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El virus sube la tensión China-EEUU

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Justo en el momento en que la colaboración entre las dos grandes potencias mundiales podría ser clave para frenar el avance del coronavirus, las relaciones entre EEUU y China atraviesan uno de los peores momentos de las últimas décadas. Los líderes de ambos países tratan de tapar los errores cometidos en la gestión de la pandemia con el intercambio de acusaciones, la diseminación de teorías conspirativas y apelaciones al patriotismo. 

Donald Trump se dirige a los periodistas. Foto: Casa Blanca

Donald Trump no pierde ocasión de referirse al COVID-19 como “el virus chino”, a pesar de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de las agresiones y amenazas racistas que han comenzado a sufrir ciudadanos de origen asiático en EE UU. A la pregunta de si China había introducido deliberadamente el virus en EEUU, Trump respondió el jueves que no, pero afirmó a renglón seguido que el Gobierno de Pekín podría haber avisado antes del peligro. Un alto cargo de la Casa Blanca se refirió al coronavirus como el "Kung-Flu", recurriendo a la famosa serie de televisión para jugar con la palabra flu (gripe, en inglés).

Con la vista puesta en las elecciones de noviembre, el presidente intenta desviar la atención de la asombrosa lentitud con que su Gobierno reaccionó a la pandemia. Hasta hace pocos días el propio Trump rebajaba la amenaza del virus y aparecía en público sin tomar las mínimas medidas de precaución.

Por su parte, China ha emprendido una campaña de desinformación encaminada a sembrar dudas sobre el papel de EEUU en el origen del contagio. Altos cargos del Gobierno y medios de comunicación chinos han difundido la teoría de que el virus tiene su origen en EEUU y que fueron soldados estadounidenses los que lo llevaron a Wuhan, la ciudad donde comenzó la epidemia, cuando asistieron a los Juegos Mundiales Militares celebrados allí en octubre del año pasado. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores Chino, Zhao Lijiang, llegó a acusar a EEUU de ocultar información sobre el virus, y la agencia oficial Xinhua publicó un comentario denunciando las “políticas venenosas” de Washington sobre el COVID-19 y advirtiendo de que difundir rumores sobre las intenciones chinas alentaba el miedo, la división y el odio. Las acusaciones de Pekín llegaron horas después de que el Consejero de Seguridad Nacional de EEUU, Robert O’Brien, afirmase que el encubrimiento del brote de coronavirus por parte del Gobierno chino ha retrasado dos meses la respuesta de la comunidad internacional y ha exacerbado la pandemia.

Como explicó el profesor de Havard Julian B. Gerwitz, al New York Times, las teorías conspirativas son un nuevo frente de batalla en la lucha por dominar la narrativa de la crisis. En su campaña, el Gobierno chino no ha dudado en recurrir a redes sociales como Twitter, que mantiene bloqueada en su propio país. Exhibiendo los logros en el control del virus como un gran triunfo nacional, el Partido Comunista Chino trata también de que se olvide su propia tardanza en reaccionar a la pandemia y de impedir que la crisis merme su autoridad.

Otro peldaño en la escalada de tensión es la decisión del Gobierno chino de expulsar del país a los periodistas del New York Times, el Washington Post y el Wall Street Journal con nacionalidad estadounidense. Pekín tomó la decisión después de que Washington redujera el número de visados que concede a los periodistas de medios de comunicación oficiales chinos en EEUU.

La estrategia es una muestra de la asertividad con que se está conduciendo la diplomacia china, tradicionalmente más reservada, en la pugna por la hegemonía geopolítica en el siglo XXI. También refleja el empeño del presidente Xi Jing Ping por acallar la disidencia interna y afianzarse en el poder.

El Gobierno de Pekín, que intentó silenciar al médico que dio la voz de alarma sobre el peligro que se avecinaba -fallecido posterriormente a causa del virus-, trata ahora de mejorar su imagen enviando material médico y profesionales de la sanidad a ayudar a los países más afectados, entre ellos España. La presencia constante del encargado de negocios de la Embajada china en Madrid en los medios de comunicación ilustra ese interés por presentar a China como un país solidario dispuesto a ayudar a quien lo necesite.