unión Europea. En España, más del 85% de los alimentos proceden de explotaciones pequeñas y medianas gestionadas por familias. Como bien recuerda una y otra vez la gente del campo, su trabajo no solo permite alimentar a la población, sino que ayuda a combatir la despoblación en las zonas rurales y a paliar los daños del calentamiento global. Ellas y ellos también salvan vidas.