¿En qué piensa Bruselas cuando quiere recortar los fondos sociales a un país con el 20% de paro?
El intento por parte de la Comisión Europea de congelar unos 1.100 millones de euros, aunque sea temporalmente, del Fondos Social Europeo que recibe España revela lo alejada que está esta institución de la realidad Española. El castigo, que afectaría también a fondos estructurales y al fondo agrícola y de desarrollo rural, es la pena por el incumplimiento del déficit público en 2015.
La descabellada medida, que ya ha provocado el rechazo de todos los grupos del Parlamento Europeo, resulta incomprensible también para algunos comisarios como la titular de Empleo, Marianne Thyssen. En un país que estos últimos años ha sobrevivido como ha podido con una tasa de paro que ha oscilado entre el 26% y el 20% resulta una provocación la simple consideración de recortar fondos destinados a las políticas sociales y de empleo.
Bruselas esgrime que tiene que cumplir el reglamento. Pero ya ha aprendido que las normas tienen muy poco valor cuando su aplicación sólo agrava los problemas. La Comisión ya tuvo que dejar de cumplir el reglamento cuando el verano pasado renunció a aplicar la multa que tenía prevista para España. A la vista de cómo estaba el clima político comprendió que si seguía con estas recetas punitivas fuera de la realidad económica y social los ciudadanos iban a dar la espalda definitivamente a Europa. Si sabe que la norma no es aplicable lo que debería hacer la Comisión es ponerse a trabajar urgentemente para su modificación.
La manera de enfocar el problema del paro en Europa es radicalmente opuesta a la de Estados Unidos. En plena crisis financiera, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, se comprometió a desarrollar políticas de estímulo económico y dinero barato mientras el paro estuviera por encima del 6,5%. Para la Reserva Federal rebajar el paro, potenciar el crecimiento y mantener la estabilidad de los precios es lo prioritario como lo establece sabiamente su mandato. La realidad es que ese país ha bajado el paro del 9,3% a menos de 5%. En la zona euro, sin embargo, se mantiene por encima del 10%.
En Europa, ni el Banco Central Europeo, (BCE), ni la Comisión Europea, ni el Eurogrupo tienen como prioridad reducir el desempleo. Nadie tiene esta responsabilidad. La única preocupación son los precios en una economía que está más cerca de la deflación. No tan sólo existe este déficit institucional sino que se pretende aplicar una legislación que deteriorará todavía más las condiciones de vida de los desempleados. El presidente del BCE, Mario Draghi, consciente de la ineficacia de sus políticas propugna ahora “subir los sueldos”. Bienvenido al mundo real. ¿Pero qué capacidad tiene el BCE para aumentar los salarios?
Esta Europa contradictoria y decepcionante precisa un cambio radical que tenga en cuenta como prioridad a los ciudadanos.